jueves, 24 de noviembre de 2022

18 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: Ayazx

 


 Un trillón de trillones de años antes…

 

Las oscuridades del almacén se rayaron con una franja de luz intensa, era día de ventas, yo había envejecido ya mucho. No había riesgo de ser comprado. Ni esperanza. Ya sabía que los padres no venían por sus hijos sino extraños. Era mejor no ser comprado. Los míos debían haber muerto, me resultaba insoportable suponer que estaban vivos y no me buscaban. Pero tampoco nadie buscaba a sus hijos, solo venían extraños, no todos podían haber muerto. Y definitivamente todos los niños juguete eran hechos de 2 hombres, ¿era acaso posible que no les importase? acaso si venían, pero muy tarde, luego de ya ser vendidos, felizmente nadie venia por mí. Pero un minúsculo temor siempre me oprimía hasta terminar el día de comercializaciones. No conocía otro mundo.

Por la franja de luz blanca apareció una figura ruda. Camino muy paciente por entre los almacenes, era normal, empezaba en los lotes más valiosos, pero parecía que no le importaba el precio pues buscaba también en los más baratos.

—Podemos hacerle una oferta —digo el Gnomon ansioso de vender algo, llevaba semanas sin vender nada y durmiendo sin comer—, a pesar de su costo superior los rebajaré, hay varios que pueden servirle bien.

Pero Ayazx no le contestaba y buscaba calmo y decidido.

—No podemos permitir que escoja si damos una oferta así —dijo Diomedes—. Cualquiera le servirá igual. ¿Ha venido solo?

 ¿su erómenos no lo ayudará a decidir? ¿Esta Ud. solo? Criar solo es una carga y la idea de estos juguetes es entretener.

Así pasaron horas, los almacenes eran realmente grandes.

—Nunca compra —dijo impaciente el Gnomon a Diomede— y sé que lleva meses manoseando la mercadería de otros comerciantes.

—¿Y qué quiere? —le pregunto a Ayazx el Gnomon.

—Ahora, ser sordo.

Quizás por diversión Ayazx decidió examinar los saldos. Ahí todos los niños éramos feos o con algún defecto importante. O muy débiles para ser comprados por las fábricas como mano de obra.

Ayazx se rio de algunos defectos graciosos, y jugueteo con algunos niños y su torpeza. A pesar de su inmenso cuerpo, violentamente abultado de músculos, sus ojos se volvieron tan niños como los de estos en su juego. Ya era una rutina para él esa investigación de años, apoyaba su tester genético sobre el chip que llevaba cada jaula, y luego divertidamente se despedía del niño, con algún gesto burlón.

Yo no le parecí gracioso así que siguió de largo sin mirarme, pero antes de pasar de frente apoyó su tester en mi chip. Dio unos pasos más y quedo inmóvil, estupefacto. Regresó a mirarme, no podía ser, no quería que fuera así, pero por fin se decidió. Regresó hasta mi jaula. Yo lo miré fascinado, nada más fascinante que los adultos. Este parecía realmente grande, y de rasgos severos y temibles. Daba miedo, aún más que ese mundo inconcebible al que podría llevarme quien sabe para qué. Aunque era imposible que me quisiera llevar. Aterrado me aferré a los barrotes posteriores de la jaula. Deseando con toda el alma que se fuera.

       Diomedes se acercó. Tanto él como nosotros nos habíamos encariñado. El lote llevaba años sin vender y él sin cambiar de puesto. Era tan inservible como nosotros. El Gnomon también se acercó a abrir la jaula y el gigante metió su mano y agarró mi brazo.

—Déjeme a mí —dijo preocupado Diomede.

Delicadamente me sacó, mis delgadas piernas casi no podían sostenerme en el pasillo, era helado y tirité. Diomedes me miró despidiéndose con ojos húmedos y enrojecidos. Y dijo en mi idioma:

—Eres afortunado, sí conocerás el mundo, es algo mejor que este.

