Un trillón de años antes…
—Yo soy así también, —piensa eracom—
si no hubiera sido humano no pensaría ni sentiría así el mundo. Soy incapaz de
ver el mundo en términos no humanos, soy un ciego. Los ojos no sirven para ver,
solo para sentir... Viviré algunos años y pronto olvidaré incluso estas
sensaciones equivocadas.
A eracom no le duele
el mundo de sin razón, ya es mucho que la casualidad haya producido por
accidente algo de conciencia, de esperanza o felicidad. Pero le pesa esa
amnesia de no saber de dónde vino. A su alrededor la materia es ciega, sin
vida, es más desafortunada que él. Al menos él es consiente. Y ese
agradecimiento se parece a una resignada felicidad. Las gentes deambulan
lentamente como queriendo parecer inocuas. El olor a urea de Limma punza en sus fosas nasales. Una
ciudad de mudos. De susurros. Poblada por esta raza triste, descendiente de
aquella misteriosa y ahora remota humanidad que él estudiaba en secreto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario