martes, 25 de julio de 2023

34 VIAJEROS DE LA ETERNIDAD: Thalos Intriga

 


 

Trillones y trillones de años después…

 

Thalos analizó mi desolación al ver el pasado de M y fingió deseos de escucharme.

—M le abandonó, no puede eludir eso.

 —No.

—Además… ¿El Emisario es realmente M? Ciertamente es su cuerpo… casi… pero ¿Cómo podría haber dos M? ¿Uno en el pasado que se fue del universo y otro aquí siendo Emisario de Thecnetos?

—Solo hay uno. El del presente. Cualquier cosa del pasado es tan real como el presente, todo el tiempo es uno y todas las personas que contiene son una —dijo contradiciéndose desde dentro L.

—Si el pasado es real, él lo abandonó y si no lo es, el Emisario es cualquiera. Busca alguien que no lo busca a Ud. Qué inútil que yo ya sepa dónde encontrarlo.

—Si ya sabes dónde está, debemos llegar a él hoy mismo —dijo L contradiciendo al otro.

—Pero tampoco eso es M. Tiene quizás su mismo ADN, pero no basta eso… es un libro que ha perdido todas sus hojas, sin el Thecnetos un Emisario es un ser sin sus principios, sin su esencia, es algo que se desvanece.

—Como yo sin él. Pero primero debo ser un dios —dijo Herakón dentro de L— así podría darle vida eterna y salvar a la humanidad. Pero si soy un dios ya no deseo unirme a M ni ser L. Seremos uno el Thecnetos y yo otra vez —dijo Herakón dentro de la mente de L.

       Thalos fue incapaz de asimilar esa doble respuesta. Su amo estaba totalmente loco.  

—No, lo salvaré, a mí, a ti, me uniré a M solo para morir juntos —dijo L enfermo de irracionalidad autodestructiva.

       M o el Emisario se hallaba en unas ruinas muy cercanas, siempre había estado muy cerca, algo en L desde el principio le impidió encontrarlo, algo que no era la distancia. L lo buscaba, pero a L lo buscaba otro. Otro que quería volver a vivir dentro de él. Al ensamblar al Thecnetos, L recibió la responsabilidad de ser el Theknos-Herakón, pero al morir asumió el rol Herakón. L era ahora un poco su sustituto. El Theknos-Herakón murió sí, pero su conciencia quería volver a nacer, en L. Primero debía destruir su mente, pero no su cuerpo, había un modo hacerlo, antes de morir el Theknos-Herakón mando una señal a los Mekhanes para que maten al Emisario, sabía que, si destruía a M, él volvería a nacer, cuando L lo olvidara, él germinaría como un parásito en el corazón de su enemigo: L, que tenía su mismo ADN, sería Herakón una vez muerto su lado más humano.

       Así que el Theknos-Herakón aguardo paciente a que L termine esa búsqueda inútil para volver a vivir en él y unirse al Thecnetos y a la última humanidad, y así, poder matarla.

33 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: La mujer es un animal sin alas

 



Un trillón de años antes…

Un tosco remezón empezó, como si los cimientos de la Tierra se quebraran y se arrodillaran en el profundo subsuelo, haciendo caer a Limma a una mayor profundidad en el subsuelo.

Los heréticos habían tomado una ciudad más, el Rimac sur, un islote más. Y ahora derrumbaban los túneles que comunicaban con él. Luego los abrirían de nuevo para invadir otro pedazo de ciudad subterránea, si es que nosotros no lo hacíamos antes. Así, pedazos de Limma se iban conquistando y perdiendo intermitentemente en el subsuelo. Todos los barrios habían sido muchas veces de los heréticos u otras muchas de los locales ortodoxos. Ninguno de los 2 enemigos tenía un territorio definitivo.

       En medio de la tierra que le caía encima y abrazándose a sí mismo eracom vio a un joven muy delgado y aterrado por el temblor. Tiritaba, eracom agarró su mano para confortarlo, estaba helado, sus huesos eran muy débiles para ser incluso los de un joven. El joven elevó su mirada de cristales rotos a eracom, y este vio sus facciones, eran también poco viriles.

