Trillones y trillones de años después…
Thalos analizó mi desolación
al ver el pasado de M y fingió deseos de escucharme.
—M le abandonó, no
puede eludir eso.
—No.
—Además… ¿El Emisario es
realmente M? Ciertamente es su cuerpo… casi… pero ¿Cómo podría haber dos M?
¿Uno en el pasado que se fue del universo y otro aquí siendo Emisario de
Thecnetos?
—Solo hay uno. El del presente.
Cualquier cosa del pasado es tan real como el presente, todo el tiempo es uno y
todas las personas que contiene son una —dijo contradiciéndose desde dentro L.
—Si el pasado es real,
él lo abandonó y si no lo es, el Emisario es cualquiera. Busca alguien que no
lo busca a Ud. Qué inútil que yo ya sepa dónde encontrarlo.
—Si ya sabes dónde
está, debemos llegar a él hoy mismo —dijo L contradiciendo al otro.
—Pero tampoco eso es M.
Tiene quizás su mismo ADN, pero no basta eso… es un libro que ha perdido todas
sus hojas, sin el Thecnetos un Emisario es un ser sin sus principios, sin su
esencia, es algo que se desvanece.
—Como yo sin él. Pero primero
debo ser un dios —dijo Herakón dentro
de L— así podría darle vida eterna y salvar a la humanidad. Pero si soy un dios ya no deseo unirme a M ni ser
L. Seremos uno el Thecnetos y yo otra vez —dijo Herakón dentro de la mente de L.
Thalos fue incapaz de asimilar esa doble respuesta. Su amo
estaba totalmente loco.
—No, lo salvaré, a mí,
a ti, me uniré a M solo para morir juntos —dijo L enfermo de irracionalidad autodestructiva.
M o el Emisario se hallaba en unas ruinas muy cercanas,
siempre había estado muy cerca, algo en L desde el principio le impidió
encontrarlo, algo que no era la distancia. L lo buscaba, pero a L lo buscaba
otro. Otro que quería volver a vivir dentro de él. Al ensamblar al Thecnetos, L
recibió la responsabilidad de ser el Theknos-Herakón, pero al morir asumió el rol
Herakón. L era ahora un poco su sustituto. El Theknos-Herakón murió sí, pero su conciencia quería volver a nacer, en L.
Primero debía destruir su mente, pero no su cuerpo, había un modo hacerlo,
antes de morir el Theknos-Herakón mando
una señal a los Mekhanes para que
maten al Emisario, sabía que, si
destruía a M, él volvería a nacer, cuando L lo olvidara, él germinaría como un
parásito en el corazón de su enemigo: L, que tenía su mismo ADN, sería Herakón una vez muerto su lado más humano.
Así
que el Theknos-Herakón aguardo
paciente a que L termine esa búsqueda inútil para volver a vivir en él y unirse
al Thecnetos y a la última humanidad, y así, poder matarla.
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