13,8 billones de años después del inicio del
universo…
Noche a
noche una figura se movía en el foso, algo que no podía morir aún, a veces salía
de él y quebrado entraba al Jardín Extraño, la comunidad de adictos lo miraba con
compasión, y alguno lo ayudo, es figura vuela de entre los muertos era yo y esperaba
y esperaba, a solas meditaba frente al edificio colosal y negro o en el lucus de Eme ahora vacío. Con el tiempo se fue borrando el olor de este y
sus cosas lo olvidaron. Alguien había matado a Eme. Me negaba a pensar que era yo. Alguien del futuro, y acaso ese
alguien, era él. Sus padres lo habían tratado de ahogar o de enterrar, esos
verdugos venían ya como fantasmas a terminar su tarea tan largamente postergada.
Pero debía dejar de hacer conjeturas fantásticas, Eme había muerto acaso en algún turbio crimen o había escapado de mí a cometer otros en algún lugar
remoto de Limma. Acaso yo si lo había
matado, y soñaba que no había pasado. Había vuelto a olvidar algo insoportable.
Así es como había borrado yo mismo mi pasado que luego me dedique a buscar
neciamente, cínicamente. Yo era dos personas, una tratando de olvidar a la
otra, permanentemente. Pero lo más comprensible era que, rodeado de violencia,
no le parecería imposible ser asesinado por mí y había huido. Los psicópatas,
sí, eso era él, son también grandes cobardes.
Luego
de semanas sin Eme el joven sin
memoria, recuperó poco a poco su razón y su mente y fue otra vez, humilde y
calmo, aunque no feliz. Ya estaba listo para volver a sí mismo. No caería
nuevamente. Cuando finalmente se reunió con Ahelos
este vio con felicidad que su labor daba frutos y tenía un nuevo trans-humano
para su rebelión. Habían vencido en secreto al dios. Juntos coordinaron esa
endeble subversión, demoraría siglos, pero en ellos empezaba.
Así
pasaron los vacíos días, hasta que un día preguntó algo.
—Nuestra
raza, los transhumanos —dijo a Ahelos—
¿trabajan en secreto desde hace mucho?
—Milenios.
—Ellos
mataron a Eme para que yo me cure… ¿Verdad?
Ahelos se incomodó, una de las
raras características de los neo-humanos era su incapacidad para mentir.
Engañar era un fraude a la razón, por ello nunca lo hacían y esa era su mayor
debilidad frente a su enemigo que mentía elaboradamente. Su labor era
ocultarse. Sabían callar, pero era el más grande de sus esfuerzos. En el pasado
de la humanidad los calificaban de enfermos, un tipo de autistas, pero eran en
realidad una nueva especie, un salto evolutivo donde la razón primaba sobre las
elaboradas emociones, la interacción social y la comunicación era
fundamentalmente lógica y no emocional. Mentir era antinatural a la lógica y,
por ende, a ellos. Por ello cuando Ahelos
no respondió y solo calló eracom
supuso la verdad.
—No
importa. Estoy libre de él. Yo mismo lo iba a hacer o lo hice. Aun en lo imposible, haber
sido fugazmente felices fue un logro.
—Estás
libre de ti. No de él, no lo olvides.
Estaban
ya en una secreta reunión, eran nacidos de la estirpe humana, pero se
comunicaba y preparaban la llegada del ejercito trans-humano que no vivían en Limma, y vendrían no se sabe de dónde.
Les informaban de que el dios estaba otra vez moribundo, en unos días desaparecería.
Su plan maduraba rápidamente, el fin estaba cerca, de repente, mientras todos
estaban tan llenos de esperanza y optimismo, se abrió una puerta. Un hombre muy
fuerte apunto a Ahelos. Este nunca
había visto un arma y la tenía a centímetros de la cara.
—No te
muevas o te juro que te mataré. Incluso si no te mueves te mataré.
Todos
quedaron impotentes e inmóviles.
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