—¿Cómo te llamas?

Nimio —dijo apretando la mano de eracom al sentir una nueva explosión—. Sálvame.

—Nadie está a salvo amigo —dijo eracom—, cualquier lugar es bueno para morir.

De pronto eracom vio que el remesón había movido algo en la cara de nimio, una ceja se había desprendido, y parte de su cara ya no tenía esa barba incipiente.

Lo entendió. Era una travestida, el anhelo de pertenecer de nuevo a la humanidad hacía que algunos miembros de la otra especie trataran de camuflarse e infiltrarse en esta. Miles lo lograban, pasando su vida entera en una mentira que les permitía respirar, y a salvo de los reductos o guetos donde su especie moría lentamente. Era el deseo desesperado por ser normal, y, por lo tanto, ser otro.

—Perdóname, ya sabes lo que soy. Pero tengo miedo, si pudiera elegir que ser al nacer… pero ¿no tengo derecho a anhelar vivir?, qué harías tú, si fueras lo que soy, no me delates —dijo con cierto rencor y espanto.

—¿Qué haces aquí? Sus zonas están lejos. ¿Qué te ha traído a estas peligrosas tierras? —La mujer estudió sus emociones, no sus ideas, de ello dependía su éxito.

—Primero algo, un lugar llamado Jardín Extraño, al ver la vida real, en Uds, la deseé para mí —dijo con voz ahora aniñada

—¿Y tu verdadero nombre es Nhimis?

La mujer lo miró y no respondió, su raza no usaba el idioma para conocer sino para mentir, no lo usaban para razonar, sino para expresar emociones, la mayoría de ellas falsas.

—No me abandones ni me delates o me expulsarán de la ciudad. Una terrible pena se dibujó en su cara.

       El corazón de eracom se enterneció de su desprotección, vio que debajo de la camisa militar estaba una faja que sin compasión apretaba unos pequeños senos a un frágil torso, como el duro castigo de un mártir al pecado de ser mujer.

Puedes venir a la secta de la memoria, ahí nos protegemos del hambre y del miedo, hay incluso algunas mujeres, puedes pasar ahí unos días, pero es un grupo de idealistas y debes hablar como ellos. Dar un pequeño discurso y yo también, yo hablaré primero así sabrás que decir. Yo no veo diferencia entre hombres y mujeres, son para mí lo mismo, aunque no necesariamente algo bueno.

       Nhimis le sonrió, supo que encontraba un modo de salvarse. De hecho, llevaba días planeándolo. Hacerse pasar por un iniciado de la memoria y así poder estar cerca de Hans Hahn y del Jardín Estaño.

Todos vieron venir a eracom con un nuevo pupilo. Lo miraron con benevolencia, solo el experimentado Ahelos sospechó.

Ya eracom hablaba. Miró a Nhimis para recordarle que debía hablar semejante para poder salvarse.

…no sabemos que causo la gran muerte, la extinción de nuestros antepasados, el apocalipsis del planeta. Ni si décadas o milenios nos separan de ellos…

Nhimis se esforzó en entender para copiar ese discurso. Pero era tan raro. ¿De qué hablaba aquel imbécil? Un disgusto se encendió en ella.

 …podría ser una catástrofe cósmica, o acaso contaminación o una guerra con armas que no podemos imaginar. Quizás una reducción de la población a causa de una epidemia no permitió que se retomase la civilización, hay teorías sobre un artefacto peligrosísimo cuya explosión accidental contamino la superficie, un evento cósmico, el caso es que el hombre llego a saber demasiado y al jugar con eso, jugo con su destino. Pero no hay evidencia de ninguna de esas tesis, el caso es que ahora somos sombras, restos de esa humanidad, nuestra ciudad, Limma es solo una parte hundida de otra que existe en las alturas de la superficie… y que ignoramos.

