sábado, 2 de septiembre de 2023

46 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: El jardín extraño.

 



 

13,8 billones de años después del inicio del universo…

La tristeza de mi fracaso académico y de la pérdida de esa amada fantasía me puso melancólico y camine sin rumbo. Cansado de mis investigaciones sobre la perfecta prehistoria humana, erre por los recovecos gastados y casi borrados de Limma. En sus límites ambiguos, empiezan unos barrios difusos y en ellos tropezaría sin saberlo, con la otra mitad de mi destino.

Era un lugar muy olvidado. Uno a donde no llegan esas ideas sobre la verdad o el hombre nuevo, ni la perfecta humanidad proporcionada y ecuánime de la cual degeneramos.

En ese desagradable sótano dentro este otro sótano que es el mundo, el ruido tenía el vigor de una fábrica y el horror de una matanza. Luego de un angustioso camino por una esquina a oscuras, guiado por la bulla de la entrada, llegué a aquella orgía, así debo llamarla, el lugar exhalaba una pobre luz y un sórdido olor a muerte, un lugar llamado El Jardín Extraño.

A ese sitio sin perdón caí, o detuve mi huida de mi condición de ser vivo, de animal. Hubo una pausa, quizás peligrosamente larga en mi camino a lo sublime y a la perfección de la vida eterna. Si alguien duda que los humanos llevamos milenios degenerando de una especie, si no perfecta al menos sana, el relato de este lugar los curará de esa ingenuidad y los convencerá de la necesidad de que el hombre desaparezca. Para siempre. Ese es el mejor remedio para la humanidad dado que es imposible hacerla evolucionar de nuevo.

Dentro miré atónito y defraudado, actos de increíble bestialidad, entre los más degenerada de la especie humana, actos de profunda y triste suciedad. Pero traté de que la virtud que cultivaba en mi mente sobreviviera en ese caos. Los abyectos vicios incluían sobre todo, variedades del pecado nefando de la heterofilia[1]: la cercanía corporal de seres de distinta especie. Una particular forma de bestialismo de dos géneros diferentes juntándose en una infructuosa y arruinada sexualidad. Ocurría sin dudas a espaldas del gobierno del dios, ni siquiera la doctrina herética permitía ese error. Lo más prohibido de la sociedad se refugiaba y se satisfacía torcidamente aquí: una triste satisfacción que era vacía y mal natural. Ocultos u olvidados germinaban ahí como el moho sobre la tristeza de la humanidad muerta. A esos extramuros de lo que era bueno fui, por curiosidad científica o por aburrimiento de mi búsqueda de perfección y luz, o acaso atraído irracionalmente por algo en mí, algo irremediablemente malo. Pero ahí, a solas me sentí más consiente del mundo y más lúcido de mi propia realidad. La degeneración humana se había adaptado a la degeneración de este submundo, y era casi una guerra entre la lógica de la vida y la de la muerte.

Y en medio de tanta execración lo vi por primera vez claramente.

En ese lugar donde la felicidad era imposible, donde de todo sueño estaba roto y carcomido, se alimentaban como hongos una casta de rufianes y perversos: Los Etairesis o pornoi. En medio de tanta fealdad y desolación aparecía asombrosamente el hombre que había soñado por tanto tiempo, y que me había rozado en esas escaleras, hecho ya no de ideas sino de carne palpable y vulgar, una carne que parecía recordar a todos lo que necesitaban, lo que soñaban y no podían tener, y recordarles que era la vida y la belleza, ahí donde la humanidad estaba tan cerca de la muerte que es fealdad y desorden. Los dos enemigos: entropía y anti-entropía se juntaban y deseaban, ahí en el jardín extraño y adentro de Eme, tratando, irracionalmente, de ser uno.

Todos estábamos despiertos, pero en una pesadilla y en las ampulosidades infernales de ese mal sueño que es la realidad aparecía algo notablemente bello, descubrí al mismo tiempo lo que hasta ese día no sabía que necesitaba y que no podría tener nunca.

Entré el caótico enredo de cuerpos débiles y envejecidos, el suyo fuerte, proporcionado y limpio, se destacaba como una gema entra las piedras. Pero sus proporciones no eran clásicas y bellas, sino voluptuosas y dramáticas, su contextura era ancha y tosca, cargada de pesados músculos que se abultaban y movían con grosera virilidad, huesos anchos armoniosamente alineados, cargaban pesadas masas que se abultaban y movían con vulgaridad, dándole al todo una emanación sensual, casi genital, casi tan impura y humana como el olor del cuerpo. Así de vulgar era la vida, y más fea la no vida que lo rodeaba. Sufrí un primer golpe de horror ante esa obscenidad vital. No era posible pero el hombre de sueño existía en este mundo de la vigilia, una vigilia de pesadilla. Pero no podía escapar de esa verdad. La levedad de sus ropas apenas contenía la desmesura de su cuerpo, que se asomaba produciendo un desesperado deseo en la viciosa otra especie que lo rodeaba, entregadas al tabú y al deseo nefando. Hasta los animales más primitivos se juntan solo con su especie, esa simple ley natural acá se desobedecía, se olvidaba, hasta la biología que yo despreciaba era mejor que esto. La heterofilia, la unidad entre lo distinto, aquí se ejercía con desesperación y apetito ansioso. Y la satisfacción que ofrecían los pornoi no satisfacía nunca. Si los hombres de la secta escapan de la naturaleza para flotar a lo elevado acá se moría la vida agusanada por el mal. Sin duda había algo peor que la vida.

