Trillones de trillones de años después…
Luego de semanas de muda y lejana compañía con Thalos, tome la decisión. Luego de años podía controlar parte del Thecnetos, no lograba comprenderlo del todo, pero podía usarlo, sabía que sin el Theknos-Herakon la maquina moría. Y acaso por ello cada vez que la usaba sentía que sus hierros deseosos de revivir me invitaban a reemplazar a su guardián, había sido diseñada para funcionar solo con él y con el Emisario, ambos desaparecidos, así que si yo lograba hacerlo funcionar esto significaba 2 cosas:
1.-El Emisario estaba
todavía vivo.
2.-La máquina me confundía
con el technos-herakon, su
personalidad mecánica tomaba control de mí y así el Thecnetos recobraba momentáneamente
su homeostasia mecánica. No sé, el Theknos-Herakón
fue mi epi-clon, no era difícil remplazarlo y parecía inofensivo hacerlo ya que
había muerto. Pero mi semejanza con mi enemigo me perturbaba. Mi enemigo me
miraba sombríamente desde dentro de mí.
Así, para poder
usar al Thecnetos, jugué a ser Herakón. Las
maquinas se comunicaron conmigo y yo con ellas intuitivamente, el Thecnetos
estaba diseñado para mí, o lo había diseñado yo para mí, Herakón solo pudo manejarlo dada su semejanza conmigo. Así que
preparé una región de sus instalaciones para mi plan con Thalos. Este se concentraba en canibalizar un enorme animal
mecánico, casi inmóvil pero aún vivo, aprovechando su concentración me le fui
encima y logré reducirlo y aprisionarlo arrancándole una a una las
extremidades. Thalos era pequeño pero
fuerte, luchó por su vida tenazmente pero pronto logré desarmarlo lo suficiente
hasta que no tuvo apéndices con que luchar, pero, aunque en parte desintegrado,
luchaba frenéticamente hasta y que llegue a su fuente de energía, el notó que
erradicaría su vida y zumbo de terror. Yo empecé a terminar de desarmarlo, ya
estaba casi inmóvil y por fin quedó inerte. Con rudimentarias herramientas logré
llegar a su centro nervioso y empecé a estudiarlo, era muy distinto al humano o
al de las maquinas inteligentes, la evolución no es tacaña en originalidad y
complejidad, no me asombro su belleza y diseño orgánico, todo ser vivo es
complejo y admirable, incluso este hecho de metal. Al empezar la vida esta
empieza a acumular orden y complejidad hasta el infinito, por eso, la ciencia
más inconclusa es la biología, pues su objeto estudio es de complejidad
infinita, que la mente finita no puede entender. El universo se desordena
mientras la vida se ordena más y más, caminan en sentidos inversos, por eso el
ser vivo y el mundo son opuestos, la vida es una máquina que viaja al pasado
más ordenado y puro del cosmos. El tiempo corre ansioso hasta el absoluto
desorden que es el futuro. Por eso vida y cosmos no solo son antagónicos, son enemigos.
Y como muchos enemigos, se necesitan...
Solo sentimos ese
ilusorio fluir del tiempo porque la vida y el cosmos viajan en sentidos
contrarios como dos vehículos que se cruzan, si ambos tuvieran una misma
dirección no sentiríamos el tiempo, como las cosas inanimadas, sentiríamos solo
la eternidad. Pero la evolución de la raza de Thalos en el interior del Thecnetos había sido más larga que la de
los humanos y así, era más complejo que nosotros, pero luego de un afiebrado
trabajo logré mi propósito: entenderlo y modificarlo. Ahora tenía un esclavo y
acaso un amigo.
Acabado mi
trabajo lo reanimé y le devolví sus apéndices. Emitió una serie de chirridos y
emisiones caóticas, pero ahora yo las podía comprender perfectamente. Y él
hablaba ya mi lengua y pudo, para su sorpresa, comprender la mía.
Vuelto a la vida y
sabiéndose a mi merced habló.
—¿Que desea?
—Necesito un guía en
este planeta, sé que tú lo conoces.
—Solo conozco el
interior, la superficie es extraña para mí. Le soy inútil ¿Por qué realmente me
has aprisionado?
Supe que no sería útil,
¿acaso lo había reanimado para no estar solo?
—¿Que busca?
—A alguien.
—¿Por qué lo ayudaré?
—Yo te ayudaré a
mantenerse vivo.
—Soy un parásito. No
necesito su ayuda para obtener energía.
—Los cadáveres pronto
escasearán. Si me ayudas y eres mi esclavo te ayudaré a no morir nunca.
La máquina
pareció comprender y acepto.
—¿Me alcanzara la vida
para gastarme una eternidad? —dijo irónico y desconfiado.
—Tu servicio será muy
largo.
Comprimió sus raras
formas mecánicas y logro acabado diversos movimientos complejos meterse entre
unas máquinas, y sacar de él el cadáver de un animal mecánico aún vivo.
Con horror vi como lo
despedazo buscando un modo de parasitarlo.
—No hace falta eso ya.
Tu organismo tiene suficiente sustento que le he inyectado.
—Tampoco a ti te hace
falta buscar lo que buscas, pero lo haces —dijo perturbadoramente.
Me aterró su
astucia y lucidez. Era obviamente un animal inteligente. Lo dejé profanar
espantosamente ese cadáver. Después le conté en términos que entendiera mi
origen y mi búsqueda.
Él, desinteresado, no comentó mi relato, pero día a
día escuchó la trama de mi tristeza. Sé ahora que comprendió a la perfección.
Ese relato podría llamarse Thecnetos, creo que un día Thalos lo escribió y lo perdió en uno de los muchos mundos que
visitamos, no sé para qué o para quien.
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