No quiero ir —le dije aterrado de conocer ese mundo de afuera y me apoyé contra su barriga, cubierta de sucia ropa. Sentí, sin equivocarme que ese soldado enorme no era uno de mis padres. Ni un solitario con deseos de tener un hijo.

—Estarás bien —dijo entristecido y sentí que su enorme barriga aguantaba el deseo de llorar.

       Los ciudadanos solitarios (sin eromenos) que compraban niños juguete, eran muchas veces sádicos o pervertidos. La trans-meta-corporación no tenía compasión de los humanos y menos de nosotros que según decían éramos golems, o sea seres sin alma. Diomede, en otro caso habrían tratado de engañar al comprador y no venderme, pero temió hacerlo por el aspecto terrible de Ayazx.

—Hay una cuarentena. Así se aclimatan al mundo real. Déjelo un par de días. Debemos preparárselo —dijo el Gnomon decidido a ayudarme.

—No —dijo Ayazx—, yo le enseñaré que es el mundo. Ahora es mío.

Me arrastró, sin darme chance de intentar mis primeros pasos, ya había pagado y no creía necesario más trámites. Sin tiempo de prepararme fui sacado a la luz por primera vez. Afuera las cálidas sombras y ruidos usuales desaparecieron y dieron paso a un sinfín de colores y formas caóticas, signos y colores abstractos que no podía entender.

—¡No! —grite en mi idioma al hundirme en ese caos y ver las figuras de Diomedes y del Gnomon empequeñecerse y desaparecer.

¿Así de feo era el mundo real? terribles ruidos y colores que nunca había visto me enterraron, todos informes como el dibujo de un loco. Abrí los ojos lo más que pude, pero solo caos y formas sin sentido los abarrotaron. Ese fue el primer día con mi padre. Había pasado demasiado tiempo en el almacén y mi cerebro ya no era capaz de concebir de verdad el mundo y así fue hasta el último día de mi vida, mi cerebro era medio ciego, pero lo más invisible para mi serían siempre los seres humanos, sus emociones, que jamás llegué a entender con claridad.

Después del miedo, nació en mí una esperanza, una pequeña alegría y emoción de ya tener padre, siquiera uno de mentira, alguien a quien querer y por quien ser querido, de ser nada pasaba a ser algo importante para alguien, lo más importante… no sabía cuánto me equivocaba.

domingo, 6 de noviembre de 2022

17 VIAJEROS DE LA ETERNIDAD: Thalos, el otro hemisferio de mi conciencia.

 


 Trillones de trillones de años después…

Luego de semanas de muda y lejana compañía con Thalos, tome la decisión. Luego de años podía controlar parte del Thecnetos, no lograba comprenderlo del todo, pero podía usarlo, sabía que sin el Theknos-Herakon la maquina moría. Y acaso por ello cada vez que la usaba sentía que sus hierros deseosos de revivir me invitaban a reemplazar a su guardián, había sido diseñada para funcionar solo con él y con el Emisario, ambos desaparecidos, así que si yo lograba hacerlo funcionar esto significaba 2 cosas:

1.-El Emisario estaba todavía vivo.

2.-La máquina me confundía con el technos-herakon, su personalidad mecánica tomaba control de mí y así el Thecnetos recobraba momentáneamente su homeostasia mecánica. No sé, el Theknos-Herakón fue mi epi-clon, no era difícil remplazarlo y parecía inofensivo hacerlo ya que había muerto. Pero mi semejanza con mi enemigo me perturbaba. Mi enemigo me miraba sombríamente desde dentro de mí.