       Hasta los vegetales que son seres primitivos se unen a sus iguales, la naturaleza odia lo trans-especifico por ser infecundo, solo la bestialidad degenerada hace que un ser humano busque lo diferente y engendre con aquello lo monstruoso. Pero aquí un antiguo y atávico deseo ya borrado del hombre moderno persistía. ¿Este era acaso un vistazo al hombre del pasado que yo ayer admiraba? ¿O era una mirada a lo que pasaba una vez rotas las leyes de la vida, que ambas religiones cuidaban?, acaso al renunciar a ser un ser vivo no me esperaba la perfección y pureza sino solo este infierno de caos y sin sentido anti-natural.

       Muchos de esos Etaires, no eran de verdad heterofílicos, sino hombres normales que parasitaban los deseos errados de las que si lo eran. Él debía ser uno de esos o así lo deseaba creer. Pero pronto supe que es imposible actuar como un animal que vuela sin ser un animal que vuela. Que, si no te ahogas bajo el agua, no estás solo simulando ser un pez.

Yo nunca había sentido ese deseo degenerado. Solo el casto afecto corporal por mis iguales buscadores de virtud hombres como yo. Pero ahora sentía otra cosa. Un humor emanaba de aquel personaje grande y de mirada agazapada. No solo era belleza, algo tosco y profundamente malo se despertó en mí al verlo. En medio de tanta fealdad y tristeza, la más densa tristeza jamás juntada, su belleza se presentó como una rara felicidad, era una irónica jugada de la vida, un enrostrar a los desahuciados, lo que estaba fuera de su alcance a perpetuidad: la vida misma. Lo inalcanzable se ofrecía solo para frustrar a la otra pobre especie y a mí.

Rodeado de ojos abyectos, de almas podridas por dentro, de seres a punto de desaparecer de este mundo, tanto espiritual como físicamente, su presencia era como la de un milagro de proporción y vida entre en ese abismo humano, pero algo de su desordenada embriagues compartía la vileza de lo que lo rodeaba. Solo la forma era perfecta y sana, lo interior era ruin y podrido. Tan marchito y oscuro como lo demás. Y si yo veía belleza en ello yo debía también ser malo. Yo era entonces tristeza y fealdad tanto interior como exterior, yo era entropía, pero lo vi sano y tan feliz, tan invenciblemente feliz que ya solo quedaba resignación a mi deseo imposible.

La otra especie vivía su heterofilia como una enfermedad incurable, podridas por dentro, él se movía jugando un juego secreto. Su presencia era un milagro, pero no el milagro de un santo sino el de un demonio, pero algo de su desordenada embriagues me hizo uno con la vileza que me rodeaba. Me hizo ser por unos segundos uno de esos animales desnaturalizados, aunque mi deseo no fuese por naturaleza degenerado. No temí aceptar mis emociones, aún era un aprendiz. Fácilmente me desprendería de ellas luego, el hombre del sueño, ahora de la pesadilla, en la vigilia, no dejaba de provocar obscenamente. Y todo era un hueco que él podía llenar. Y sentí en mí ese hueco. El amor, ahí lo supe, es un vacío que se quiere llenar.

Distinto a todos, sin embargo, yo encajaba en ese mundo aún más sórdido que lo usual. Mi alma estaba ya torcida y corrupta. 

Un hombre de esa profesión nefasta, el Leno de todos ellos como supe después, se me acercó, no lo sabía, pero era también un asesino: Hans Hahn, y me dijo:

—Hola, no volvemos a ver, ¿Cómo te llamas? Puedes considerarme tu amigo y te ayudaré a conseguir lo que deseas.

—No sé aún mi nombre ¿Cómo se llama él?

—Su nombre nadie lo sabe ¿ya adivinaste a que nos dedicamos? —dijo y rio espantosamente mientras yo lo adivinaba tristemente

—¿Tú perteneces a esa profesión?

No. Soy solo un Leno, un representante y es más bien un oficio. Pero no. Yo si deseo a la otra especie. No me avergüenzo de ello. Aunque mi corazón le ha pertenecido siempre solo a una mujer, imposible para mí. Pero los amores platónicos también exigen fidelidad. Y rio otra vez al ver mi extrañeza. Pero pronto cambio de semblante.

—Ese es como mi hermano, ¿De dónde vienes?, —dijo esperando de mí toda su atención, pero mi mirada fija no lo escuchaba.

