sábado, 2 de septiembre de 2023

40 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: Entrenamiento

 



Un trillón de años después…

 

Ayasx despertó a gritos a n, este lleno de terror lo obedeció. Empezaba así otra larga e infructuosa jornada de trabajos y educación estricta. Ayazx tenía un plan para n que contradecía las condiciones físicas y la personalidad de este. Le enseñaba una doctrina militar ya caduca hace tiempo. Además, ya no habían ni habrían más guerras, no había ejército o flotas en ningún lado. El antiguo linaje de guerreros había evolucionado en paralelo al de los técnicos, los hombres de esta sub-especie, eran por naturaleza altos y de huesos anchos, producían 10 veces más testosterona que un ciudadano normal, diversos genes de desarrollo estaban sobre activados, por ello sus cuerpos eran descomunales, pero como todos saben el control del cuerpo ocupa un lugar en el cerebro, más músculos requerían más neuronas que los controlaran y estas ocupan más espacio en el cráneo, por ello lo robaban a la corteza cerebral, y por eso, sin ser tontos, los guerreros gigantes no eran muy abstractos y su temperamento malvado o benevolente siempre era algo infantil o inocente, el camino más corto entre dos puntos es la línea recta y entre una situación y su reacción eran directos. No deliberaban ni eran retruécanos, también eran espontáneos en sus afectos u odios al haber poco filtro en su conducta, eso los hacía más felices. Si tenían sed eran la misma sed, si sentían amor eran el mismo amor. Como los pájaros adoran volar, los guerreros amaban pelear y exhibir su fuerza y belleza física.

Pero, ni el cuerpo ni la mente de n tenían ninguna de estas características ingénitas, lo que había entusiasmado a su padre aburría a n, es más, lo torturaba. Pero aceptaba el rigor por el deseo de complacerlo y un día merecer su aprobación, y por qué sabía que un día debía realizar una proeza, ojalá es día no llegara nunca.

n tampoco tenía las cualidades congénitas de los técnicos o los científicos, ideas complejas a veces surcaban su mente, sabía que no eran comunes, pero estaba fuera de su control, lo rebasaban, por eso callaba y parecía que no tenía ningún pensamiento.

Petrock, como la mayoría de guerreros, era bondadoso, solo los hombres bellos y fuertes pueden ser generosos. Los débiles y feos viven infelices y la infelicidad es una enfermedad del alma que los vuelve malvados, por ello no saben lo que es compasión, acaso porque nadie la tuvo con ellos, o porque la fealdad es desorden y caos, muerte inyectada en la vida que por naturaleza es orden. Lo feo es lo medio muerto. Por ello Petrock, ahora eromenos de Ayazx se compadecía de n, su hijo fvogelfit se unió entusiasta al entrenamiento dirigido por Ayazx, disfrutaba de la rutina, aunque le tocaba siempre la parte más fácil. Petrock a veces veía el entrenamiento de n más que como una preparación como un castigo, n era culpable de algo que no sabía. Ayazx lo estaba matando de a pocos y n no lo sabía. Era casi una venganza de Ayazx contra aquel niño-juguete. Pero ¿qué podía haber hecho este?

Y a pesar de todo lo sufrido el corazón de n amaba a su padre sobre todas las cosas y se resignaba a la crueldad y desamor de aquel entrenamiento. Dedicaban casi todas las mañanas a ese infructuoso entrenamiento. Al final de la jornada, cansado y sin hacer ningún progreso, Ayazx lo dejaba tranquilo. Luego n, lleno de celos infantiles, veía como Ayazx se entretenía con otros niños en juegos espontáneos. Estos carentes de toda rudeza.

A pesar de su dureza Ayazx parecía muy afín a los niños. Y era feliz con ellos. Nada más parecido a un niño que un guerrero, puro y sin complicaciones. Y desarrolló un afecto sincero y cálido por fvogelfit. Pero no con n. De n sentía necesidad, no amor. ¿Pero de qué? Solo deseaba algo que estaba en él, pero que no era él.

Acabada esa jornada y aprovechando el juego de Ayazx con fvogelfit, Petrock llevo a n a su lado, sentía que debía ayudarlo. Salvarlo de lo que veía inevitable.

—Ven —le dijo cogiendo la pequeña mano—, camina conmigo, te diré algo.

n lo miro con esa poca profundidad que tiene la mirada infantil dispuesto aprovechar cualquiera de sus palabras. Y con la convicción de no contradecirlo en nada. En el horizonte se veía el Castillo de Metal erizando de puntas el paisaje artificial. 

—Escúchame —le dijo con la convicción de salvarlo—. Eres esclavo, tu vida la determina tu dueño, como a nosotros nos la determinan los amos de la trans-meta-corporación. Pero solo tu cuerpo es esclavo, no dejes que tu mente también lo sea. ¿Entiendes? Los esclavos lo son principalmente por falta de voluntad no de fuerza. Todo ser vivo tiene voluntad. La poca que tengas consérvala. Lo primero que pierden los esclavos es el espíritu, no lo permitas. Fingir, mentir, aguantar es la técnica típica de los cautivos, es su salida fácil. No lo hagas.

n lo miro con absoluta incomprensión.

—Quiero a tu padre, pero debes revelarte a él, si no físicamente al menos moralmente. No finjas y adquiere fuerza o tu alma también será esclava.

n no respondió, atrapado en su condición todo eso le sonó imposible. Incoherente. Pero asintió obediente.

—¿Quieres darme un abrazo?

n si lo quería, pero no se atrevería a pedirlo nunca. Petrock lo adivinó y lo abrazo con afecto y muy fuerte, n se sintió terriblemente incomodo, pero por un segundo sintió que ese abrazo era algo agradable y bueno. 

Un tosco golpe sobre n interrumpió ese fugaz momento.

—No estropees a mi hijo —dijo Ayazx terriblemente molesto y arrebató toscamente a n de los brazos de Petrock, n debía endurecer su debilidad, esas afeminadas ternuras fácilmente lo terminarían de arruinar, de hecho, n ya había nacido a punto de quebrarse… Pero no eran solo por esos criterios pedagógicos, sino que Ayazx sintió celos y miedo, y odio sentirlo.

—Nunca más toques a mi hijo, ni le hables ni lo mires —dijo como quien amenaza de muerte con toda la convicción de matar.

       Luego Ayazx llevó toscamente a n a un mercado negro de biotecnologías, muchos acudían a modificar el material genético de sus hijos adoptivos, Ayazx irritado por lo sucedido no habló ni miró a n en todo el recorrido, ese mercado era de biotecnólogos embusteros la mayoría. Pero Ayazx no se dejaba embaucar y buscaba otra cosa distinta para n.

Mientras Ayasx discutía con el gnomon, uno de los mafiosos de biotecnología callejera sus intenciones sobre n, este solo soñaba con salvarse, unirse a la cruzada busca de N, el infinito y vacío N.

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