viernes, 10 de febrero de 2023

29 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: Niños Malos.

 


 Un trillón de años después…

 Por la cueva de metal entran los niños-juguete: n y fvogelfit. Van cogidos de las manos, fvogelfit, pequeño pero fuerte, bellamente proporcionado como un saludable cachorro de guerrero, un ingrediente viril enhieste su aún infantil constitución, serena y segura. Detrás de él, su nuevo amigo n, tullido, tembloroso, enjuto y de huesos delgados, casi ciego de un ojo y algo ido, sin embargo, guardaba un secreto en él mismo, algo que vio en el tester del Gnomon que ni siquiera el mismo mecánico había entendido. Fvogelfit lo ayuda pacientemente. Fvogelfit es simple y sus emociones, eran elementales pero buenas, estas se asoman en su juguetona mirada. Tan distinta a la complejidad melancólica de n. Fvogelfit pasaba de una epitelial alegría, al interés visible, y a veces a la lagrima fácil. Hablaba francamente y a veces irresponsablemente, n básicamente callaba, el padre adoptivo de Fvogelfit, Petrock también era un ser bondadoso y permitió a su hijo-juguete ser feliz.

—¡Ni sospechabas que existía algo así!, no sabes mucho del mundo —dijo fvogelfit emocionado de sorprender a n— debes prometer no contar nada —y le indicó a n como levantar la mano para hace una promesa, tan solemne como infantil. Unas opacas y lejanas explosiones, enmarcaban su caminar, remotas luchas que nadie comprendía.

El distraído fvogelfit conocía bien las calles, esa ciudad que ocultaba en sus laberintos, huecos para que todos se perdieran, menos él. Había logrado ser diestro en el arte de sobrevivir entre esa inconcebible geometría de cemento y quería ayudar a sobrevivir también a n, había mucho que enseñarle, este día le mostraría algo nuevo. Algo que ni siquiera su padre Petrock sospechaba que existía.

       Los diminutos amigos se filtraron como la fría oscuridad por entre unos edificios retorcidos, fvogelfit llevaba por primera vez a n a una secreta reunión de niños-juguete, fvogelfit se ha dibujado unos bigotes en su labio superior lo que acentúa su prematura madurez, y pinto en n unas canas, pero este no perdió su escuálido aspecto, ambos vestían como adultos formales y acartonados, sacos, corbatas, chalecos, pero sus rostros emanan la ternura de la niñez, sus modales y miradas trataban de ser de hombres no de niños, todos los niños-juguete tenían esa obsesión, nada se anhela más que lo imposible y ellos anhelaban ser adultos, pero siempre serían niños. De hecho, la edad de ambos ya era considerable, pero sus estaturas y formas no llegarían nunca a la pubertad, su eterna edad eran los 7 años, aunque el tiempo había trabajado sus carnes. Eran, vistos más de cerca, como embustes de niños, simulacros que parecían atravesar de la niñez a la vejez sin conocer la forma adulta, n tiene un parpado levemente caído, su cuerpo se tambalea un poco a un lado dada una de sus piernas imperfecta y un temblor no le permite moverse como los demás, igual recibe trato digno de sus iguales. Cuando llegan al centro del recinto, hallan un gran espacio pobremente iluminado, hay una multitud de niños todos disfrazados de adultos, en una especie de congreso formal de niños jugando un juego en el que está prohibido actuar como niños.

       Otros pequeños, como Amaru, un niño grandote de mirada totalmente adulta y fría, dejan sobre una gran mesa lo que robaron, cuidadosamente lo habían cogido de sus hogares o trabajos, ese delito colectivo los salva de las hambrunas y pestes que los rodean, n no había robado nada, pero fvogelfit le dio algo que donar.

Un muchacho muy pequeño, con patillas pintadas y traje negro apolillado los capta y los conduce a sus lugares para la reunión.

—Sean bienvenidos hermanos —dijo Elio Desert, muy ceremoniosamente e hizo un raro gesto elegante, inclinándose y haciendo una mímica sofisticada con la mano.