—De donde seas que vengas debes irte —agregó como queriendo ayudarme. Aquel no era su hermano, ni siquiera su amigo, ni nadie lo era en ese submundo, pronto descubrí que estos hombres sueñan y fantasean con relaciones reales, sueñan con que los quieren de verdad y no solo los desean, se lo inventan continuamente, con cualquiera. Pero no tienen en realidad a nadie.

—Lo que está en él no está en mí. No de modo fijo. Debo vencerlo antes de regresar.

—Antes de volver a ti mismo —agregó y tomo delicadamente mi mano como a un pariente.

       Volteé a mirar con estupor a Hans Hahn. Y solté mi mano.

En la ruindad de la cara del rufián una pincelada de desilusión se dibujó.



[1] Relación sexual entre hombre y mujer.

45 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: En el corazón del mal

 



Un trillón de años después…

 

n sí había escuchado profundamente a Petrock, necesitaba una misión, en realidad la tenía, enterraba muy dentro, un objetivo, un deseo, aunque no claro, no había tenido ninguna meta hasta ese día de su vida, y torpemente imaginó la más grande de todas. Para empezar a hacerlo realidad escapó, solo sería un día, pero requería desobedecer a Ayazx,  hacerlo le pareció algo imposible. Como había pactado antes se reunió con Elio, con fvogelfit y con Amaru, Enio siempre atrás atado a la cuerda. Estos lo acompañaron un tramo, pero no sabían el verdadero plan, ni n lo comprendía. Por la oscuridad sus pasos ya se acercaban poco a poco al enemigo: el Castillo de Metal, n no tenía un plan claro, pero si un profundo deseo en su corazón, matar al Thecnetos, y ser libre como decía Petrock… empezar a dejar de ser una cosa, pero ¿Cómo? ¿Qué era ser libre? primero quería ver la cara del enemigo, ningún niño-juguete había entrado al Castillo de Metal, solo hablaban y soñaban con él, pero él debía conocerlo, no sabía que cada paso que daba lo daba también su perseguidor.

Los pasos finales hasta el Castillo de Metal eran por una especie arenas blancas y puras, totalmente vacías y que rodeaban al edificio y lo separaban de la ciudadela de Amil Urep, en la oscuridad helada no se podía ver su blancura, pero si su incomodo silencio. Desde esa explana podían ver la terrible fortificación, cuyas altas puntas arañaban las altas nubes, haciendo un terrorífico ruido como un sordo trueno. Al verlo de cerca un horror apretó el corazón de los niños juguete, toda la consternación de la muerte estaba ahí, terribles ruidos los hacían retumbar, miles de entradas lo agujereaban como a una cosa enferma y por ellas presentía escenas de esclavitud y de melancolía, un permanente grito de horror se abrazaba a sus frías ampulosidades metálicas, y resbalaba por su indiferencia mortal. A pesar de todo, la belleza de ese castillo los sedujo y los asustó, en su centro, un monstruo crecía, tan abstracto como el agujero negro que criaba, y que esperaba despertar para matar a la humanidad, el Thecnetos. n tembló, ante aquel infierno artificial de triste belleza. Sus enclenques piernas temblaban, y sus pequeños pulmones se vaciaban de aire, pero se dio valor. Iría solo, los demás esperarían, siendo pequeño pudo esconderse y avanzar, ya pisaba jadeando de miedo las entrañas del monstruo: una caótica colmena humana, oculto, veía desde el piso las piernas hercúleas y toscas de los guerreros, que pisaban enérgicas, y vio a los Thaumasios ciegos y medio artificiales en sus elegantes trajes, rodeado siempre de pequeños y numerosos servidores, unos humanos y otros mecánicos, seguía avanzando, ese monstruo era el culpable de que los niños sean solo niños y de que los hombres fueran solo hombres. De que él fuera solo un golem, y acaso de su propia vida tan injusta. Se llenó de impotente rencor infantil.

Vio cargamentos de muchedumbres, sacrificios para la gran máquina, el Thecnetos devoraba anti-entropía y nada tenía más anti-entropía que la vida, dado que casi solo había vida humana esta era el mejor combustible. Había otra raza, unos pequeños funcionarios, hombres robustos pero chicos, sus rostros no eran muy inteligentes, pero eran más ágiles que los aparatosos guerreros que los triplicaban en tamaño, corrían entre las piernas de estos gigantes, y rodeaban a los Thaumasios, jalonándolos y sirviéndoles, eran sus obreros, pero estos estaban también a su merced, no eran amos, sino otra forma sofisticada de esclavos. Como las hormigas reinas tironeadas y forzadas de aquí a allá por toscas obreras, hasta que un día, al llegar a ser inútiles, eran muertas por estas sin ninguna piedad o respeto por su anterior superioridad

       Uno de esos Taumasios, Orf, rodeado de sofisticado lujo tecnológico, miró de lejos a n, hubo cierta confusión en el mismo desorden, nunca habían visto de cerca a un niño-juguete, así de aislados y esclavizados estaban en el Castillo de Metal… el caso era que lo habían descubierto, quizás podría volver, ya lo anhelaba desesperado, pero los pequeños funcionarios ya lo rodeaban. Un gigante bestial se acercó llamado por ellos, su uniforme hecho de hierro, era rebasado por músculos enormes, su cuello, entrevisto entre el metal era del grosor de su misma cabeza tosca y grande, y con una mano más grande que la cabeza de n lo agarró. Entre sus manos sintió el mismo miedo que en manos de su padre Ayazx, solo por eso no gritó. Pero en el caos apareció, un funcionario humano, a pesar de su precario aspecto tenía autoridad sobre esas dos razas inferiores. Era Farman.

