viernes, 12 de abril de 2024

85 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: Libre.

 


13,8 billones de años después del inicio del universo…

Noche a noche una figura se movía en el foso, algo que no podía morir aún, a veces salía de él y quebrado entraba al Jardín Extraño, la comunidad de adictos lo miraba con compasión, y alguno lo ayudo, es figura vuela de entre los muertos era yo y esperaba y esperaba, a solas meditaba frente al edificio colosal y negro o en el lucus de Eme ahora vacío. Con el tiempo se fue borrando el olor de este y sus cosas lo olvidaron. Alguien había matado a Eme. Me negaba a pensar que era yo. Alguien del futuro, y acaso ese alguien, era él. Sus padres lo habían tratado de ahogar o de enterrar, esos verdugos venían ya como fantasmas a terminar su tarea tan largamente postergada. Pero debía dejar de hacer conjeturas fantásticas, Eme había muerto acaso en algún turbio crimen o había escapado de a cometer otros en algún lugar remoto de Limma. Acaso yo si lo había matado, y soñaba que no había pasado. Había vuelto a olvidar algo insoportable. Así es como había borrado yo mismo mi pasado que luego me dedique a buscar neciamente, cínicamente. Yo era dos personas, una tratando de olvidar a la otra, permanentemente. Pero lo más comprensible era que, rodeado de violencia, no le parecería imposible ser asesinado por mí y había huido. Los psicópatas, sí, eso era él, son también grandes cobardes.

Luego de semanas sin Eme el joven sin memoria, recuperó poco a poco su razón y su mente y fue otra vez, humilde y calmo, aunque no feliz. Ya estaba listo para volver a sí mismo. No caería nuevamente. Cuando finalmente se reunió con Ahelos este vio con felicidad que su labor daba frutos y tenía un nuevo trans-humano para su rebelión. Habían vencido en secreto al dios. Juntos coordinaron esa endeble subversión, demoraría siglos, pero en ellos empezaba.

Así pasaron los vacíos días, hasta que un día preguntó algo.

—Nuestra raza, los transhumanos —dijo a Ahelos— ¿trabajan en secreto desde hace mucho?

—Milenios.

—Ellos mataron a Eme para que yo me cure… ¿Verdad?

Ahelos se incomodó, una de las raras características de los neo-humanos era su incapacidad para mentir. Engañar era un fraude a la razón, por ello nunca lo hacían y esa era su mayor debilidad frente a su enemigo que mentía elaboradamente. Su labor era ocultarse. Sabían callar, pero era el más grande de sus esfuerzos. En el pasado de la humanidad los calificaban de enfermos, un tipo de autistas, pero eran en realidad una nueva especie, un salto evolutivo donde la razón primaba sobre las elaboradas emociones, la interacción social y la comunicación era fundamentalmente lógica y no emocional. Mentir era antinatural a la lógica y, por ende, a ellos. Por ello cuando Ahelos no respondió y solo calló eracom supuso la verdad.

—No importa. Estoy libre de él. Yo mismo lo iba a hacer o lo hice. Aun en lo imposible, haber sido fugazmente felices fue un logro.

—Estás libre de ti. No de él, no lo olvides.

Estaban ya en una secreta reunión, eran nacidos de la estirpe humana, pero se comunicaba y preparaban la llegada del ejercito trans-humano que no vivían en Limma, y vendrían no se sabe de dónde. Les informaban de que el dios estaba otra vez moribundo, en unos días desaparecería. Su plan maduraba rápidamente, el fin estaba cerca, de repente, mientras todos estaban tan llenos de esperanza y optimismo, se abrió una puerta. Un hombre muy fuerte apunto a Ahelos. Este nunca había visto un arma y la tenía a centímetros de la cara.

—No te muevas o te juro que te mataré. Incluso si no te mueves te mataré.

Todos quedaron impotentes e inmóviles.

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