Un trillón de trillones de años después…
A pesar de mis trabajos
para darle voz Thalos nunca hablaba o
lo hacía solo en raras ocasiones, solo escuchaba con astucia, pero parecía
pensar interminablemente. Un día le pregunte exasperado.
—¿Para qué usas el
lenguaje?
—Para callar —respondió.
Por eso me
sorprendieron unas palabras suyas interrumpiendo el silencio:
—Conozco un hombre así,
sí, un Emisario, un heraldo, recorría el subsuelo y luego ascendía a los
desiertos de arriba. Parecía tener miles de años, cuando nací el ya existía. Y
mis ancestros conocían de sus trabajos. Acaso era un inmortal. Era el único
humano que no moría en el último planeta al pasar los siglos.
—Llévame hasta él —le
dije.
—Pido un pago.
—Pídelo.
—Quiero no morir, como
el Emisario.
—Somos seres efímeros
no podemos dar lo que no tenemos, ni tampoco recibirlo. Como un ave está
diseñada para el aire, nosotros estamos
diseñados para la fugacidad.
—Al parecer los
organismos morimos por que la evolución nos programó para morir, nos impide ser
eternos para que lo sea la vida. Pero podemos revelarnos a la vida y vivir.
Modifícame como modificaste mi lenguaje. Toma eternidad de la máquina que
llamas Thecnetos y nosotros llamamos madre. Ella es eterna sin dudas.
—El Thecnetos no es
eterno ni siquiera el universo lo es.
—El multiverso donde
late el corazón del Thecnetos lo es. Solo es efímera su sombra donde nosotros
vivimos. El objeto que las proyecta es eterno —dijo Thalos insistiendo en dejar de ser mortal.
—Solo es eterno en nuestros términos, en
términos tras-universales no. El multiverso también es finito, y acaso también
un día desaparecerá.
—Como está desapareciendo
el Emisario, debe haber perdido su inmortalidad ya, y a mí no me importa la
eternidad de los otros mundos, solo la de este. Aunque sea la eternidad de la
sombra que soy. Ayúdame y te guiaré a lo que buscas.
—Dices verdad somos
sombras. Para ser eterno deberás dejar de ser una sombra o sea deberás dejar de
ser Thalos. ¿Quieres eso? sería como
darle eternidad a otro.
Thalos se llenó de rencor.
—Somos otros cada
segundo, cada vez que en cambiamos. Tú también ya eres otro.
—Te daré suficiente
tiempo, el tiempo que me regala el Thecnetos te lo daré a ti cuando me lleves
al Emisario.
—Acepto. Considéreme su
esclavo —dijo taimadamente justo antes de volver a quedarse mudo por días.
Pase de amo a
esclavo un artefacto, viviría mientras yo lo ayudara. Y yo viviría de la
esperanza que él me daba. Empezamos a buscar, el camino que sabía hasta el
Emisario. El planeta era finito y mi búsqueda
infinita, así un día al volver una esquina entre las ruinas lo hallaría.
Desconfiaba de Thalos,
pero varias evidencias me decían que ya estaba cerca a M y que no todo lo que
me decía era mentira.
No sabía que Thalos
con el fin de alargar su vida y de jugar conmigo alargaba también el viaje
hasta M dado largas perífrasis.
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