Déjelo bruto. Es propiedad de uno de mis escoltas.

La bestia humana hecha de carne gruño, y n no supo si ese era el idioma primitivo de esa raza proto-humana a la que su padre también pertenecía. A pesar de las protestas Farman pudo poner a n a salvo, en el caos que reinaba dentro del castillo de metal, no causo mucha sorpresa, y todo continuó, que raro, n había creído que acá era todo orden y jerarquía, pero era una torre de Babel, un desorden, un caos, pero el caos funcionaba y el Thecnetos crecía.

Farman lo fue jalando hasta la salida del Castillo de Metal, n notó que Farman estaba más nervioso que él, sus dientes amarillos y largos rechinaban, y sus ojos detrás de gruesos vidrios brillaban preocupados

—No sé qué haces acá, pero debes irte. Este es un infierno.  Eres afortunado de ser un niño-esclavo y no un adulto esclavo.

Puso a n delante de la arena que rodeaba la ciudadela que él nunca había pisado.

Sabes cómo regresar ¿no?

¿Quién es Ud.?

—Soy solo un burócrata… Tu eres un hijo de los guerreros. Está prohibido que los traigan. Hay un mito sobre ellos.

—Que uno de nosotros podrá matar al Thecnetos.

—Eres inocente, el Thecnetos ni siquiera tiene cuerpo físico para matarlo. No es cosa ni persona, es una singularidad, un monstruo relativista, una abstracción, pero es real, no como esa leyenda.

—Que algo sea abstracto no significa que sea irreal ¿también Ud. conoce esa leyenda? —dijo n asombrado de su propia locuacidad.

—Acá sabemos todas las verdades y todas las mentiras. Dime de que guerrero eres hijo y te reuniré con él. Pero será castigado.

—Él no trabaja acá

—¿Has venido solo?

—Sí, necesitaba saber que es el Thecnetos

—Te lo diré, básicamente es muerte, de hecho, acabará con todos muy pronto. No conozco la ciudad, si hubiera algo que pudiera detenerlo quizás sería nuestra esperanza.

—N, él lo destruirá.

—N no existe, son solo deseos, como los de un enamorado no correspondido. Solo los guerreros tendrían la fuerza contra la trans-meta-corporación.

—Ud. debería contarles

—¿Cómo te llamas?

—n, gracias por salvarme Farman.

—No servirá de nada. ¿Cómo sabes mi nombre?…

N no sabía cómo es que lo sabía y emprendió camino de regreso, no encontró a sus amigos, algo los había espantado, eran leales y no lo dejarían sin una razón, a medio camino a casa se encontraría con quien lo había seguido, su terrible padre. Que le daría un castigo cruento. Como les dio a sus cómplices. Había llegado por fin del día que tanto temía.

44 SOTENCEHT

 


 
13,8 Billones de años después del inicio del universo…

 

Había logrado olvidar del todo al hombre del sueño y mi pecho estaba henchido de piedad, de calma fascinada por la belleza del plan de Ahelos. Sí, la humanidad había sido perfecta. Su evolución a algo superior solo se había interrumpido por las guerras de las 2 bio-religiones o por algún accidente cósmico, pero se reanudaría lentamente, la reanudaríamos nosotros. Sentí una vana sensación de orgullo. Era un sentimiento inofensivo, podía ceder a esa pequeña emoción sin peligro. Había logrado con éxito traducir mi primer libro, solo que me insatisfacía no poder desentrañar esas dos palabras: 

Cinco letras y nada de sentido. Dicen algunos exploradores de la memoria que una palabra a solas no significa nada, sino que solo tiene sentido cuando está en comunidad con otras, en una frase o en un relato. A solas, una palabra es una abstracción o sea nada. Y este contexto también le debe a esa palabra su significado, por ejemplo, sin la palabra “tiempo” ninguna de las demás palabras significaría lo mismo. Si era así, yo no entendía realmente el libro al no entender que significaba ese vocablo.

Pero esa noche lo entendería.

43 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: Reconstruyendo La Humanidad Desaparecida: Dimorfismo[1]

 

43 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: Reconstruyendo La Humanidad Desaparecida: Dimorfismo[1]

 


Colaboración Galuconar Yue

 

En otro lugar del espacio-tiempo...

 

—Creo —dijo fvogelfit a n y a Petrock— que, aunque en muchos documentos del primer eón los humanos mencionan relacionarse en simbiosis con lo que parece ser una especie distinta, podemos postular la hipótesis de que la entidad llamada "mujer" no era ni un simbionte con el que coexistieron los primeros humanos [CfrDoc 25/138], ni una ficción meramente estética salida de sus primeras formas de vida virtual [CfrDoc 9/5732], como se ha creído hasta el momento.