 

Estaba desquiciado si pensaba todo eso —pensó Nhimis, incluso le dio algo de risa, pero más que nada sentía miedo, pues no podía aprenderlo para luego repetirlo…

…Pero acá en nuestra sangre corre la sangre de esos hombres, podemos volver a ser lo que éramos, buenos y bellos… nuestro solo objetivo …. salvar a la humanidad de este estado primitivo… para ello…

 

       Mientras eracom hablaba, tan pausadamente, Nimio o Nhimis temblaba aún más fuerte que cuando oía las bombas, cada párrafo del tímido estudiante la hacía sobresaltar y la lastimaban. El odio hacia eracom la amargaba cada vez más, los seres vacíos tiemblan así al sentir la presencia de hombres como eracom cuya desmesura delata su propia vacuidad.

 

…en el corazón de toda ser humano está el deseo del saber y del bien, a pesar de que vemos su conducta bestial y egoísta, es solo una apariencia…

 

Ahelios interrumpió:

eracom ha traído un nuevo hermano, déjenle ser parte de nuestra causa.

Una miríada de amables rostros apuntó a Nhimis y un aplauso la rodeó animándola a hablar.

Ella se preparó, tomo aliento, y se puso al frente, no pudo evitar fingir aniñamiento, sabía que los hombres se conmueven de la fragilidad de los niños, pero debía esforzarse esta vez en parecer inteligente, abrió la boca para hablar, pero solo salió silencio… todo el peso del mundo la quebró de pronto.

Todos quedaron atónitos. Empezó a llorar, no era ahora un truco para dar lástima, realmente se sentía demolida. Dejo a todos incrédulos.

—El mundo es un mundo, que no o que sí… —ahí se detuvo, seguir sería peor.

Confuso pero compasivo, Milo, un gigante amable la abrazó. Esta sollozó sobre él, su llanto era claramente femenino y todos entendieron el embuste, ella también lo supo y empujó con odio fiero a Milo. Odiaba la fuerza de este y la inteligencia de eracom.

Salió ya sin esperanza, otro plan fallido, su vida era así, era obvio no era un hombre, qué tonta fue por intentar pasar por uno de ellos. Y odio profundamente a eracom, hubiese deseado sacarle el corazón a mordidas, no por lo que hubiera hecho, sino por lo que era.

Su mente se llenó de horripilantes escenas, sabía no tenía ni fuerza para matarlo ni inteligencia para ser mejor que él, pero podía usar la debilidad emocional de los demás, ahora no, un día.

Se prometió destruirlo y lo haría eventualmente.

32 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: Nimis, una máscara quiere ser cara.

 




Un trillón de años después...

 Herakón yacía ensimismado en un rincón del castillo de metal. Su afiebrada pasión lo hace olvidar su impotencia en un mundo derrumbándose. Lleva días sin hablar. Solo podía pensar en su muerte próxima anunciada por el Thecnetos. Debía luchar con esas emociones que nunca antes lo habían preocupado, debía luchar contra L, en sí mismo, pero no podía sacarlo de su mente, pues era necesario para la tarea, pero debía afrontar solido su permanente presencia en él.

Nimis se acerca cauta al Thaumasios.

—Deseo ayudar, ¿en qué podría servir? —dijo con fingida solicitud.

—Tú no sirves para nada en este mundo —dijo Herakón que era inmune a las mentiras o trucos de seres como Nimis—, he descubierto que es imposible conocer el mundo, por eso hemos decidido construir una máquina o un animal capaz de entenderlo, será dotado de una epistemología absoluta. Pero yo no lo veré. Nadie lo vera. Cuando el Thecnetos despierte por fin el universo podrá verse a sí mismo con nitidez. Esa es la empresa. ¿Cómo podría un ser como tu ayudar? El conocimiento es tu enemigo, la mentira tu aliado. Solo podrías colaborar desapareciendo y la única forma en que estés en lo cierto es que calles.

       Nimis fingió no ofenderse, pero se alejó aterrada. Pero no muy lejos, debía estar cerca de gente fuerte e importante. Dado que ella era débil e insignificante.

