Un trillón de años después…
Ayasx despertó a gritos a
n, este lleno de terror lo obedeció. Empezaba así otra larga e infructuosa
jornada de trabajos y educación estricta. Ayazx
tenía un plan para n que contradecía las condiciones físicas y la personalidad
de este. Le enseñaba una doctrina militar ya caduca hace tiempo. Además, ya no habían
ni habrían más guerras, no había ejército o flotas en ningún lado. El antiguo
linaje de guerreros había evolucionado en paralelo al de los técnicos, los
hombres de esta sub-especie, eran por naturaleza altos y de huesos anchos, producían
10 veces más testosterona que un ciudadano normal, diversos genes de desarrollo
estaban sobre activados, por ello sus cuerpos eran descomunales, pero como
todos saben el control del cuerpo ocupa un lugar en el cerebro, más músculos requerían
más neuronas que los controlaran y estas ocupan más espacio en el cráneo, por
ello lo robaban a la corteza cerebral, y por eso, sin ser tontos, los guerreros
gigantes no eran muy abstractos y su temperamento malvado o benevolente siempre
era algo infantil o inocente, el camino más corto entre dos puntos es la línea
recta y entre una situación y su reacción eran directos. No deliberaban ni eran
retruécanos, también eran espontáneos en sus afectos u odios al haber poco
filtro en su conducta, eso los hacía más felices. Si tenían sed eran la misma
sed, si sentían amor eran el mismo amor. Como los pájaros adoran volar, los
guerreros amaban pelear y exhibir su fuerza y belleza física.
Pero, ni el
cuerpo ni la mente de n tenían ninguna de estas características ingénitas, lo
que había entusiasmado a su padre aburría a n, es más, lo torturaba. Pero
aceptaba el rigor por el deseo de complacerlo y un día merecer su aprobación, y
por qué sabía que un día debía realizar una proeza, ojalá es día no llegara
nunca.
n tampoco tenía
las cualidades congénitas de los técnicos o los científicos, ideas complejas a
veces surcaban su mente, sabía que no eran comunes, pero estaba fuera de su
control, lo rebasaban, por eso callaba y parecía que no tenía ningún
pensamiento.
Petrock, como la mayoría de guerreros, era bondadoso, solo los hombres bellos y
fuertes pueden ser generosos. Los débiles y feos viven infelices y la
infelicidad es una enfermedad del alma que los vuelve malvados, por ello no
saben lo que es compasión, acaso porque nadie la tuvo con ellos, o porque la fealdad
es desorden y caos, muerte inyectada en la vida que por naturaleza es orden. Lo
feo es lo medio muerto. Por ello Petrock,
ahora eromenos de Ayazx se compadecía de n, su hijo fvogelfit se unió entusiasta al entrenamiento
dirigido por Ayazx, disfrutaba de la rutina,
aunque le tocaba siempre la parte más fácil. Petrock a veces veía el entrenamiento de n más que como una
preparación como un castigo, n era culpable de algo que no sabía. Ayazx lo estaba matando de a pocos y n
no lo sabía. Era casi una venganza de Ayazx
contra aquel niño-juguete. Pero ¿qué podía haber hecho este?
Y a pesar de
todo lo sufrido el corazón de n amaba a su padre sobre todas las cosas y se
resignaba a la crueldad y desamor de aquel entrenamiento. Dedicaban casi todas
las mañanas a ese infructuoso entrenamiento. Al final de la jornada, cansado y
sin hacer ningún progreso, Ayazx lo
dejaba tranquilo. Luego n, lleno de celos infantiles, veía como Ayazx se entretenía con otros niños en juegos
espontáneos. Estos carentes de toda rudeza.
A pesar de su
dureza Ayazx parecía muy afín a los
niños. Y era feliz con ellos. Nada más parecido a un niño que un guerrero, puro
y sin complicaciones. Y desarrolló un afecto sincero y cálido por fvogelfit. Pero no con n. De n sentía
necesidad, no amor. ¿Pero de qué? Solo deseaba algo que estaba en él, pero que
no era él.
Acabada esa
jornada y aprovechando el juego de Ayazx
con fvogelfit, Petrock llevo a n a su lado, sentía que debía ayudarlo. Salvarlo de
lo que veía inevitable.
—Ven —le dijo cogiendo
la pequeña mano—, camina conmigo, te diré algo.
n lo miro con
esa poca profundidad que tiene la mirada infantil dispuesto aprovechar
cualquiera de sus palabras. Y con la convicción de no contradecirlo en nada. En
el horizonte se veía el Castillo de Metal erizando de puntas el paisaje
artificial.
—Escúchame —le dijo
con la convicción de salvarlo—. Eres esclavo, tu vida la determina tu dueño,
como a nosotros nos la determinan los amos de la trans-meta-corporación. Pero
solo tu cuerpo es esclavo, no dejes que tu mente también lo sea. ¿Entiendes? Los
esclavos lo son principalmente por falta de voluntad no de fuerza. Todo ser vivo
tiene voluntad. La poca que tengas consérvala. Lo primero que pierden los
esclavos es el espíritu, no lo permitas. Fingir, mentir, aguantar es la técnica
típica de los cautivos, es su salida fácil. No lo hagas.
n lo miro con
absoluta incomprensión.
—Quiero a tu padre,
pero debes revelarte a él, si no físicamente al menos moralmente. No finjas y adquiere
fuerza o tu alma también será esclava.
n no respondió,
atrapado en su condición todo eso le sonó imposible. Incoherente. Pero asintió
obediente.
—¿Quieres darme un
abrazo?
n si lo quería,
pero no se atrevería a pedirlo nunca. Petrock
lo adivinó y lo abrazo con afecto y muy fuerte, n se sintió terriblemente
incomodo, pero por un segundo sintió que ese abrazo era algo agradable y bueno.
Un tosco golpe
sobre n interrumpió ese fugaz momento.
—No estropees a mi
hijo —dijo Ayazx terriblemente
molesto y arrebató toscamente a n de los brazos de Petrock, n debía endurecer su debilidad, esas afeminadas ternuras
fácilmente lo terminarían de arruinar, de hecho, n ya había nacido a punto de
quebrarse… Pero no eran solo por esos criterios pedagógicos, sino que Ayazx sintió celos y miedo, y odio
sentirlo.
—Nunca más toques a mi
hijo, ni le hables ni lo mires —dijo como quien amenaza de muerte con toda la convicción
de matar.
Luego
Ayazx llevó toscamente a n a un
mercado negro de biotecnologías, muchos acudían a modificar el material genético
de sus hijos adoptivos, Ayazx
irritado por lo sucedido no habló ni miró a n en todo el recorrido, ese mercado
era de biotecnólogos embusteros la mayoría. Pero Ayazx no se dejaba embaucar y buscaba otra cosa distinta para n.
Mientras Ayasx discutía con el gnomon, uno de los mafiosos de biotecnología
callejera sus intenciones sobre n, este solo soñaba con salvarse, unirse a la
cruzada busca de N, el infinito y vacío N.
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