martes, 25 de julio de 2023

32 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: Nimis, una máscara quiere ser cara.

 




Un trillón de años después...

 Herakón yacía ensimismado en un rincón del castillo de metal. Su afiebrada pasión lo hace olvidar su impotencia en un mundo derrumbándose. Lleva días sin hablar. Solo podía pensar en su muerte próxima anunciada por el Thecnetos. Debía luchar con esas emociones que nunca antes lo habían preocupado, debía luchar contra L, en sí mismo, pero no podía sacarlo de su mente, pues era necesario para la tarea, pero debía afrontar solido su permanente presencia en él.

Nimis se acerca cauta al Thaumasios.

—Deseo ayudar, ¿en qué podría servir? —dijo con fingida solicitud.

—Tú no sirves para nada en este mundo —dijo Herakón que era inmune a las mentiras o trucos de seres como Nimis—, he descubierto que es imposible conocer el mundo, por eso hemos decidido construir una máquina o un animal capaz de entenderlo, será dotado de una epistemología absoluta. Pero yo no lo veré. Nadie lo vera. Cuando el Thecnetos despierte por fin el universo podrá verse a sí mismo con nitidez. Esa es la empresa. ¿Cómo podría un ser como tu ayudar? El conocimiento es tu enemigo, la mentira tu aliado. Solo podrías colaborar desapareciendo y la única forma en que estés en lo cierto es que calles.

       Nimis fingió no ofenderse, pero se alejó aterrada. Pero no muy lejos, debía estar cerca de gente fuerte e importante. Dado que ella era débil e insignificante.

Nimis estaba ahora viva, pero en un mundo donde ya nada estaba en su lugar, pronto descubrió que en la estructura de ese mundo duro solo dos cosas serían útiles: la fuerza y la inteligencia, dolorosamente descubrió que ella carecía de ambas, era imposible vivir, pero, ella deseaba vivir, había sido un artefacto insensible pero útil toda su vida, pero ya no, ahora tenía un alma, es decir una conciencia, y ya no servía de nada, así que el mundo se abalanzó a destruirla justo cuando su vida consciente empezaba, en los primeros golpes supo que había otra salida.

Así que como la realidad la condenaba uso la irrealidad: La mentira. Fingir felicidad, fuerza e inteligencia, era casi como tenerlas. Al menos para los demás, pero ella siempre sabría del embuste, quién era o mejor dicho quien no era, debía aguantar, así que Nimis se prometió que soportaría cualquier dolor, humillación o tristeza con tal de vivir.

       Debajo de esa sobrevivencia desesperada se acumulaba el odio. Vagaba por las calles ejercitando el arte de la mentira para vivir unos días más, no sabía para qué, pero se aferró a la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario