THECNETOS 2
THECNETOS2 CONSTA DE 3 LIBROS: T2:La guerra contra los humanos T2: Epistemologías artificiales y T2: viajeros de la eternidad.
sábado, 13 de abril de 2024
90 POST: β I Á S P ¤ R A C Ó S £ I C a
90 β I Á S P ¤ R A C Ó S £ I C a[1]
En
otro lugar del espacio tiempo…
–En unos
minutos los haremos pasar, hablarán con el técnico Ahelios y su ayudante. Solo Ud. hable, entreguen los datos y
retírense —dijo a Ayazx y a M, una
androide zombi. Los ojos de Ayazx
resaltaban de joven cinismo mirando la minúscula vida de la androide Nimis. M cogía su mano, tenía una bella
mirada aún limpia y distraída, gravitaba en sus bellas formas cargadas de
pesados músculos y contorneadas en el espacio de fuertes volúmenes, como una
divinidad pura y núbil. La paz en su interior era también intacta. Su mirada se
proyectaba prístina y sin punto fijo, como la de un animal recién nacido a un
mundo que, aunque no sería ese día, poco a poco lo destruiría.
Un
rumor los esperaba dentro de aquel pobre locus.
—… ¿Qué
pasaría si tampoco hubiese datos de su existencia en las investigaciones? —se
oyó decir a una voz púber desde dentro de los viejos laboratorios. La voz que
resonó rebotando en los interiores de M por primera vez era la de L.
—Deberíamos
examinar si hay error —contestó la voz algo más adulta y condescendiente de Ahelios.
M
sintió en la voz de L algo como familiar, sintió como si ese momento ya la
hubiese vivido y él regresara a esa voz, recordándola. Se extrañó. ¿En qué
mundo le había hablado esa voz?
—Según
varios informes están en perfectas condiciones —agregó convencido L, M escucho todo
como quien escucha al viento. Pero su pesada y fuerte espalda empezó a respirar
agitadamente, subiendo y bajando con ansiedad su fuerte estructura. Su amplio
pecho respiraba ahora sonoramente, esa voz, esas formas y colores que eran L,
ingresaron velozmente por los recovecos de su mente y empezó algo que lleno su
sangre y corrió por su cuerpo. Un cambio irreversible en el estado y función de
su molécula germinal, escondida en cada célula de sus limpias carnes,
empezó.
—Es imposible que ya no existan —dijo Ahelios dando por finalizada la
conversación.
—La pareja
de guerreros, Ayazx y M, están
esperando —dijo Nimis.
—Ordéneles
pasar dijo —Ahelios.
La
androide, elegantemente delgada, escoltó a M y a Ayazx.
Ayazx arrogante y despectivo como un felino. M, antes
de ingresar a ese locus, lanzo un
suspiro como preparándose a la epopeya que encontraría en esa habitación y
terminando de exhalar, jalado por la mano de Ayazx, entro a su inevitable destino.
Las figuras grandes y bellamente
dibujadas de los dos guerreros aparecieron entre los equipos de sofisticada
ciencia. Ambos jóvenes, sanos y fuertes, como esos frutos que la naturaleza da
contra el caos y el desorden de lo abiótico, eran la misma anti-entropía de la
vida, frente a la entropía del resto del cosmos, orden, proporción y
sobreabundancia, saludables e hinchados de vida. M fuerte y sereno, con un
brillo de pureza en los ojos, Ayazx
orgulloso de su estatura y belleza. Sus carnes emanaban una sensualidad que
contrastaba con la aséptica y triste tecnología del locus y con sus grises funcionarios, era como si la misma
naturaleza entrara y se mostrara soberbia frente a la pobreza y fealdad de lo
artificial. En Ahelios empezó una
gran preocupación por lo que se infería de aquel descubrimiento, el universo
empezaba morir, quedó más melancólico y notó en su aprendiz L, una rara mirada
atenta a uno de los guerreros.
Nimis entendió que con este
triste descubrimiento algo perderían los demás que ella no perdería y sintió
que le faltaba algo. Ya lo venía sospechando…
–Infórmenos
escuetamente, ¿lograron salvar los archivos sobre animales meta-dimensionales?
—preguntó L a M como si se dirigiera a una cosa y agregó bajando la voz —,
quizás un viejo universo teórico muera con los resultados de su hallazgo y otro
más simple y verdadero se muestre…—agregó repentinamente como queriendo
compartir con ese desconocido, sus esperanzas. Compartir su yo más íntimo. Pero
temió inmediatamente ser incomprendido.
–Sí —dijo
con una profunda e inocente voz M, que veía con claridad en los adentros de L.
Y un riff de testosterona se disparó de sus glándulas suprarrenales llenando
sus mejillas adolescentes de roja sangre.
Por
su lado L vio por primera vez a M ya no como a un extraño, veía su integridad
inédita con una lucidez como nunca había visto a nadie. Y un deseo como el de
un niño o un anciano perdido entre la multitud, empezó a correr hacia él. La ciega mano de M inconscientemente soltó la
mano de Ayazx que lo sujetaban.
— ¿Qué encontró? —preguntó Ahelios.
M,
no lo escuchó, miraba a L por primera vez y su curiosidad se hundía en él, en
su profunda esencia, su molécula germinal había tropezado con otra molécula
germinal que lo completaba, que mutuamente cubrían sus defectos de humanos, con
la que de unirse nacería un dios y con la que la vida llegaría a su perfección final.
Era inevitable que un día esas dos combinaciones existieran y tropezaran. Si
eso fuese posible, pero... Igual la vida dentro de ambos empezaba a desearlo,
ese anhelo de todo lo pasajero de volverse eternidad que no claudica. Y de lo
imperfecto de volverse perfecto. Único fin de la vida: perfección y eternidad
absoluta. Ahí estaban, un paso de acabar esa carrera a contracorriente que recorre
la vida contra el tiempo y contra la muerte.
L también sintió una vana sensación que no
pudo identificar, mientras su respiración se inquietaba y sus ojos brillaban
como brilla la esperanza y la ternura. Algo activó un mecanismo que esperaba
invisible en la parte más primitiva de su cerebro. Algo dormido que había
germinado para tomar el control de su mente y ahora se asomaba por primera vez.
Su respiración se inquietaba. La castidad de su anatomía supo que un infinito
había llegado por él. Y tomaba la forma más pura y profunda de deseo físico en
M. El producto de dos cantidades finitas podría dar un infinito. Solo había que
ejecutar una ardua y melancólica matemática para lograrlo. ¿Eso era amor o solo
genética? ¿Pero quién dijo que la genética era un asunto mortal? La genética
era la doctrina y la teología de un dios omnipotente. Quien no sabe que los
hombres cuando dicen eternidad, muerte, vida, en realidad hablan de genética. Y
con genes se ha escrito sobre la vida eterna y sobre su paraíso.
Sus
ajenos destinos se unían, el pasado que antes parecía carecer de un ingrediente
fundamental recién ahora cobraba sentido. Así el genoma del imposible N ya
existía de modo abstracto en esa triste reunión de dos mortales.
—Phyle est magis cognitibus cuanto cognitio[2] —pensó Ahelios notando lo que pasaba.
Nimis notó irritada que los
funcionarios se distraían, por fin Ahelios
interrumpió.
—Debemos
por fin hablar del informe. Las consecuencias son graves, el universo según
esto desaparecerá pronto, debemos informar al Thaumasios Herakón, entreguen el informe y váyanse —dijo.
Al
recoger el informe de manos de M, por accidente L roso un dedo del gigante,
ambos sintieron esa intensidad del primer contacto corporal. Y una leve gota de
alegría mojó e hizo brillar sus ojos, que miraban ciegos mundos ajenos y ahora
solo mirarían uno común. Una sensación de cansancio y paz intima los inundó,
como ese letargo estático que sobreviene al reencuentro con lo amado y
largamente buscado. Como aquel que sucede al rito atávico de hombres y de
animales. Como esa tristeza o resignación conmovida e incrédula que solo los
desesperanzados sienten cuando, contra todo pronóstico, logran lo que tanto
deseaban, y que habían aceptado imposible de alcanzar.
En
el multiverso, donde viven eternas nuestras conciencias, dos formas que en la
mera temporalidad fueron eracom, L, o
Herakón, se encontraron y unieron
meta-dimensionalmente con Eme, M, Odswarth o Marcos, en una unión más
íntima que la posible en este vulgar universo de materia y tiempo. Aquí abajo,
M y L estaban atrapados en ese burdo universo, de presente, pasado y futuro que
los separaba. Y no alcanzarían aún la felicidad, la belleza y perfección de
aquella forma que germinaba con ellos dos juntos, en las alturas del
multiverso.
Y
se separaron. Pero en ese roce, voluntariamente demorado por ambos, el ritmo
secreto de sus dos corazones dentro de sus pechos se sincronizó. El resto de la
reunión y del tiempo que le queda al cosmos sus corazones latirían sincrónicos uno
del otro, como dos puntos paralelos de intensidad condenados a no apagarse ni
separarse.
Hasta que
el universo, por fin, un día, terminase.
89 VIAJEROS DE LA ETERNIDAD final.
En otro lugar del espacio tiempo…
Recorre las nadas una melancólica nave. Sin apuro la nave de la eternidad
se desliza por los mundos. Por el multiverso. Su tripulación, desganada y
atónita: L y Thalos, buscan entre los
escombros de cosmos planetas con vida, nunca encuentran nada. Las velocidades
son relativistas, pues no se puede superar la velocidad de la luz y el viaje de
una estrella a otra toma cientos de años, los exploran y no les asombra lo que
ven, rocas, arena, fuego, nada de seres exóticos o ecosistemas, les basta notar
que no hay ADN y abandonan la tarea y enrumban a otro largo y tedioso viaje.
Así van visitando mundos. La mayoría muertos ya al llegar, la mayoría
imposibles de entender. El viaje durará una eternidad.
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88 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: Un infierno en la ciudad del dios (fin).
13,8 billones de años
después del inicio del universo…
Varios de
los asistentes se abalanzaron contra el tirador. Pero había más. Cientos. Habían
sido derrotados.
—No sabes
que destruyes el futuro. ¡Infeliz!
—Y Uds. la
eternidad… —dijo una voz calculada, la voz de Anthonio que había esperado a que reduzcan a todos, nadie supo
desde donde hablaba. Fueron fuertemente maniatados, menos Izhi.
—Es él
—dijo Milo calmadamente y con la voz
de Anthonio señalando a eracom,
uno de los trabajos militares es simular. En ese momento los militares
empezaron a envolver a los subversivos. Sin hacer ruido. Antes de ser
amordazado, Ahelos miró a eracom y le sonrió.
—Por ti
caímos, no dejes ahora que nos derroten. Tú tendrás una oportunidad que
nosotros no.
Ya
todos estaban adentro y él se preparó para la muerte. A diferencia de los
demás, que eran, por un lado, trans-humanos maduros que no temían a la muerte o
fanáticos que se engañaban. Él sí tuvo miedo.
Milo, dejo por completo su
mudes y sordera, se incorporó a su verdadera altura, y apareció en su cara la
arrogancia del vencedor: Anthonio.
eracom al ver a Milo, que en realidad era Anthonio que había simulado para espiar
la secta con ayuda de Izhi, creyó ver
algo familiar. Los ojos de su padre miraban a través suyo.
—Ese aún me
será útil —dijo Anthonio, dejando del
todo su simulación, como la serpiente dejando su piel mudada y señalándolo sin
darle importancia.
—Te conozco
—le dijo eracom tratando de recordar.
—Pero no te
conoces a ti mismo —dijo Anthonio —. Y
le dio una fuerte patada con su bota reforzada de metal en la cara.
eracom quedo astillado de
dolor. Su cara era ahora viscosa y sanguinolenta. Sentía en su boca algo duro
que flotaba. Pero desde el piso dijo:
—¿Quién
soy?
—Eres dos
personas, Ele o eracom. Y ya escogiste quien ser, ¿así que deseaban
matar a la humanidad? ¿Al dios?, tú que has sido su mejor instrumento, ahora
Uds. y su nueva especie acabarán.