Así, para poder usar al Thecnetos, jugué a ser Herakón. Las maquinas se comunicaron conmigo y yo con ellas intuitivamente, el Thecnetos estaba diseñado para mí, o lo había diseñado yo para mí, Herakón solo pudo manejarlo dada su semejanza conmigo. Así que preparé una región de sus instalaciones para mi plan con Thalos. Este se concentraba en canibalizar un enorme animal mecánico, casi inmóvil pero aún vivo, aprovechando su concentración me le fui encima y logré reducirlo y aprisionarlo arrancándole una a una las extremidades. Thalos era pequeño pero fuerte, luchó por su vida tenazmente pero pronto logré desarmarlo lo suficiente hasta que no tuvo apéndices con que luchar, pero, aunque en parte desintegrado, luchaba frenéticamente hasta y que llegue a su fuente de energía, el notó que erradicaría su vida y zumbo de terror. Yo empecé a terminar de desarmarlo, ya estaba casi inmóvil y por fin quedó inerte. Con rudimentarias herramientas logré llegar a su centro nervioso y empecé a estudiarlo, era muy distinto al humano o al de las maquinas inteligentes, la evolución no es tacaña en originalidad y complejidad, no me asombro su belleza y diseño orgánico, todo ser vivo es complejo y admirable, incluso este hecho de metal. Al empezar la vida esta empieza a acumular orden y complejidad hasta el infinito, por eso, la ciencia más inconclusa es la biología, pues su objeto estudio es de complejidad infinita, que la mente finita no puede entender. El universo se desordena mientras la vida se ordena más y más, caminan en sentidos inversos, por eso el ser vivo y el mundo son opuestos, la vida es una máquina que viaja al pasado más ordenado y puro del cosmos. El tiempo corre ansioso hasta el absoluto desorden que es el futuro. Por eso vida y cosmos no solo son antagónicos, son enemigos. Y como muchos enemigos, se necesitan...

Solo sentimos ese ilusorio fluir del tiempo porque la vida y el cosmos viajan en sentidos contrarios como dos vehículos que se cruzan, si ambos tuvieran una misma dirección no sentiríamos el tiempo, como las cosas inanimadas, sentiríamos solo la eternidad. Pero la evolución de la raza de Thalos en el interior del Thecnetos había sido más larga que la de los humanos y así, era más complejo que nosotros, pero luego de un afiebrado trabajo logré mi propósito: entenderlo y modificarlo. Ahora tenía un esclavo y acaso un amigo.

Acabado mi trabajo lo reanimé y le devolví sus apéndices. Emitió una serie de chirridos y emisiones caóticas, pero ahora yo las podía comprender perfectamente. Y él hablaba ya mi lengua y pudo, para su sorpresa, comprender la mía.

Vuelto a la vida y sabiéndose a mi merced habló.

—¿Que desea?

—Necesito un guía en este planeta, sé que tú lo conoces.

—Solo conozco el interior, la superficie es extraña para mí. Le soy inútil ¿Por qué realmente me has aprisionado?

Supe que no sería útil, ¿acaso lo había reanimado para no estar solo?

—¿Que busca?

—A alguien.

—¿Por qué lo ayudaré?

—Yo te ayudaré a mantenerse vivo.

—Soy un parásito. No necesito su ayuda para obtener energía.

—Los cadáveres pronto escasearán. Si me ayudas y eres mi esclavo te ayudaré a no morir nunca.

La máquina pareció comprender y acepto.

—¿Me alcanzara la vida para gastarme una eternidad? —dijo irónico y desconfiado.

—Tu servicio será muy largo.

Comprimió sus raras formas mecánicas y logro acabado diversos movimientos complejos meterse entre unas máquinas, y sacar de él el cadáver de un animal mecánico aún vivo.

Con horror vi como lo despedazo buscando un modo de parasitarlo.

—No hace falta eso ya. Tu organismo tiene suficiente sustento que le he inyectado.

—Tampoco a ti te hace falta buscar lo que buscas, pero lo haces —dijo perturbadoramente.

Me aterró su astucia y lucidez. Era obviamente un animal inteligente. Lo dejé profanar espantosamente ese cadáver. Después le conté en términos que entendiera mi origen y mi búsqueda.

