sábado, 2 de septiembre de 2023

41 VIAJEROS DE LA ETERNIDAD: M, el otro.

 



 

Un trillón de trillones de años después…

 

Dos figuras pequeñas se adentran por el paisaje fragmentado del último planeta.

 —Creo que hace tiempo que tiene su mapa señor —dijo Thalos cínicamente—, y no se decide a encontrarlo. Creo ya no quiere hallar a M ni quiere seguir siendo L.

En el camino supe que estaba cerca, de hecho, reconocí detalles que confirmaban que verdaderamente ahí estaría el Emisario, M, o quien sea…

—¿Porque no había pensado en esos detalles? —dije en voz alta.

—Porque no quieres encontrarlo —dijo Thalos adivinado mis emociones.

El corazón me palpitaba con dolorosa fuerza, un malestar me enfermaba al estar cada vez más cerca. Algunos edificios se habían derrumbado lentamente sobre un lado dejando solo integra una puerta de granito. Adentro había algo que se movía lentamente dentro de lo oscuro. Supe que estaba ahí M y esa verdad me resultó insoportable. Me sentí aterrado.

—Cuidado con lo que encuentre señor. A veces es una fatalidad cuando lo que deseamos se cumple —dijo cruel Thalos.

       Al final de un oscuro túnel, sobre un piso de metal sucio había un hombre pálido, cubierto de negros trapos, había convertido ese órgano muerto del Thecnetos en su casa y medio de sobrevivencia. Una pobre y sucia covacha de moribundo. Ya había encontrado a M, aquel que me había abandonado a mí en un universo agonizante, solo hacía falta entrar.

Di unos pasos lo más lento posible.

—¿Yo soy quien buscas? —dijo una voz, pero en esa voz tenía las grietas de una vejez y una desesperación.

       No pude responderle. Ni fui capaz de entrar. Acaso ya no había ninguna razón para entrar.

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