Luego
Anthonio le dio una señal a Izhi ya revelado como un tosco militar
también camuflado. Este le dio otro fuerte golpe a eracom que cayó desmayado.
Después
lo trasladaron a un calabozo distinto en la parte más profunda de la central
del dogma.
87 EPISTEMOLOGÍAS ARTIFICIALES: Que es el Tiempo[1] (fin).
Un trillón de trillones de años antes…
Así
acabo la trans-metacorporación, murió Herakón
y lo que una vez se llamó Thecnetos. La humanidad viviría su última vida y con
ella acabaría para siempre su legado genético. De hecho, este ya había muerto
al prohibirse la reproducción. La última generación, aun sabiéndose final,
pensó disfrutar su poco tiempo. Olvidaban que los seres vivos somos máquinas
con un fin, y solo tenemos sentido en función del futuro al que nos encontramos
dirigidos y en función del cual hemos sido diseñados por el dios. Sin futuro,
por ejemplo, no tenía sentido conservar a los niños-juguete, criar es símbolo
de trabajar para el futuro. El único sentido de la vida es su futuro. Y ya no
había ninguno. Pronto la humanidad descubrió que era incapaz de vivir para y
por el presente. Ni siquiera como un simulacro o atavismo, algunos incluso
postularon tener hijos propios, es decir reales, pero no había modo natural de
reproducción y con las tras-meta-corporaciones murieron las tecnologías
artificiales de reproducción. En realidad, descubrieron que la vida ya había muerto
hace tiempo. Ellos eran seres abióticos, organismos sí, pero no vida, esa
última generación fueron realmente los primeros trans-humanos en abandonar la
vida y fueron solo entes conscientes, pero no vivos.
El precio de ser libres de la vida era renunciar a ella. Sabiendo
que solo muertos era posible renunciar a la naturaleza orgánica y animal.
Pasados unos pocos días en esa vejez de la última humanidad se
arrepintió, al verse frente a la desaparición, de haber dejado morir al
Thecnetos. Solo eran seres apuntando al futuro, pero solo el Thecnetos habría
podido llegar a él. Llevar al futuro una sombra suya y en esa sombra, todos sus
sueños. Pero este ya había muerto junto a Herakón
y a L.
El límite entrópico carcomía al universo, la aceleración de este
alejaba cada vez más frenéticamente las galaxias una de otras. Los telescopios
podían ver el corrimiento al rojo extremo de las galaxias cercanas y las más
lejanas habían desaparecido. Estaban más allá de la velocidad de la luz[2].
Del cielo más del 99% de estrellas había desaparecido de la vista.
No solo eran zonas más lejanas, ahora estaban a una distancia infinita, la luz
que habían emitido y viajaba hasta nosotros deberían ahora recorrer un
infinito, y como tal, nunca llegarían. Por primera vez el cielo se fue vaciando
de estrellas y de sus imágenes.
En los días después de la caída del Thecnetos y la meta-corporación
aún había un cableado de telégrafo cuántico que conectaba instantáneamente las
diversas regiones del cosmos. Ya se sabe que el entrelazamiento cuántico
vincula una partícula con otra sin importar la distancia entre las dos. Pero
ahora el universo se alejaba de sí mismo a tal velocidad que se empezó a romper
el cableado del telégrafo cuántico. No importaba las distancias, el telégrafo
cuántico podía funcionar instantáneamente. Pero las distancias ahora no eran
grandes sino infinitas. Ya no eran distancias de espacio vacío, púes había
desaparecido el mismo vacío. Aislados los fragmentos de cosmos se quedaban
atrapados entre nadas infinitamente huecas.
El universo que rodeaba a Amil-Urep
era cada vez más pequeño y los límites del espacio exterior era cada vez más
cercanos, y la nada corría acercándose a gran velocidad sobre el pequeño
sistema que aún contenía un centenar de galaxias que cada día eran menos.
Algunos
añoraron que el Thecnetos habría podido dejar una huella siquiera simbólica de
la humanidad, una carcasa genética que se salvaría, si no lo hubieran matado.
Todos sabían que eran un evento a punto de borrarse, y cercano el fin,
anhelaron dejar algo en el mundo, pero ya era imposible.