—Esta última teoría —continuó— se apoya en que las características adscritas a “las mujeres” son de carácter principalmente moral, y solo algunos breves fragmentos prácticamente desautorizados sugieren de manera imprecisa características físicas de este ser, antes de su desaparición total en el segundo tercio de la historia humana (el paso de prehistoria a historia). Yo creo otra cosa —dijo Petrokcs mientras Ayazx miraba desganadamente a los dos niños-juguete y a su eromenos, le daba rabia que n se ocupara en esos 2 extraños, pero aguantaba pues creía humildemente que n podría aprender algo de ellos que no podría aprender de él. Igual lleno de envidia se propuso dejar a Petrokcs en los siguientes días para tener a n solo para sí.

—La causa de este fenómeno es que la humanidad sufrió de un severo dimorfismo sexual (los miembros, femenino y masculino, de una especie son anatómicamente distintos) durante la prehistoria, fenómeno que era esencial a su reproducción primitiva — dijo Petrokcs—. Este dimorfismo se redujo en la transición hacia la reproducción artificial, antes de desaparecer definitivamente en la etapa inicialmente autodenominada como "neo-humana" ningún sexo tenía ya un rol en la reproducción que pasó a ser artificial, así que las diferencias entre hombres y mujeres se esfumaron, solo quedó una invisible huella epigenética en sus gametos anatómicamente iguales ahora, en desuso. No descendemos solo de hombres, somos hombres y mujeres indistintos, y dada la igualdad de los sexos fue innecesario usar dos palabras distintas para cosas iguales.

—Bueno —dijo fvogelfit con una mirada adulta en sus ojos niños— lo son los humanos, no nosotros. Miraron cariñosamente a n esperando su opinión, animándolo, pero este no dijo nada mirando con incomprensión. Ayazx se llenó de vergüenza una vez más de aquel infructuoso hijo.

...Pero ambos se equivocan... —pensó mudo n. Recordó ese texto censurado, un fragmento prehistórico que, si bien no aportaba una prueba definitiva, sí debilitaba sus teorías. Una vez más se encontraba frente a un conocimiento que no sabía dónde había adquirido ni podía comprender.



[1] No hay seguridad de que sea apócrifo o no

42 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: La mujer es un animal áptero 3

 



Un trillón de trillones de años antes.

El casto iniciado eracom acompañaba a Nhimis a ese lugar peligroso.

—Permanece cerca mío.

Subían y bajaban por Limma, atravesando sus muros ahuecados y sus caprichosas escaleras, cuya diversa arquitectura delata un mosaico confuso de épocas que la componía, se acercaban más y más a un lugar abyecto y se sentía lejana, su maldad. Aún era temprano. Solo había unos pocos hombres esperando callados. Vino uno de ellos, el Leno, era alto, pero repentinamente parecía torpe: Hans hanh, vino a ellos e hizo algo repulsivo, puso sus labios sobre los de Nhimis y esta aguantó el asco, e incluso le lamió la lengua, eracom se ruborizó, sintió una incomodidad en el estómago, era el pecado nefando, nunca lo había presenciado. Por primera vez veía su suciedad en persona.

—Anoche soñé contigo, ahora solo soñaré contigo, regresó a mi tierra.

—Yo sueño a diario contigo, con todas Uds —dijo Hans hahn y cogió la mano de Nhimis, esta lo dejó solo un segundo. Satisfacer y frustrar era el juego. Era obviamente un lugar peligroso, pero no para ella, le había mentido a eracom. Nhimis al sentir la mano compasiva de eracom creyó que escondía una debilidad por las mujeres, no podía creer que fuese mera compasión, cosa que ella no concebía, así que lo llevó a un lugar donde en secreto se ejercía la heterofilia prohibida, vicio suficiente para perder a uno de esos idealistas. 

—Me iré, no puedo sobrevivir, necesito tu ayuda…

—Soy tu esclavo. Ya lo sabes…

—Dame tus pilas de bio-mantenimiento

—Solo hay una suficientemente cargada.

—¿Y estas? —dijo Nhimis agarrando el brazo de Hans hahn. En este brillaron unos ojos de amor, el más puro, y más duradero, el no correspondido. Se sacó las pilas del brazo eran 4, repentinamente Hans Hahn se puso pálido y frio, pero aguantaría unas horas.

—¿No eran 5? —dijo Nhimis.

Te la daré por …

—Quédatela —dijo Nhimis y le dio la espalda, ya tenía lo que quería y debía retirarse.

       eracom estaba horrorizado, la mitad de lo ocurrido simplemente no lo entendió. Pero supo lo abyecta que era Nhimis y decidió no verla.  Se iría sin ella. Y ahí notó que ella ya había empezado a irse, realmente no la atemorizaba el camino, así que él esperó para salir detrás, pero a distancia de ella, antes de salir del Jardín Extraño por la estrecha entrada, algo grande y tosco entro por la estrecha puerta, empujo violento como a un estorbo a Nhimis como era usual hacer con las mujeres.

