Un trillón de años después…
Lejos
del imponente Castillo de Metal, un grupo se filtra en las instalaciones de
rebote de un telégrafo cuántico. Este está en un desierto desde donde el Castillo
se ve como unas difusas puntas negras en la lechosa lejanía.
Petrock, Ayazx, Farman y los demás habían rodeado las instalaciones, ya estaban
cerca, era un lugar desierto y pobre. Unos 5 soldados lo cuidaban, al parecer ya
avisados del inminente ataque y en sus puestos sus armas.
Al ver venir a los hombres les ordenaron no avanzar y luego empezaron
a caer las balas, Ayazx sacó su arma,
pero Petrock le dijo urgido:
—¡No
dispares, no dispares!
Ayazx se reprimió,
pero le dijo:
—Petrock debes dejar estos métodos, no
conseguirás nada.
—Sí
es posible. Solo dame un minuto.
Los
disparos continuaron y ya habían pedido refuerzos
—No
podremos continuar.
Farman se angustió
terriblemente.
—Esta
noche nos ejecutarán. ¡Disparen!
—No
—dijo Petrock—, por ellos también
luchamos.
Petrock
dejó el grupo y se acercó a los guardias mostrándose desarmado. Mientras se
acercaba, un soldado metódico se dispuso a dispararle. Pero el otro lo detuvo.
De lejos, el grupo vio que Petrock habló
largamente con los soldados, acercándose cada vez más con cautela.
—Puede
convencerlos, pero los refuerzos vendrán pronto.
—Si
no funciona atacaremos.
Luego vieron a Petrock y
a los soldados ingresar a las instalaciones
Petrock despertó y
convenció también a los demás soldados dormidos y ellos estuvieron de acuerdo
con el plan, también habían oído los rumores.
—Luchamos para dar vida, no muerte —les dijo.
Por la sofisticada maquina trasmitieron la información a números
puntos de universo. Estos textos eran luego retrasmitidos hasta formar un grito
por todo el cosmos:
“El Thecnetos se dispone
a matar a la humanidad”.
El monstruo perdía su máscara. Ahora
todos podían ver que era realmente el Thecnetos, pero también cuan invencible
era.
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