Mientras,
en la secta de la memoria tres iniciados habían sido comisionados, el grandote Izzi, el fornido, aunque siempre mudo Milo, y eracom, intercambiarían reliquias con una secta lejana, caminaban
en una silenciosa fila con eracom al
final. eracom vio a una mujer llorando
en el camino. Lo pasos de Izzi
pasarían por ahí, esa cosa estorbaba, al llegar a ella, repentinamente la pateó
como a un estorbo con una de sus gruesas pantorrillas y su camino no se dobló
de su rectitud y ritmo, Nhimis cayó a
un costado humillada. Izhi murmuro:
…Perra, aprende a no estorbar...
Milo miro con torva
incomprensión la escena y siguió caminando dudoso, pero eracom se detuvo, los dos siguieron confiados en que eracom no demoraría. Nhimis había sido tratada como una cosa,
como una lata que hubiese caído en ese sendero entre las ruinas. Respiraba
llena de amargura y dolor.
—¿Puedo
ayudarte? si averiguas la causa de tus problemas, podrás volver a tu región.
Podemos modificar causas y modular efectos...
Esto
encendió más el odio de Nhimis. Un
odio profundo a la razón, ella, Nhimis,
era la misma irracionalidad.
—Necesito
ir a un lugar. A despedirme de alguien llamado Hans hahn. Pero es muy peligroso. Si logro despedirme volveré inmediatamente
con mi especie.
—Iré
contigo.
—¿Esta noche?
—Sí.
—Te esperaré
—dijo y su afilada mirada se clavó en los ojos tiernos de eracom.
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