Paso con más cuidado al lado de eracom pero su caliente hombro desnudo roso la piel del iniciado, en ese momento las palabras de Nhimis, que hablaba sin parar se apagaron, se volvió mudo el mundo, el cerebro de eracom se apagó como una ciudad a punto de sucumbir, concentrando toda su energía en su núcleo más primitivo, solo fue un segundo, o menos, no lo suficiente para ser consciente o recordarlo luego, luego esa figura grande y hermosa desapareció pero eracom la reconoció, solo sintió a su espalda que algo grande bajaba hundiendo el aire con él. Pero sabía quién era, y se prohibió volverse a verlo de frente. Al despertar de esa leve distracción noto que Hans hahn estaba hablándole.

—Perdón, ¿Qué me dijo?

—No dije nada, ya sabes no necesito que me entiendas solo que ellas me entiendan, buscas seguro un contacto prohibido... —dijo ya seguro de haber logrado un cliente.

De pronto rio con una carcajada obscena, nada de su conducta tenía sentido para eracom, felizmente ya todo había acabado.

       eracom regreso a la secta vanamente seguro de haber hecho mal. Y a pesar de que no recordaba ningún incidente particular, algo irreversible había pasado y cambiado en él.

41 VIAJEROS DE LA ETERNIDAD: M, el otro.

 



 

Un trillón de trillones de años después…

 

Dos figuras pequeñas se adentran por el paisaje fragmentado del último planeta.

 —Creo que hace tiempo que tiene su mapa señor —dijo Thalos cínicamente—, y no se decide a encontrarlo. Creo ya no quiere hallar a M ni quiere seguir siendo L.

En el camino supe que estaba cerca, de hecho, reconocí detalles que confirmaban que verdaderamente ahí estaría el Emisario, M, o quien sea…

—¿Porque no había pensado en esos detalles? —dije en voz alta.

—Porque no quieres encontrarlo —dijo Thalos adivinado mis emociones.

El corazón me palpitaba con dolorosa fuerza, un malestar me enfermaba al estar cada vez más cerca. Algunos edificios se habían derrumbado lentamente sobre un lado dejando solo integra una puerta de granito. Adentro había algo que se movía lentamente dentro de lo oscuro. Supe que estaba ahí M y esa verdad me resultó insoportable. Me sentí aterrado.

—Cuidado con lo que encuentre señor. A veces es una fatalidad cuando lo que deseamos se cumple —dijo cruel Thalos.

       Al final de un oscuro túnel, sobre un piso de metal sucio había un hombre pálido, cubierto de negros trapos, había convertido ese órgano muerto del Thecnetos en su casa y medio de sobrevivencia. Una pobre y sucia covacha de moribundo. Ya había encontrado a M, aquel que me había abandonado a mí en un universo agonizante, solo hacía falta entrar.

Di unos pasos lo más lento posible.

—¿Yo soy quien buscas? —dijo una voz, pero en esa voz tenía las grietas de una vejez y una desesperación.

       No pude responderle. Ni fui capaz de entrar. Acaso ya no había ninguna razón para entrar.

40 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: Entrenamiento

 



Un trillón de años después…

 

Ayasx despertó a gritos a n, este lleno de terror lo obedeció. Empezaba así otra larga e infructuosa jornada de trabajos y educación estricta. Ayazx tenía un plan para n que contradecía las condiciones físicas y la personalidad de este. Le enseñaba una doctrina militar ya caduca hace tiempo. Además, ya no habían ni habrían más guerras, no había ejército o flotas en ningún lado. El antiguo linaje de guerreros había evolucionado en paralelo al de los técnicos, los hombres de esta sub-especie, eran por naturaleza altos y de huesos anchos, producían 10 veces más testosterona que un ciudadano normal, diversos genes de desarrollo estaban sobre activados, por ello sus cuerpos eran descomunales, pero como todos saben el control del cuerpo ocupa un lugar en el cerebro, más músculos requerían más neuronas que los controlaran y estas ocupan más espacio en el cráneo, por ello lo robaban a la corteza cerebral, y por eso, sin ser tontos, los guerreros gigantes no eran muy abstractos y su temperamento malvado o benevolente siempre era algo infantil o inocente, el camino más corto entre dos puntos es la línea recta y entre una situación y su reacción eran directos. No deliberaban ni eran retruécanos, también eran espontáneos en sus afectos u odios al haber poco filtro en su conducta, eso los hacía más felices. Si tenían sed eran la misma sed, si sentían amor eran el mismo amor. Como los pájaros adoran volar, los guerreros amaban pelear y exhibir su fuerza y belleza física.