Nimis estaba ahora viva, pero en un mundo donde ya nada estaba en su lugar, pronto descubrió que en la estructura de ese mundo duro solo dos cosas serían útiles: la fuerza y la inteligencia, dolorosamente descubrió que ella carecía de ambas, era imposible vivir, pero, ella deseaba vivir, había sido un artefacto insensible pero útil toda su vida, pero ya no, ahora tenía un alma, es decir una conciencia, y ya no servía de nada, así que el mundo se abalanzó a destruirla justo cuando su vida consciente empezaba, en los primeros golpes supo que había otra salida.

Así que como la realidad la condenaba uso la irrealidad: La mentira. Fingir felicidad, fuerza e inteligencia, era casi como tenerlas. Al menos para los demás, pero ella siempre sabría del embuste, quién era o mejor dicho quien no era, debía aguantar, así que Nimis se prometió que soportaría cualquier dolor, humillación o tristeza con tal de vivir.

       Debajo de esa sobrevivencia desesperada se acumulaba el odio. Vagaba por las calles ejercitando el arte de la mentira para vivir unos días más, no sabía para qué, pero se aferró a la vida.

sábado, 22 de julio de 2023

31 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: La Secta De La Memoria

 


Eones de años antes…

 

El púber eracom yacía dormido entre su colección de pobres fragmentos. Siempre soñaba con que no era eracom, sino que se desdoblaba en dos personajes, aparentemente diferentes, uno Ele, el más frecuente, pero a veces era simplemente eracom, pero otro eracom. En su cerebro extraviado por el sueño, esa rara personalidad se presentó otra vez. Y soñó que no estaba solo, un cuerpo masivo y cálido respiraba acostado muy cerca. Rozó un dedo sobre su contorno y este contorno dibujo una figura grande y bella que acaba en una gruesa cabeza que lo miraba. Sentía en el sueño un afecto puro como el de un hermano, pero que contenía un nivel más profundo de intimidad, quizás de peligrosa intimidad. Aunque en su vigilia no conocía ningún afecto, imaginó que así sería querer a alguien. En ese sueño él correspondía a ese hombre ideal, pero ese afecto era difícil de comprender, ¿Qué naturaleza, acaso primitiva, tenía? Él no había querido a nadie, ni era posible que en esa sociedad de infrahumanos se quisiesen unos a otros. Ese personaje soñado interrumpía la penumbra con una silueta grande y empezó a decirle algo importante, algo crucial:

—¿Ya tienes la clave?

—Sí, casi lo he logrado, debemos modificar el gen H19, el igf2 se modificará solo cuando este cambie, hay que borrar una región del cromosoma 10, ese es el camino —respondía Ele en su sueño.

—¿Estás seguro que nacerá normal? —dijo Eme.

—No del todo. Pero solo puedo teorizar eso ahora. No hay modo de llevarlo a la práctica —respondió Ele.

—Solo los funcionarios de la compañía tienen ese poder, explícales tu idea. Te deben mucho —dijo Eme.

—No, ellos han prohibido la homofília —respondía Ele, que así se llamaba esta vez eracom en el sueño.

Pero en ese momento, antes de poder comprender siquiera algo, el amnésico muchacho despertó. Qué raro era ese mundo del sueño, parecía un mundo real, pero al revés. Sin embargo, algo de esas nebulosas pasiones oníricas lo acompañaron los primeros minutos de vigilia.

       Ya en la ordinaria realidad olvidó todo, se entregó al estudio de un nuevo texto comprado muy barato a un vendedor errante de reliquias, era naturalmente casi completamente ininteligible. Meses le llevó entenderlo. Meses de placer erudito y solitario. Milagrosamente había logrado deducir su vocabulario y ese y otros textos ya podían entenderse. Deseaba comunicarlo pronto a otros buscadores. A la llamada secta de la memoria. Temía contactar a otros, pero la urgencia de su descubrimiento lo exigía. Solo una palabra parecía carecer de sentido, una que constaba de 4 signos:

La racionalidad y belleza de ese texto le hicieron entender, lo que otros buscadores ya habían descubierto, hubo un lejano pasado en el que el ser humano era lógico, feliz y libre; y de repente o gradualmente la luz de la razón se extinguió. De ellos habíamos degenerado. ¿Por qué?