       Él, desinteresado, no comentó mi relato, pero día a día escuchó la trama de mi tristeza. Sé ahora que comprendió a la perfección. Ese relato podría llamarse Thecnetos, creo que un día Thalos lo escribió y lo perdió en uno de los muchos mundos que visitamos, no sé para qué o para quien.

16 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: La otra especie

 


 

A 13,8 billones de años del nacimiento del tiempo…

 

Los bombardeos habían empezado. Quien disparaba no se sabía. Al fondo se veía un número de siluetas protegiéndose del ruido, no se sabía si eran de esta o de la otra especie. Eran seres delgados e imberbes, sin embargo, no parecían jóvenes. De cerca se notaba que sus bigotes y bellos estaban dibujados con artificio, incluso trasplantados. No eran realmente hombres, pero parecerse a ellos era su obsesión de travestidos. Una raza deseando ser otra. Como todo travestismo era una mentira para parecer más normales, más aceptables a los roles permitidos por esa sociedad de hombres, el travestismo es básicamente fingir, una mentira insistente, dirigida principalmente a sí mismas, pero que nadie creía. Pero en la que insistían hasta quebrarse. Era la otra especie simbiótica. O lo fue, según la secta de la memoria, en el pasado esta especie convivió simbióticamente con el hombre. En la larga evolución subterránea de la humanidad esta raza se especializó únicamente en la reproducción, perdiendo cualquier  otro atributo, y sin desarrollar ninguna capacidad más que esta, atrofiando todos los demás rasgos humanos, los hombres crearon la dos bio-religiones con sus sofisticadas teologías y montaron el mundo subterráneo y sus guerras profundas y estratégicas, y antes del desmoronamiento de la especie humana, habían creado todo el mundo abstracto que nos diferenciaba de los animales, ellas solo se dedicaron a engendrar y a dominar el mundo emocional requerido para cobrar por ese servicio y para sobrevivir en una sociedad donde la fuerza y la inteligencia, a la que evolutivamente habían renunciado,  dominaba. 

Pero empezó la reproducción artificial entre hombres, la otra especie perdió su utilidad y con ello su atractivo, su dominio de las emociones y su manipulación, debió desarrollarse entonces al extremo, superando a los hombres en esto, pero solo les sirvió para sobrevivir en guetos marginados del mundo de verdad. Paso otra cosa inesperada, los genes de la homofília, antes una minoría como sus portadores, empezaron a multiplicarse y acaparar el genoma, en el pasado, para sobrevivir estos genes que perjudicaban la reproducción de sus portadores, compensaban ese error añadiendo una ventaja en la humanidad: la capacidad de afecto entre hombres, base de la amistad y de la lealtad, útil en la guerra, en un mundo de hombres esto significaba alianzas, amistades, fidelidades, en la lucha era especialmente útil, pues la causa de la homofília, es decir de que los hombres puedan amarse, mientras en otras especies se matan, es la guerra. El caso es que la población se tornó totalmente homofílica, hasta llegar a ser la inmensa mayoría y el canon de lo “normal”. Una vez que estos genes ya no perjudicaron la reproducción, al ser esta artificial, esa ventaja los hizo acaparar el genoma y reducir al mínimo la frecuencia de genes heterofílicos que pasaron a ser “anormales”. Pero la naturaleza incompleta de la segunda especie siguió, su anhelo de ser progenitora o simbionte del hombre, no por amor a la reproducción ni al hombre sino como único medio de existencia. Ya al margen de la especie humana se multiplicaban así mismas también artificialmente, y a veces, pero esto era pecado, heterofílicamente.

Ahora tenían prohibido concebir con algún miembro de la especie humana. Pero por si solas no podían ser individuos completos, dejarlas, rechazarlas, es un atentado a su oportunidad de ser y completarse. Como los virus, carecían de vida, y debían parasitar otra, enfermarla y matarla. Eran incapaces de violencia dada su debilidad física, o de violencia técnica pues les faltaba capacidad cognitiva, pero eso no les restó ingenio y un escondido poder de destrucción muy peligroso. Hace muchísimas generaciones que se les prohibió hibridarse con los hombres. Los hijos de este cruce eran considerados mestizos degenerados. Y la bio-religiones no los aceptaba...

