13,8 billones de años después del inicio del universo…
El
joven eracom avanzaba en su
preparación para ser uno más de la secta de la memoria, pasaba el día
estudiando con ellos. Ahelos vio que era
un estudiante precoz y que adelanto a los demás con rapidez, pero con humildad.
En las noches caía rendido y dormía castamente rodeado de esa nueva comunidad a
la que se adaptaba. Pero ahora sus sueños eran invadidos por obscenas imágenes.
Antes de conocer a la secta había tenido esos sueños, pero al despertar no los
recordaba ni eran de naturaleza tan “carnal”. Ahora esa forma voluptuosa lo
perseguía durante las horas de vigilia. En su sueño vio al hombre de nuevo,
esta vez pasaba su lado mirándolo, de pronto estaba completamente desnudo
mostrando un cuerpo ancho y violentamente erótico: Eme, que lo lleno de intranquilidad, de frío, luego
este empezó a acercársele con la inminencia de hablarle. Desesperado por
hablarle. Era como si aquel sujeto realmente existiera, pero se hallaba en un
lugar muy remoto del cosmos o del tiempo buscándolo, y solo había logrado
alcanzarlo a través de los sueños. Y algo crucial tenía que decirle.
…lo has
logrado
—He
vendido mi idea a la compañía, pero para ella será parte de un plan nefasto.
—¿Que
puede haber de malo en permitir a los que se aman engendrar? —dijo Eme.
—Que ya
no hará falta que la otra especie engendre, querrán extinguirlas, una vez ya no
hagan falta —dijo
Ele.
—¿Aceptaras?
—No. No
se saca felicidad a costa de la desgracia.
Ambos
juntaron su pulcro amor reconfortándose uno al otro por su mutua derrota.
Como siempre
ocurría, justo cuando estaba a punto de entender que decían despertó. Pasó todo
el día pensando en esa imagen. En esas palabras y en ese cuerpo. Pero no sentía
emociones animales sino sublimes, intensas sí, pero más delicadas y bellas que
su nuevo amor por la humanidad. En las horas de vigilia y estudio, descubrió
que extrañaba a ese cuerpo hecho de sueños y esperaba con ansias la noche para
volver a verlo y acaso… tocarlo, y para escuchar lo que acaso a él también le
urgía saber. Debía pedir ayuda. Esa madrugada buscó a su maestro lleno de culpa.
—Maestro...
—Dime—
dijo Ahelos adivinando en la mirada
del adolescente las angustias del amor.
—Temo
sentir eso que llaman pasiones sentimentales.
—No hay
mal. Puedes amar sin peligro, el homo-romanticismo está permitido entre
nosotros. Pero además debes amar a todos y a la humanidad.
—No es
ese tipo amor.
—Veo.
No te sientas culpable. Es normal, tu cuerpo se resiste a tu abandono de la
biología. ¿De quién te has enamorado? Los ayudaré a unirse y a descubrirles la
felicidad del amor.
—No es
nadie de aquí.
—Si no
es uno de la comunidad no estás en peligro, aquí estarás alejado de todas esas
tentaciones que es el amor como lo entiende la corrompida humanidad. Si es
necesario te enviaremos mañana a una comunidad lejana.
—No
puedo huir de él. Esta dentro de mí.
—No
entiendo.
—Todas
las noches sueño con él. No es una persona de verdad. Es alguien que sueño. Que
me busca. Que esta acaso en un mundo remoto, esperándome. Y soy muy feliz al
pensar en él, aunque sé que no existe. Y algunas veces no es felicidad lo que
siento.
—¿Voluptuosidad?
—Sí
—dijo eracom avergonzado.
Ahelos le dio
un abrazo fraterno conmovido de su inocencia.
—No hay
peligro, son solo ideas. Estas abandonando la biología y es normal una parte de
tu mente se resista y teja esas fantasías. Pero los sueños son nada. Es
inofensivo y dado que no tienes control en tus sueños no tienes culpa. Solo
somos culpables de lo que elegimos libremente, en el sueño no eres libre. En la
vigilia no hay peligro. Ya no te vuelvas a sentir culpable y vuelve a dormir.
Aliviado eracom
se sintió limpio de nuevo. Y se entregó al sueño. Esa noche este fue casto.
Nunca más soñaría con aquel hombre tan… No hallaba la palabra… “desmesurado”
era demasiado, pero no recordaba una más exacta. Había dado un paso más en su
preparación para ser un hombre nuevo. Sin embargo, no encontrarse con él cada
noche hizo crecer en él una melancolía tierna y triste. Empezaba a extrañar su
fantasía. Se detenía a repasar los recuerdos de sus sueños para que no se
borren del todo. En esto acaso si era culpable, había dicho eso Ahelos, somos responsables de lo que
elegimos. Y él elegía no olvidar. Pero no podía evitar que se fueran borrando
las imágenes y le peso. Pero no era real. Así que no había peligro en pensar un
poco en él hasta que por fin se borrase de su memoria.
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