Las instalaciones de la trans-meta-corporación fueron invadidas por
biotecnólogos ambulantes como las del Gnomon.
Toda energía remanente se destinaba a la subsistencia de esa precaria y última
generación, ruinas y más ruinas cada vez más vacías de gente sustituyeron a la
frenética vida de antes. N nunca llegó, n supo de la mentira del mito y de su
raza.
Lo más extraño, matar al Thecnetos
implicaba matar la mitad de este libro, la posteridad narrada en “Viajeros de
la Eternidad” ya no existiría y debería ser olvidada, o tomada solo como un
cuento o mensaje simbólico.
—¿Por
qué nunca vino N? ¿no existe? —preguntó n a Elio.
Elio tembló al
escuchar mentir a n, había estudiado su molécula germinal una y otra vez y ya no
tenía dudas. Lo miró con horror, como a algo realmente monstruoso, incluso algo
que debía ser destruido. Desató a su hermano Enio por primera vez.
Y permitió que se alejará. Solo ahí habló.
—N
sí existe, pero no es lo que nosotros pensamos, esta carcomido de entropía. Quizá
no es la mejor mitad de M y L, sino lo peor de ellos. La debilidad física de
uno y la estupidez del otro. Por eso no vino a salvarnos. Vino a acabarnos.
—¿Qué
es en realidad la entropía?
—Es
un antiguo demonio, verás, mi raza, la de los Thaumasios, tenían antes una vieja religión, con dos 2 dioses que
luchaban entre sí, uno finalmente venció, pero debió luchar con ese demonio que
llamamos entropía, este tomó en esas épocas forma de otra especie, la mujer.
—¿Qué
es eso?
—Otra
raza humana, mensajera de entropía. Ya extinta. Tanto ese viejo dios como su
primera encarnación demoniaca desaparecieron, las derroto la vieja humanidad, pero
la entropía ha tomado muchas otras formas, algunas incluso, conscientes. Y ya
ha venido a destruirnos muchas veces. Y espera los últimos días para vencer a la
vida, a la que inevitablemente derrotará. El viejo hekantokeinos Herakón solo es, o fue, su sirviente, ese demonio
sobrevive a todo y es el modo del universo de matarnos y de matarse.
—Y
has descubierto ese mal en mí, por eso me miras así —dijo n casi amenazante.
—Sí,
estas lleno de entropía, de error. Pero no es lo que más me asusta, es que
debajo hay algo más. Algo que paradójicamente es su antagónico y a pesar de
ello, más peligroso.
n supo que su secreto había sido develado. Un día, se partiría en
dos y esas mitades lucharían a muerte, como ahora luchaban en su inocente
corazón.
[1]
Los
estudios de la anomalía 234532rwn534k consignaban este evento como prueba de
que estos libros no solo corresponden a épocas distintas de un mismo universo
sino por lo menos a 2 universos. Así la anomalía 234532rwn534k contendría la
huella de otra anomalía. Otros dicen que pertenecen un mismo universo, pero, a
más de un destino surgidos de un mismo pasado. Un universo y su arco histórico
contendría entonces no solo lo que fue sino todo lo que podría haber sido ese
universo, acabando su tiempo, cuando se consumen todas sus posibilidades, solo
queda no ser. Otros ven simplemente que la naturaleza apócrifa de los textos es
suficiente explicación de su incoherencia.
[2] Es decir, habría que viajar más rápido que la luz para poder llegar
hasta ellas. La expansión se aceleraba y la velocidad a que se alejaba excedía lo
posible. De modo que el universo
alrededor de un punto se hacía cada vez más pequeño.
86 VIAJEROS DE LA ETERNIDAD: Thalos
Un trillón de trillones
de años después…
Thalos empezó su plan con estas palabras:
—M ya ha muerto. También la humanidad. ¿Eso era para lo que nació?
—Sí
—pensó Herakón dentro de L—. No, debe
vivir… yo soy ahora el Thecnetos, en mis recuerdos flotan todos esos seres que
se han apiñado en este libro, vivirán mientras yo los recuerde, la inmortalidad
de sus vidas está en mí.