A n le extraño algo que destruía la sofisticada apariencia de Elio, de su traje salía una cuerda que a menos de 2 metros ataba a otro niño de aspecto ido. Así el distinguido Elio Desert evitaba que su hermano, Enio Desert, se extraviara y lograba que siempre estuviera cerca suyo, este, mudo, no posaba la mirada en nada y solo tenía los ojos abiertos, pero sin ver, se aferraba a un muñeco ya casi borrado. Muchos comentan los desaparecidos en redadas de la corporación para conseguir combustible para la construcción del Thecnetos y de un oscuro anciano que ha secuestrado a muchos. Lo llaman el mendigo de la muerte. Un vagabundo que pocos han visto pero que todos temen. Mitos. Un fuerte niño, más alto que todos Amaru, elegantemente vestido de gris empieza un discurso multiplicado por paupérrimos parlantes y por sus expresivos movimientos de manos: 

 

…hay rumores de que N a muerto, que fue despedazado por Herakón y sus restos fueron esparcidos en diversos mundos. Pero esas partes están creciendo en secreto y un día se unirán y vendrá a salvarnos de la humanidad, de esa raza degenerada y triste. Nosotros somos la nueva raza humana y cuando venga N fundaremos el futuro, vendrá con él la felicidad y el buen gobierno…—agregó con una poco elegante ingenuidad— Acabará esta sociedad confinada a sus ampulosas supersticiones y complejas costumbres y todo por ese dios artificial que aún duerme: el maldito Thecnetos que hemos jurado matar —finalizó golpeando con fuerza el estrado.

Con ruidosa emoción todos aplaudieron, n no entendía el confuso destino de ese misterioso N.

Luego habló el diminuto Elio Desert, no sin antes conminar cariñosamente a su hermano para que no lo interrumpiera o inoportune. Antes de hablar escondió los brazos en la espalda elegantemente, para no ceder al uso retórico de movimientos, solo convencería con sus palabras y razones. Era el mayor estudioso del tema de N, un monóculo pequeñito como él adornaba uno de sus ojos:

«Yo tengo otra opinión, han testificado para eso los que habitan colonias lejanas, otros en sueños han oído sus palabras anunciando que llega. Descreen que esté en pedazos, N no es un niño juguete nacido de un embrión, sino que será hecho de partes de diversos embriones defectuosos. Cuando N fue concebido la meta-corporación lo eliminó, pero quedaron embriones defectuosos desechados de la unión de M y L, esos embriones dieron lugar a varios niños juguete que contienen entonces fragmentos incompletos de N, este está en varios niños juguete o acaso en todos nosotros, un día sumando nuestras imperfecciones formaremos a N, quizás no en forma humana sino en forma de una raza, muchos han peregrinado buscando a esos portadores de los genes de N

       Luego siguió otro niño en traje militar, era miembro del grupo algo violento que Amaru detestaba:

El genoma de N no ha creado ningún niño-juguete, su genoma aún está partido y en estado sintético y ha logrado embaucar a las máquinas de reproducción artificial. Esas partes lentamente se buscan y viajan por las máquinas y los mundos, así el genoma de N se va completado en abstracto en el subsuelo, en el mismo núcleo de nuestro enemigo: el Thecnetos. Un día todas las partes se completarán y nacerá un dios, nuestro salvador bajará al mundo y matará al vientre que le dio vida, al Thecnetos y a los humanos. …y nos llevara a la vida eterna…

 

Así los discursos y debates continuaron, logrando renovar el fervor de esos niños inofensivamente subversivos, pronto acabaron los discursos y empezaron los juegos, pasaron al mercado informal donde los niños intercambian cosas sin valor, cosas para sus disfraces de adultos y juguetes viejos. Fácilmente la reunión degenero en juegos pueriles. Y en accidentales emociones típicas de los niños. Así de contradictoria era la dialéctica de su naturaleza.

Pero n no se atrevió a jugar. Estaba todavía aterrado. Esto lo notaron Elio y Amaru, que se acercaron.

—Compañero. Camarada… acepte nuestra amistad, —dijo con un gesto de ceja muy refinado Elio Desert.