En aquellas despedazadas fábricas abandonadas merodeaban otros buscadores, un grupo de humanos que en secreto descreía de la doctrina del dios o del otro dios. Debía buscarlos y contarles. Esa comunidad constituía una secreta y frágil hermandad de buscadores de sentido, se reunían muy rara vez a conversar de sus hallazgos o a debatir sobre la denominada “prehistoria”. Lo común era la investigación solitaria, el mundo que veían en sus sueños era cada vez más hermoso e inacabable, e imaginaban el fin de esa época dorada de mil formas distintas, apocalípticas o melancólicas, catastróficas o lacónicas como un atardecer de un lento planeta. Había claro muchos falsificadores, ese pasado coherente se trasformaba por su culpa en una celestial perfección de ensueño, en un incierto hombre bueno, bello y verdadero que los antecedía. Felizmente todos sabían ver detrás de las mentiras, era la primera facultad de esa casta de buscadores, pero había algo irrefutable, el hombre no estaba condenado a ser lo que ahora era, la humanidad podía ser, aunque nunca lo fuera, más bella, más fuerte y más integra. La actual era una tosca sombra de ella, pero también la promesa de aquella. Y remontándose a los ancestros, no había muchas generaciones hasta esa mítica humanidad perfecta, casi podía decirse que ese mundo acabo ayer y aún se podía respirar en el presente, el aire que respiró esa humanidad superior. Una ética creció entre esa multitud de solitarios buscadores a los que pertenecía eracom, una ética de salud y felicidad serena, a pesar del caos cada vez más irracional que los rodeaba en esa Limma a oscuras. Creían que el hombre debía ser fiel a la lógica y a la paz. Controlar sus emociones era la clave. Y así volver al pasado poco a poco. Acaso no era tan difícil, acaso biológicamente era inevitable, sus genes indudablemente eran inferiores al de los antiguos humanos, carcomidos e invadidos de caos y error, de entropía, pero eso no impedía a su mente ser igual, o incluso mejor. La mente sobre el cuerpo, el bien sobre el mal, la armonía sobre el caos, la serenidad sobre los excesos. Esa promesa los entrego al fervor de la memoria y al plan obsesivo por el hombre nuevo. Y ese hombre nuevo empezaba en ellos. Así que una reforma de su misma psicología era el primer paso de los iniciados en la secta. De esa iniciación salían más serenos, sabios e indolentes a las injusticias de la realidad.

       Él, eracom, aún no sabía quién era, pero construía el que sería. Y hasta la calma de ese proyecto le hacía prescindir de su egoísta y superficial obsesión de saber su verdadero nombre. ¡Que importaba ahora! La secta de la memoria exploraba esos mundos ignorando las guerras y recopilaban textos de lo que antes se llamaba siensia. Atesoraban en secreto sus estudios. Y todos soñaban con las bibliotecas presas en el laberinto del dios, frente las cuales sus pobres archivos y compilaciones eran solo escombros.

En la humanidad de verdad, no la que soñaban esos idealistas, lo normal era la homofília, la heterofilia era ahora un vicio prohibido, pero al hombre nuevo le correspondía la calmada asexualidad, o las formas más sublimes y castas de homo-romanticismo, el hetero-romanticismo no era malo pero era semejante al amor a los animales o a otros seres inferiores pero sensibles, pues la compasión, entendían, debía extenderse a todos los seres sensitivos, siempre y cuando no sean dañinos o perjudiciales como era la otra especie nefanda.

