Un día mi padre visitó unas fábricas ambulantes
de manipulación genética. Siempre soñaba con algo, una tecnología sobre mí, pero
nunca lograba encontrarla. Algo en la que yo sería ingrediente, pero no el fin.
Petrock me había aconsejado no hablar
con nadie, que fingiese ser mudo. Ayazx
se metió entre esas covachas enclenques, repletas de viejas tecnologías. No sabía
si demoraría minutos o días, así que me acurruqué en silencio donde nadie me
viera, agache la cabeza, y así dejé pasar los minutos, veía pasar el polvo que
levantaban las pisadas de los transeúntes, me ensuciaban y recibí salpicaduras de
fango sucio sin protestar.
No me atrevía a mirar, pero
notaba que me rodeaban basurales de tecnología de la que no podía sacarse
provecho, había al frente un montículo de esa basura electrónica, pero notaba que
temblaba, como si alguna alimaña se moviera dentro, me atreví a levantar un poco
la vista para verlo mejor, aprecié que algo dentro del montículo dormía o realizaba
algo, o acaso buscaba. Empezó a agitarse y a moverse desparramándose, no quise
ver, volví la vista al suelo. Delante de esa mugre de cables y trozos de metal salían
ahora unas piernas robustas y unos brazos toscos.
Algo salió de ahí y camino
hasta mí, de repente una pisada gorda se detuvo delante mío, una mano regordeta
cogió mi mentón y me hizo mirarlo. Era el Gnomon,
que traía sus mecanes a ese dudoso mercado
a repararlos.
—Eres el que creímos que no venderíamos nunca
—¿Cómo has estado?
Yo no conteste, solo asentí
con la cabeza como afirmando cualquier cosa que él dijera. Ahí, entre la chatarra
trabajaba el Gnomon, tenía habilidad
especial con las máquinas, pero ya no hacía niños juguete, ya toda esa generación
de embriones había sido explotada y producida, solo reparaban los que ya existían.
Era una suerte, era lo que yo justo deseaba, ser reparado, igual me daba mucho miedo
hablarle, y vergüenza revelar mi anhelo.
—Veo llevas horas queriéndome decir algo, dime
hijo.
—Sé que solo soy un niño de juguete, pero tengo una
pregunta que deseo hacerle. Está bien si no me contesta. No hace falta.
El Gnomon supo que mi vida al lado de Ayazx no era buena y yo supe que adivinaba
mi vida y al ver cómo me compadecía, sentí vergüenza por mí mismo, la simple mirada
suya me hacía consciente de mi desolada situación. Lo miraba lleno de tristeza
y vergüenza.
—Vamos, pregúntame, yo te diré. Sonríe.
—Quiero saber…
No me atrevía
—Sigue.
—Quiero saber si hay un modo de curarme, de sacar
la entropía de mí. Yo sé que aquí reparan niños juguete, los mejoran. Yo…
—El Gnomon
apoyo un artefacto en mi hombro. Luego leyó unos minutos su pantalla. Parecía
no entender los resultados y los comprobaba repetidamente. Mis ojos se llenaron
de brillo anhelante y esperanzado. El Gnomon
lo vio y adivinó mi deseo sonriendo.
—Lo entiendo, tu nivel de entropía es casi como
el de una cosa. Si se redujera serías un ser vivo, pero no un niño de verdad,
hacer cambios más profundos no sería repararte, sería sustituirte por algo que
ya no serías tú.
—Pero… no quiero ser yo.
Gnomon se entristeció.
—¿Para qué cambiar? yo repararía tus brazos, operaría
tus ojos, incluso alguna enfermedad, cambiaría unos genes, pero no muchos, todos
tenemos la entropía en nuestro material genético, el genoma esta agusanado de entropía,
es normal, la mayor parte de él, incluso tu padre, hay genes sin cabeza, palabras
sin sentido mensaje ocultos, balbuceos, el adn humano esta carcomido de
errores, pero aun así podemos ser. Tu ADN ha sido muy atacado por la entropía,
no solo afecta tu cuerpo sino tu mente, no necesitamos estos tester para ver la
entropía, nuestra estética habla de ella, lo feo es lo inundado de error, por
eso amamos lo bello, la calidad de los genes.
—Por eso mi padre me odia.
—Pero te escogió a ti, y nunca te ha reparado, te
quiere, así como eres. Por alguna razón. Los guerreros
saben que hicimos juguetes de embriones que naturalmente fueron engendrados por
dos guerreros, así que buscan a sus hijos entre los niños juguete, buscan los
más parecidos a ellos pues son más probablemente sus hijos, quizás él es tu padre
de verdad.
—No lo soy. Y esa máquina te lo debe haber dicho.
Lo sería si no fuera como soy.
—Quizás debajo de tu entropía te pareces a él,
pero no hay modo de sacarte la entropía sin que dejes de ser tú. Y yo quiero que
seas tú. Y él no quiere que seas otro.
Desee abrazar la barriga
sucia del Gnomon, como cuando a veces me encontraba triste en esas
jaulas, pero ahora no quería cualquier afecto. Solo el de mi padre, Ayazx.
Pedí perdón a Gnomon por mi pregunta y me fui. Regresé
a sentarme y mirar los pies de los que pasaban, mentalmente le pedía perdón a mi
padre por ser así.
Mientras, él consultaba como
sacar de mi algo que quería, no importaba si en el proceso muriese. Es más, anhelaba
impaciente que pasara.
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