Pero eran una raza que se sentía permanentemente incompleta, su uso de nuestras tecnologías y energía era para la mayoría un abusivo parasitismo.

La inteligencia es el arte de identificar la causalidad, el porqué de las cosas. y hay 2 tipos de causalidad, causalidad material, por qué la materia ocurre cómo ocurre y causalidad emocional, porque la gente actúa como actúa. La primera fue arte de los hombres, la segunda de las mujeres, la segunda especie, condenada pronto a desaparecer.

15 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: La Caverna

 


Un trillón de años después…

 Antes, yo vivía muy cómodo en la calma y el silencio de los almacenes, mi corazón tenía viva una esperanza: Un día mis progenitores vendrían por mí. Quizás solo uno. El mundo era pequeño y simple, un segundo igual a otro y así por años, yo creía que este era todo el mundo, me sorprendió enterarme que unos metros más allá de mi jaula continuaba, aunque invisible, el mundo. Con la misma inocencia e incredulidad que tú, crees que todo eso que conoces como universo no es más que lo poco que puede pensar tu mente. No había día o noche sino una constate y grata penumbra, a pocos centímetros de mis ojos la malla de mi jaula de plástico se entibiaba con el calor de mis mejillas infantiles, la caja no era tan grande como para poder pararse, pero si lo suficiente como para moverme y poder investigar en mi derredor, desde ahí, que calculaba era el centro del cosmos, se extendían simétricas hileras de jaulas, que colmaban la realidad a derecha e izquierda, delante y detrás, arriba y abajo, dejado solo un angosto pasaje metálico para el viejo cuidador: Diomede. Este patrón era constante, periódico y acaso infinito, un bebedero y un comedero nos libraba del hambre o de la sed que conocería solo mucho después. Recuerdo que en mis primeros días de vida haber hecho alguna amistad con mis vecinos más próximos, al comienzo éramos mudos pues nadie había aprendido a hablar en los úteros de hierro que cuida el gnomon, pero con las semanas se iban creando idiomas primitivos con los que conversábamos elementalmente. Pero en unas semanas, al no poder venderme, fui cambiado de lugar y al llegar a otro ya se hablaba otra lengua. Perdí así mis primeros afectos, los que vinieron después no los sentía tanto. Y cada vez menos. En el nuevo grupo de jaulas, los niños juguete tenían más defectos, más entropía, ya se usaban otras palabras y creo otra sintaxis, sin embargo, algo entendía. No era tan difícil aprender las nuevas lenguas que con los traslados y reacomodos del almacén iba conociendo, pocas palabras tenían esos idiomas, como pocas cosas tenía el mundo que debían representar: jaula, guardián, bebedero, comedero, dormir, despertar, y acaso unas diez palabras más y acababa el mundo, bastaban para dar cuenta de ese simple, pero amado universo donde crecí y que creía único.

Mis primeros compañeros habían sido vendidos, los que no, bajamos de precio y éramos almacenados en lugares menos vistosos, mis nuevos vecinos eran siempre más y más viejos, aunque no crecíamos, nos gastábamos. También el idioma de los nuevos compañeros era más complejo, más palabras y declinaciones, artículos, verbos, tiempos, ya no solo se referían a objetos concretos sino a otras cosas más sofisticadas y creo, innecesarias. Subjetivas diría yo. Aprendía rápido, pero trataba de no abusar de aquellas regiones del idioma que no se referían directamente al mundo real, no entiendo para que sirvan.