       Sí, los hombres de la secta de la memoria podían amar, pero solo platónicamente. El deseo desaparecía en una mente en paz que ya no deseaba nada y en control de su biología, la mente debía ser independiente del cuerpo pues este era una cadena que los amarraba a la biología del dios, ese trans-biologismo trans-naturalista era una forma radical de ateísmo pues la vida era en uno u otro sentido la divinidad de esa precaria civilización.

       Pero la mente no debía odiar a la biología de la que nacía, sino, apoyándose en ella, volar a sus múltiples posibilidades sin que esta sea un lastre, sino más bien un medio, nunca un fin. Como la luz que sale de un cuerpo ya muy caliente, se dispara y adentra a una terrible velocidad en el universo oscuro, iluminándolo y haciéndolo visible, la mente salía de la cruda carne y alcanzaba alturas imposibles para esta. Extasiado en estas sublimes ficciones, eracom se convirtió en un buscador estricto y deseo unirse a ellos. Era por ello feliz y así era el hombre con el que se encontraría esa tarde: Ahelos, con el que conversaría y soñaría esa tarde sobre aquellas míticas bibliotecas enterradas en la central del dogma. 

—¿Eres uno de la secta?

—Eso depende —respondió Ahelos amablemente—, ¿En qué puedo ayudarte?

—Creo he descubierto un código para entender algunos libros. Con él podríamos entender otro idioma prehistórico.

—Déjame revisar.

Eracom le entregó este texto reliquia para que lo examinara con el código.

 


Ahelos revisó el código con ayuda de un primitivo androide, Dag.

Este dijo:

—Pues. Lo. Que. Dice. Sobre. Palabra. Nombre. Es. Vida. Por. Que. Todo. Nace. De. Vida. Y. Vida. De. La nada. Y. Nada. Por. Vida. Para conocer. Sin. Ese. Poder. Nombre. Sobre. Amor. Todo.

Eracom rio de la simplicidad del androide.

—Solo yo puedo entenderlo. En realidad, es muy útil —dijo Ahelos e hizo algunas correcciones al código, el joven volvió a leer con estos cambios su texto y notó que tenía ahora más sentido.

—¿Tú ya lo sabías?

—Sí. En lejanas ciudades aprendí ese código, pero solo una parte tú has logrado descifrar el resto, has aportado inteligibilidad a los estudios. Eso muestra que importante es que estemos unidos todos en nuestros trabajos. Ya no trabajes solo. ¿Cómo te llamas?

 —No lo sé, a veces sueño que me llaman eracom... otras Ele, llámame como quieras.

—¿Quién te llama así?

—Un hombre en mis sueños, es la única persona que conozco de verdad, y —dijo con cierta vergüenza— mi único amigo, pero solo es un sueño.

Ahelos miro conmovido la ingenuidad del adolescente.

—El nombre es solo una convención, una casualidad, pero cuando ya eres viejo y acaba tu vida es tu definición, me gustaría llamarte Daedalus o Taitale, un personaje de un texto muy antiguo y querido, eracom es un nombre de un tiempo muy antiguo, también te asentaría Lámed (/l/) letra de un alfabeto primitivo equivalente a la letra lamd (L).

—Preferiría no usar ninguno hasta recordar el que me pusieron mis padres… o mis madres. Sé que un día recobraré la memoria. 

—Es verdad —asintió Ahelos.

El joven sin nombre se sintió orgulloso de su aporte y emocionado de poder aprender de los demás.

—El código es valioso —dijo Ahelos —, pero lo usamos para leer textos sin mucha importancia. Los importantes están aprisionados por la bio-religión.

—Dicen que esas bibliotecas están protegidas por un laberinto y por el dios mismo.

—Ningún dios existe —dijo Ahelos—, solo la custodia un laberinto, pero no es físico, ni de piedra, nadie lo ha visto, pero todos se han perdido en él.

—Bivlos secretos. En tu. Dentro. Esta él. Libro más. Largo. Sin poder. Leer —comento Dag

—Sé que el último nivel de su educación es viajar a la biblioteca y sortear el laberinto y unirse a ella… o morir.

—Nadie lo ha logrado. Son mitos. Como el dios.