Pero, ni el cuerpo ni la mente de n tenían ninguna de estas características ingénitas, lo que había entusiasmado a su padre aburría a n, es más, lo torturaba. Pero aceptaba el rigor por el deseo de complacerlo y un día merecer su aprobación, y por qué sabía que un día debía realizar una proeza, ojalá es día no llegara nunca.

n tampoco tenía las cualidades congénitas de los técnicos o los científicos, ideas complejas a veces surcaban su mente, sabía que no eran comunes, pero estaba fuera de su control, lo rebasaban, por eso callaba y parecía que no tenía ningún pensamiento.

Petrock, como la mayoría de guerreros, era bondadoso, solo los hombres bellos y fuertes pueden ser generosos. Los débiles y feos viven infelices y la infelicidad es una enfermedad del alma que los vuelve malvados, por ello no saben lo que es compasión, acaso porque nadie la tuvo con ellos, o porque la fealdad es desorden y caos, muerte inyectada en la vida que por naturaleza es orden. Lo feo es lo medio muerto. Por ello Petrock, ahora eromenos de Ayazx se compadecía de n, su hijo fvogelfit se unió entusiasta al entrenamiento dirigido por Ayazx, disfrutaba de la rutina, aunque le tocaba siempre la parte más fácil. Petrock a veces veía el entrenamiento de n más que como una preparación como un castigo, n era culpable de algo que no sabía. Ayazx lo estaba matando de a pocos y n no lo sabía. Era casi una venganza de Ayazx contra aquel niño-juguete. Pero ¿qué podía haber hecho este?

Y a pesar de todo lo sufrido el corazón de n amaba a su padre sobre todas las cosas y se resignaba a la crueldad y desamor de aquel entrenamiento. Dedicaban casi todas las mañanas a ese infructuoso entrenamiento. Al final de la jornada, cansado y sin hacer ningún progreso, Ayazx lo dejaba tranquilo. Luego n, lleno de celos infantiles, veía como Ayazx se entretenía con otros niños en juegos espontáneos. Estos carentes de toda rudeza.

A pesar de su dureza Ayazx parecía muy afín a los niños. Y era feliz con ellos. Nada más parecido a un niño que un guerrero, puro y sin complicaciones. Y desarrolló un afecto sincero y cálido por fvogelfit. Pero no con n. De n sentía necesidad, no amor. ¿Pero de qué? Solo deseaba algo que estaba en él, pero que no era él.

Acabada esa jornada y aprovechando el juego de Ayazx con fvogelfit, Petrock llevo a n a su lado, sentía que debía ayudarlo. Salvarlo de lo que veía inevitable.

—Ven —le dijo cogiendo la pequeña mano—, camina conmigo, te diré algo.

n lo miro con esa poca profundidad que tiene la mirada infantil dispuesto aprovechar cualquiera de sus palabras. Y con la convicción de no contradecirlo en nada. En el horizonte se veía el Castillo de Metal erizando de puntas el paisaje artificial. 

—Escúchame —le dijo con la convicción de salvarlo—. Eres esclavo, tu vida la determina tu dueño, como a nosotros nos la determinan los amos de la trans-meta-corporación. Pero solo tu cuerpo es esclavo, no dejes que tu mente también lo sea. ¿Entiendes? Los esclavos lo son principalmente por falta de voluntad no de fuerza. Todo ser vivo tiene voluntad. La poca que tengas consérvala. Lo primero que pierden los esclavos es el espíritu, no lo permitas. Fingir, mentir, aguantar es la técnica típica de los cautivos, es su salida fácil. No lo hagas.

n lo miro con absoluta incomprensión.

—Quiero a tu padre, pero debes revelarte a él, si no físicamente al menos moralmente. No finjas y adquiere fuerza o tu alma también será esclava.

n no respondió, atrapado en su condición todo eso le sonó imposible. Incoherente. Pero asintió obediente.

—¿Quieres darme un abrazo?

n si lo quería, pero no se atrevería a pedirlo nunca. Petrock lo adivinó y lo abrazo con afecto y muy fuerte, n se sintió terriblemente incomodo, pero por un segundo sintió que ese abrazo era algo agradable y bueno. 

Un tosco golpe sobre n interrumpió ese fugaz momento.

—No estropees a mi hijo —dijo Ayazx terriblemente molesto y arrebató toscamente a n de los brazos de Petrock, n debía endurecer su debilidad, esas afeminadas ternuras fácilmente lo terminarían de arruinar, de hecho, n ya había nacido a punto de quebrarse… Pero no eran solo por esos criterios pedagógicos, sino que Ayazx sintió celos y miedo, y odio sentirlo.

—Nunca más toques a mi hijo, ni le hables ni lo mires —dijo como quien amenaza de muerte con toda la convicción de matar.

       Luego Ayazx llevó toscamente a n a un mercado negro de biotecnologías, muchos acudían a modificar el material genético de sus hijos adoptivos, Ayazx irritado por lo sucedido no habló ni miró a n en todo el recorrido, ese mercado era de biotecnólogos embusteros la mayoría. Pero Ayazx no se dejaba embaucar y buscaba otra cosa distinta para n.

Mientras Ayasx discutía con el gnomon, uno de los mafiosos de biotecnología callejera sus intenciones sobre n, este solo soñaba con salvarse, unirse a la cruzada busca de N, el infinito y vacío N.