Había mucho tiempo para hablar, pero poco que decir, cuando nos movían de lugar las pequeñas amistades se desvanecían de nuevo. Así fui movido de lugar en lugar con cierta tristeza de dejar a una comunidad, pero con entusiasmo de descubrir otra, ansioso de explorar esas pequeñas diferencias y novedades, pero esas novedades acabaron pronto, dado mi extremo nivel de entropía, fui llevado a un lugar del almacén muy apartado y oscuro. ¿Por qué demoraban tanto mis 2 padres? De ahí ya no saldría. Lo cuidaba también el bondadoso Diomede, que además del idioma adulto conocía todos los neo-idiomas infantiles. Este Diomede era un hombre desdentado, y algo fofo, pero parecía haber sido fuerte en su juventud, la inocencia de sus ojos, su cara redonda y traviesa se mimetizaba con las de nosotros. Ahí por primera vez conocí a fvogelfit, un niño juguete con una lengua rarísima, constaba de miles de palabras. Pero creo era una lengua inútil, pues hablaba de entes fantásticos sin ningún tipo de realidad concreta. Y hacía algo con el idioma que me asombró y desalentó: mentir. Era la autodestrucción del lenguaje, bastaba que fuera posible una mentira para que todo el resto del idioma se desmoronara y fuese dudoso. Primero lo escuche conversar. Pero hablaba de cosas muy extrañas. Lo que entendí es que había sido devuelto numerosas veces, y sabía que había tras esa luz que se dejaba ver y por la que entraba personas adultas y compradores, ahí supe que los adultos que compraban a los niños juguete no eran sus padres, eran extraños. fvogelfit era una mercancía reembolsada una y otra vez, y había conocido que había en el más allá y que pasaba cuando éramos comprados. Antes de escucharlo yo imaginaba que el mundo adulto era otro gran almacén y que acaso los adultos vivían en jaulas más grades interconectadas complejamente. Había imaginado un mundo como un laberinto de jaulas y pasadizos conectados y con puentes entre ellos, pilas de extravagantes jaulas que se elevaban a una altura cósmica y se hundía en abismos muy profundos, pero que terminaban, paradójicamente, mezclándose con los lugares más altos, imaginaba el mundo adulto como el revés del nuestro, donde adentro era afuera, lo pequeño era grande y lo hueco estaba lleno, siempre con gente subiendo y bajando, y usando raros bebederos y comederos, acaso el patrón de las jaulas no serían siempre horizontal, podían adoptar otras formas y colores. Pero mi imaginación no podía llegar más lejos que imaginarlas verticales. Para agregar diversidad a mis fantasías mezclaba conceptos, la imaginación de los aburridos juega y compone con conceptos, como un pintor compone con colores, un bebedero-comedero, un bebedero-jaula, un pasadizo-malla, así surgían nuevas texturas en ese mundo imaginario. Pero nada novedoso en el fondo, solo mezclas de lo ya conocido. Así iba concibiendo el mundo de los grandes con el que no dejaba de soñar y acaso anhelaba conocer, aunque ya sabía que no sería vendido nunca.

El mundo no es asídijo fvogelfit.

No puedo creerlo —dije— ¿Cómo podría no ser el mundo así? ¿Cómo es?

—No hay jaulas, pero no son libres.

— ¿Qué es ser libre?

No entendía, así como nosotros no concebimos el mundo sin espacio ni tiempo, por ser nosotros espacio y tiempo, yo no concebía un mundo sin jaulas ni bebederos. Mi mente trataba de imaginarlo inútilmente. Acaso si salgo y veo esas cosas que nombra no las veré —pensaba.

Pero pasados tantos años ya no había posibilidades de conocer el mundo, éramos más y más viejos, todos afeados por diversidad de defectos, ya no nos venderían. Pero no nos eliminaban. Mantenernos era baratísimo y nunca se perdía la esperanza de sacar algún provecho. Así pudimos hacer una amistad duradera con los demás y con el amable Diomede.

fvogelfit no era ni viejo ni dañado, su conducta era lo que lo hacia una mala mercancía, era terriblemente travieso, así que, como la conducta no es visible, pronto se vendió de nuevo y desapareció. Dejando triste al guardián Diomede que se había encariñado con su locuacidad y alegría.