—Pero existe la vida y existen los organismos y es verdad que ambas cosas luchan. Así también existe ese laberinto de modo concreto.

—Sí. Pero no sabemos en qué consiste o como logra perder a los hombres. Pero una vez que lo sepamos podremos asaltarlo y ser dueños del mundo —dijo Ahelios y sonó algo conmovedor dicho por alguien tan pobre y delgado de hambre. Alguien que nunca había conocido el poder o el placer. Y sin embargo ascéticamente soñaba con poder cambiar el mundo.

—Solo luchan ideas, dos ideas erradas. Pero no luchan en nosotros. Además, no son dioses o son dioses inferiores. Nuestra mente es más fuerte que ellos. Fíjate, un día tuve sed pero me negué beber todo el día a pesar de tener agua al alcance de mi mano, ese día supe que millones de años de evolución no podían contra mi simple voluntad. Y así, como se puede vencer un simple instinto orgánico, se puede vencer toda la biología dentro nuestro —dijo Ahelos—. Podemos dejar de ser humanos y dejar de ser seres vivos. Ser verdaderamente consientes y libres.

—Pero somos hijos de esta especie, que tanto podemos revelarnos a la vida sin dejar de ser. ¿Nos convertiremos en piedras? ¿En ideas en el vacío? Sería matarnos a nosotros mismos.

—No. Solo mataríamos la parte que no es libre, la no humana. Pero tomará tiempo. Aún no sabemos cómo será el hombre nuevo, podría ser monstruoso a los ojos de nuestra ignorancia. El caso es que esta humanidad está tan degenerada que pronto dejará de existir. Una parte de la población ya es muda y la que todavía habla, solo repite incansablemente, no hay ideas detrás de sus palabras.

—¿Quién eres realmente? —preguntó eracom— ¿un herético?

—No, no creo en ninguno de los 2 dioses. Soy algo, pero no soy esta nariz o estos ojos que ves, ni esta voz que escuchas, soy ideas encerradas en un cuerpo que podría ser cualquier otro, podría ser una esfera o un ser monstruoso, eso no importa solo las ideas que viven en mi cuerpo y emanan libres de él y que ahora comparto contigo y de alguna forma ya son tuyas— dijo Ahelos afectuosamente.

—Tus ideas son subversivas aun para las dos doctrinas enemigas.

—Eroticom. Decir verdad. Es no dios. Abismo. —agrego torpemente el androide Dag.

—Mis ideas son verdades y esas doctrinas son mentiras, es natural.

—¿No temes a la policía del dogma?

—No. La vida la llevo en la punta de mis dedos. Perder el temor a morir es la fuente de mi libertad y me permite soñar con la vida eterna.

—¿La del dios?

—No. Me refiero a la nuestra. Que cada uno podría no morir. Si descubrimos una tecnología capaz de modificarnos. Primero debemos detener la degeneración de esta humanidad, luego transformarla, acabar con la muerte. Pero ese conocimiento también está aprisionado en las bibliotecas herméticas.

 —No morir. Yo desearía no morir. ¿Quieres enseñarme a ser como ustedes?

—Sospecho eres más cómo crees que somos, de lo que yo mismo soy, pero aún no has aprendido lo suficiente sobre cómo ser bueno. Deja la materia atrás. Tu cuerpo, tus genes. La causa guerras son los genes. Los genes nos condenan a ser malos, por eso debemos dejar de tener genes.

—¿Sabes entender los sueños?, llevo meses con el mismo sueño y en él un hombre...

—Eso no lo sé. En realidad, creo que no significan nada —agregó Ahelos y eracom no insistió en el tema que lo inquietaba tanto.

Con valor e idealismo hablaron esa tarde de encontrar un modo de robar esos archivos resguardados por la bio-religión y fundar una nueva humanidad iluminada por esa sciesia ya divulgada y libre. Liberar a la humanidad de la muerte y de la oscuridad que la carcomía por milenios de involución. Si no lo hacían ellos un día inevitablemente alguien lo haría.