—En
ningún lado la vida está más muerta que dentro de Ud.
—Pero…
Nunca estuvo viva —dijo melancólico Herakón,
derrotado como un poeta ya completamente loco.
—Quizá
esa humanidad que se apagó no fuese un crimen, solo una abstracción, pero sí el
de un solo hombre real, un crimen infinito, pues la muerte es un mal infinito, tanto
que nada puede ser peor, ni 2 muertes, y eso le hizo al último hombre que vivía
en esa cueva esperándolo y que Ud. dejó morir para volverse un dios, ese que
una vez le salvó del Thecnetos. Sí. El que le guío lejos del Theknos- Herakón para que no lo alcance. Salvarle
puso en peligro su propia vida. Aunque no tuviera ya su “amor” por haber perdido
la belleza de su cuerpo ¿no merecía su gratitud?
L recordó ese largo viaje junto al Emisario[1], cuyo único objeto era
preservar a L de su verdugo, esconderlo del Thecnetos. Ese que ahora lo
invadía. Había matado a su salvador. Y todo para ser ese dios vacío que ahora
era.
—¿Por
qué dices vivía? Gritó sin aire L, ya trastornado, ¡vive!... siquiera en mí.
—Nunca
estuvo más vacío de M que ahora. Ni siquiera cuando él ya no le quiso. Cuando eligió
salvarse y abandonarlo, saliendo del universo. Ya no está. Lo sabe. Su
enfermedad no podría dejarlo morir, porque estaba esperándole. Pero ya
desapareció su enfermedad atávica, también aquí dejó de quererlo. Y por eso murió.
—Lo
sé y lo merezco —dijo L compungido—. Ya no sufrirá más, ni yo. Nadie.
—Se
equivoca, M se fue, pero tú esperarás una eternidad a que vuelva.
—¿Qué
dices? M no volverá a nacer. Nadie volverá a nacer.
—Umh…—dijo
Thalos y L trastornado pensó si acaso
Thalos no era real, sino una
proyección de su culpa. Había enloquecido seguramente.
—Él
que conoció, el que sí le amo, está en el pasado, sé que todavía queda un
pedazo del Thecnetos y en él los recuerdos de M ¿Por qué no viajamos al pasado?
¿A ese periodo habitable del universo? Ahí podrá darme quizás no vida eterna,
pero sí una larga —dijo Thalos
revelando su plan.
—Por
qué es imposible —dijo L con el fuerte golpe de certeza de la muerte de M—, el
pasado no es un lugar, no existe. Solo existe esté presente y el presente
cambia, siempre irreversiblemente. Un día no solo es igual otro, es el mismo
día, solo que las cosas se han movido, por eso viajar al pasado imposible.
—¿Es
decir, el mundo que yo amé, donde viví con mi raza no existe?
—No
hay un lugar donde esté el pasado al que podamos ir, solo existe un lugar y lo
llamamos hoy. Solo está este pedazo de planeta hueco.
—Si
no hay pasado… entonces no existe M —dijo Thalos
muy atento a las reacciones de L.
—Sí.
M ya no existe. Incluso esos bellos recuerdos no existen, son como fantasías. M
ya no es ni siquiera un pensamiento justificable. Basta dejar de pensar en el
para que no sea.
—¿Cómo
Ud.?
—El
pasado solo son ideas, no cosas de verdad.
—Pero
Ud. dijo que vio el pasado en el corazón del Thecnetos.
—Pude
ver cómo estaba el presente antes, vi que M mintió y vi también a Eme, la otra realidad de M. Vi que salió
del universo, sin mí. Y si viajase al pasado, cosa imposible, él no estaría
ahí. Se habría ido.
—Tendría
que salir del universo para hallarlo —dijo Thalos
descuidadamente.
—¿Qué?
—pensó L dentro de Herakón. Y algo en
él se desequilibró de nuevo.
—Sí
—agregó Thalos o la conciencia de L—,
no gustarás de la muerte hasta que lo halles. Andarás errante y fugitivo por la
eternidad.
L prorrumpió en un insoportable gemido,
no por la tristeza que le causaba la memoria de su delito, sino por la
esperanza de redención que se le abría enfrente. Salir del universo... —pensó—
M está ahí afuera...