—No temas —dijo mandón Amaru—, este tipo es así de raro por ser hijo de Thaumasios. Debes tener una pandilla y se hace así —dijo Amaru algo tosco y cogió la mano de n.

—¿Sabes lo que es la amistad?

—No —dijo n.

—Lo sabrás en el camino —dijo bondadoso Elio. Amaru puso la mano de n sobre la suya y Elio sobre esta, luego tirando de la cuerda atrajo a su desconectado hermano Enio Desert que puso su mano sobre la de los demás. Este ni lo notó.

—Repite estas palabras y serás de nuestra pandilla. Recuerda es para siempre.

n asintió con la mirada.

—Repite —dijo Elio solemne— “entre amigos todas las cosas son en común”

Así n recitó en coro, aunque con la voz más baja, ese sagrado y endeble juramento:

“Entre los amigos todas las cosas son en común”.

       De lejos fvogelfit vio que n ya era parte de su pandilla, se emocionó de ver que n ya tenía un grupo y lo dejó solo con ellos para que aprenda a confiar en los demás. Más cosas pasaron esa noche y todas fueron del tipo “la primera vez” era el juego de ser adultos, de ser guerreros, de ser Thaumasios o ser rebeldes. Avanzaban un paso a la madurez negada y luego retrocedían a la ternura de la infancia, los roles adultos encontraban ahí su versión infantil, viva y pura.

       Fvogelfit y n, supieron que ya era momento de partir, n estaba fascinado pero todo lo vivido lo sobrepasaba, regresar les tomo unas horas, en el camino eran despreciados por los humanos, atravesaron los foros donde diversas religiones más extrañas aún que la suya se alzaban en irracionales rituales, hordas de androides cimarrones vivían del delito y el robo, eran peligrosos, fvogelfit le enseñó a n como eludirlos, parejas de guerreros y de sediciosos embriagados formaban ruidosas peleas por el camino o sucios conatos sexuales, pero les confortó la reunión con sus hermanos, sus ropas muy formales contrastaban con su pequeña estatura, antes de volver con Ayazx borraron los bigotes pintados y el resto del embuste o vieja moda juvenil. Así llegaron n y fvogelfit, uno cojeando y otro animado al locus de metal de Ayazx, se acurrucaron cerca de él como un par de perros, satisfechos de su pequeña aventura, n antes de dormirse pensó en ese imposible N, salvador de su raza. Ayazx respiraba fornidamente. A pesar de la desesperanza y la suciedad de sus emociones, sus facciones reflejaban aún la belleza y virilidad de esa humanidad conquistadora del cosmos. A su lado otro alto guerreo dormía, Petrock, era su nuevo eromenoi, sería padre de n también unos días y debería servirle hasta que Ayazx se aburriera de él.

Pero este amante de Ayazx era singular, Petrock tenía esa masculinidad serena de los idealistas, que se unía a cierta actitud cerebral y cierto rigor puritano, debajo de sus gestos siempre enérgicos y casi toscos de hombre que se siente responsable del mundo y capaz de cambiarlo, había un espíritu algo ingenuo. El hombre sano en toda su extensión, tan diferente a Ayazx al que introduciría a una nueva secta también subversiva. Eran tan diferentes al verdadero padre de n. También los humanos quieren acabar con el Thecnetos, aunque por otras razones y sus planes para cuando este muriese eran peligrosos para los niños-juguete que ahora dormían a sus pies complacidos.  

       También los demás niños juguete regresaron a sus hogares o a sus dueños a fingir amor por sus padres adoptivos, como Amaru a los brazos de su padre Gnomon, solo un núcleo de huérfanos o de niños desechados liderados por Elio Desert, quedaban organizando un comité, y construyendo un utópico armamento de juguete. Hay una muda complicidad entre todos, que incluía a los que aún estaban prisioneros de los humanos o los que se llevaban a trabajar en zonas lejanas, todos tenían ese sueño común a espaldas de sus amos.

Y también el juramento de destruir al Thecnetos, que germinaba mortal en secreto en algún lugar de ese mundo, y dentro de él, como un cáncer, también germinaba N.

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