39 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS. Sueños



13,8 billones de años después del inicio del universo…

El joven eracom avanzaba en su preparación para ser uno más de la secta de la memoria, pasaba el día estudiando con ellos. Ahelos vio que era un estudiante precoz y que adelanto a los demás con rapidez, pero con humildad. En las noches caía rendido y dormía castamente rodeado de esa nueva comunidad a la que se adaptaba. Pero ahora sus sueños eran invadidos por obscenas imágenes. Antes de conocer a la secta había tenido esos sueños, pero al despertar no los recordaba ni eran de naturaleza tan “carnal”. Ahora esa forma voluptuosa lo perseguía durante las horas de vigilia. En su sueño vio al hombre de nuevo, esta vez pasaba su lado mirándolo, de pronto estaba completamente desnudo mostrando un cuerpo ancho y violentamente erótico: Eme,  que lo lleno de intranquilidad, de frío, luego este empezó a acercársele con la inminencia de hablarle. Desesperado por hablarle. Era como si aquel sujeto realmente existiera, pero se hallaba en un lugar muy remoto del cosmos o del tiempo buscándolo, y solo había logrado alcanzarlo a través de los sueños. Y algo crucial tenía que decirle.

…lo has logrado

—He vendido mi idea a la compañía, pero para ella será parte de un plan nefasto.

—¿Que puede haber de malo en permitir a los que se aman engendrar? —dijo Eme.

Que ya no hará falta que la otra especie engendre, querrán extinguirlas, una vez ya no hagan falta —dijo Ele.

—¿Aceptaras?

—No. No se saca felicidad a costa de la desgracia.

Ambos juntaron su pulcro amor reconfortándose uno al otro por su mutua derrota.

 Como siempre ocurría, justo cuando estaba a punto de entender que decían despertó. Pasó todo el día pensando en esa imagen. En esas palabras y en ese cuerpo. Pero no sentía emociones animales sino sublimes, intensas sí, pero más delicadas y bellas que su nuevo amor por la humanidad. En las horas de vigilia y estudio, descubrió que extrañaba a ese cuerpo hecho de sueños y esperaba con ansias la noche para volver a verlo y acaso… tocarlo, y para escuchar lo que acaso a él también le urgía saber. Debía pedir ayuda. Esa madrugada buscó a su maestro lleno de culpa. 

—Maestro...

—Dime— dijo Ahelos adivinando en la mirada del adolescente las angustias del amor.

—Temo sentir eso que llaman pasiones sentimentales.

—No hay mal. Puedes amar sin peligro, el homo-romanticismo está permitido entre nosotros. Pero además debes amar a todos y a la humanidad.

—No es ese tipo amor.

—Veo. No te sientas culpable. Es normal, tu cuerpo se resiste a tu abandono de la biología. ¿De quién te has enamorado? Los ayudaré a unirse y a descubrirles la felicidad del amor.

—No es nadie de aquí.

—Si no es uno de la comunidad no estás en peligro, aquí estarás alejado de todas esas tentaciones que es el amor como lo entiende la corrompida humanidad. Si es necesario te enviaremos mañana a una comunidad lejana.

—No puedo huir de él. Esta dentro de mí.

—No entiendo.

—Todas las noches sueño con él. No es una persona de verdad. Es alguien que sueño. Que me busca. Que esta acaso en un mundo remoto, esperándome. Y soy muy feliz al pensar en él, aunque sé que no existe. Y algunas veces no es felicidad lo que siento.

—¿Voluptuosidad?

—Sí —dijo eracom avergonzado.

Ahelos le dio un abrazo fraterno conmovido de su inocencia.

—No hay peligro, son solo ideas. Estas abandonando la biología y es normal una parte de tu mente se resista y teja esas fantasías. Pero los sueños son nada. Es inofensivo y dado que no tienes control en tus sueños no tienes culpa. Solo somos culpables de lo que elegimos libremente, en el sueño no eres libre. En la vigilia no hay peligro. Ya no te vuelvas a sentir culpable y vuelve a dormir.

Aliviado eracom se sintió limpio de nuevo. Y se entregó al sueño. Esa noche este fue casto. Nunca más soñaría con aquel hombre tan… No hallaba la palabra… “desmesurado” era demasiado, pero no recordaba una más exacta. Había dado un paso más en su preparación para ser un hombre nuevo. Sin embargo, no encontrarse con él cada noche hizo crecer en él una melancolía tierna y triste. Empezaba a extrañar su fantasía. Se detenía a repasar los recuerdos de sus sueños para que no se borren del todo. En esto acaso si era culpable, había dicho eso Ahelos, somos responsables de lo que elegimos. Y él elegía no olvidar. Pero no podía evitar que se fueran borrando las imágenes y le peso. Pero no era real. Así que no había peligro en pensar un poco en él hasta que por fin se borrase de su memoria. 

Pero aquel hombre lo esperaba en un punto preciso del espacio-tiempo que llamamos realidad.