Sea lo que fuese Thalos, supo que su plan había dado resultado.
viernes, 12 de abril de 2024
85 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: Libre.
13,8 billones de años después del inicio del
universo…
Noche a
noche una figura se movía en el foso, algo que no podía morir aún, a veces salía
de él y quebrado entraba al Jardín Extraño, la comunidad de adictos lo miraba con
compasión, y alguno lo ayudo, es figura vuela de entre los muertos era yo y esperaba
y esperaba, a solas meditaba frente al edificio colosal y negro o en el lucus de Eme ahora vacío. Con el tiempo se fue borrando el olor de este y
sus cosas lo olvidaron. Alguien había matado a Eme. Me negaba a pensar que era yo. Alguien del futuro, y acaso ese
alguien, era él. Sus padres lo habían tratado de ahogar o de enterrar, esos
verdugos venían ya como fantasmas a terminar su tarea tan largamente postergada.
Pero debía dejar de hacer conjeturas fantásticas, Eme había muerto acaso en algún turbio crimen o había escapado de mí a cometer otros en algún lugar
remoto de Limma. Acaso yo si lo había
matado, y soñaba que no había pasado. Había vuelto a olvidar algo insoportable.
Así es como había borrado yo mismo mi pasado que luego me dedique a buscar
neciamente, cínicamente. Yo era dos personas, una tratando de olvidar a la
otra, permanentemente. Pero lo más comprensible era que, rodeado de violencia,
no le parecería imposible ser asesinado por mí y había huido. Los psicópatas,
sí, eso era él, son también grandes cobardes.
Luego
de semanas sin Eme el joven sin
memoria, recuperó poco a poco su razón y su mente y fue otra vez, humilde y
calmo, aunque no feliz. Ya estaba listo para volver a sí mismo. No caería
nuevamente. Cuando finalmente se reunió con Ahelos
este vio con felicidad que su labor daba frutos y tenía un nuevo trans-humano
para su rebelión. Habían vencido en secreto al dios. Juntos coordinaron esa
endeble subversión, demoraría siglos, pero en ellos empezaba.
Así
pasaron los vacíos días, hasta que un día preguntó algo.
—Nuestra
raza, los transhumanos —dijo a Ahelos—
¿trabajan en secreto desde hace mucho?
—Milenios.
—Ellos
mataron a Eme para que yo me cure… ¿Verdad?
Ahelos se incomodó, una de las
raras características de los neo-humanos era su incapacidad para mentir.
Engañar era un fraude a la razón, por ello nunca lo hacían y esa era su mayor
debilidad frente a su enemigo que mentía elaboradamente. Su labor era
ocultarse. Sabían callar, pero era el más grande de sus esfuerzos. En el pasado
de la humanidad los calificaban de enfermos, un tipo de autistas, pero eran en
realidad una nueva especie, un salto evolutivo donde la razón primaba sobre las
elaboradas emociones, la interacción social y la comunicación era
fundamentalmente lógica y no emocional. Mentir era antinatural a la lógica y,
por ende, a ellos. Por ello cuando Ahelos
no respondió y solo calló eracom
supuso la verdad.
—No
importa. Estoy libre de él. Yo mismo lo iba a hacer o lo hice. Aun en lo imposible, haber
sido fugazmente felices fue un logro.
—Estás
libre de ti. No de él, no lo olvides.
Estaban
ya en una secreta reunión, eran nacidos de la estirpe humana, pero se
comunicaba y preparaban la llegada del ejercito trans-humano que no vivían en Limma, y vendrían no se sabe de dónde.
Les informaban de que el dios estaba otra vez moribundo, en unos días desaparecería.
Su plan maduraba rápidamente, el fin estaba cerca, de repente, mientras todos
estaban tan llenos de esperanza y optimismo, se abrió una puerta. Un hombre muy
fuerte apunto a Ahelos. Este nunca
había visto un arma y la tenía a centímetros de la cara.
—No te
muevas o te juro que te mataré. Incluso si no te mueves te mataré.
Todos
quedaron impotentes e inmóviles.