sábado, 2 de septiembre de 2023

37 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: La mujer es un animal áptero 2

 


 Un trillón de años antes…

 Nhimis vagabundeaba y rumiaba la humillación que eracom la hizo vivir. Pero ya sabía cómo destruirlo. Había averiguado algo sobre él, un estudio paciente de la persona y sus emociones era preparado por este tipo de seres antes del ataque, que sería pacifico, invisible, pero mortal. Además, aprendió que aún sin fuerza ni inteligencia tenía otra herramienta a su alcance, la entropía. Ese viejo enemigo de la vida. Destruir era más fácil que construir, construir iba en contra del sentido del universo, pero destruir a su favor, resultaba fácil. Desde su insignificancia tenía 3 armas ya: mentir, adivinar las emociones y destruir, para las tres su especie estaba bien dotada.

Mientras, en la secta de la memoria tres iniciados habían sido comisionados, el grandote Izzi, el fornido, aunque siempre mudo Milo, y eracom, intercambiarían reliquias con una secta lejana, caminaban en una silenciosa fila con eracom al final. eracom vio a una mujer llorando en el camino. Lo pasos de Izzi pasarían por ahí, esa cosa estorbaba, al llegar a ella, repentinamente la pateó como a un estorbo con una de sus gruesas pantorrillas y su camino no se dobló de su rectitud y ritmo, Nhimis cayó a un costado humillada. Izhi murmuro:

…Perra, aprende a no estorbar...

Milo miro con torva incomprensión la escena y siguió caminando dudoso, pero eracom se detuvo, los dos siguieron confiados en que eracom no demoraría. Nhimis había sido tratada como una cosa, como una lata que hubiese caído en ese sendero entre las ruinas. Respiraba llena de amargura y dolor.

—¿Puedo ayudarte? si averiguas la causa de tus problemas, podrás volver a tu región. Podemos modificar causas y modular efectos...

Esto encendió más el odio de Nhimis. Un odio profundo a la razón, ella, Nhimis, era la misma irracionalidad.

—Necesito ir a un lugar. A despedirme de alguien llamado Hans hahn. Pero es muy peligroso. Si logro despedirme volveré inmediatamente con mi especie.

—Iré contigo.

—¿Esta noche?

—Sí.

—Te esperaré —dijo y su afilada mirada se clavó en los ojos tiernos de eracom.

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