La esperanza, es un
sueño de un hombre despierto.
ARISTÓTELES
Desterrada
de la trans-meta-corporación, Nimis
vagó, no podía unirse a ningún lugar, solo esperaba impotente a que un día el monstruo
dentro del Thecnetos se encendiera, al agujero negro artificial que los volvería
nada, ensayó un tono de voz aniñado para verse más inofensiva, lo ensayó hasta que
sonó natural, y convincente, es más, se impuso creer que era legítimo, así sobrevivió
buscado a que pertenecer, era un ser incompleto, sin ser de algo o de alguien era
nada, un día encontró un espacio adecuado a esa necesidad, el miedo y el odio
de los seres humanos se materializaba en grupos que lentamente se organizaban,
sectas secretas, subversivos de diferente laya, uno de ellos, el ejercito
invisible, la cobijó, su líder era un misterioso
hombre cuya cara nadie había visto, su nombre era Abismo. Siempre en su personaje inofensivo, logró ser rescatada por
estos, pronto fue relativamente importante, estudiaba los discursos que ahí se escuchaban,
la doctrina de Abismo era estúpida, nebulosa
y nunca la comprendió bien, no hacía falta, solo debía repetir lo que los demás
decían, no creía en ella, las consideraba como las demás ocupaciones masculinas
tonterías, pero se fingió devota, era importante y aprendió a imitar a los demás,
en algo si era sinceramente igual a los otros, su odio al mundo, no solo al Thecnetos
o a la trans-meta-corporación, también a los guerreros, a los niños-juguete, a los
demás esclavos y androides, ella era un paria del mundo y de la vida, y al no
poder tenerla deseaba destruirla, aunque sin poder físico o mental sabía que tenía
un gran poder destructivo, y sabía representar y mentir, así destruyó a algunos
enemigos u obstáculos de su ambición, sin sudar o hacer frente, todos los demás
sentían lo mismo, pero sin su ferocidad escondida, ellos al menos tenían un sueño
o una pesadilla, ella solo tenía un minúsculo deseo, respirar un día más en este
mundo de dolor, los seres así nacen sin derecho a soñar, ni siquiera esa pesadilla
que era esa doctrina ambigua. Pero logró parecer más devota y fiel que los demás.
Con suerte, un día pudo ver a Abismo,
¿ese ser tan minúsculo era el líder?, era obviamente un idiota, incluso emocionalmente, —solo era posible si alguien lo había puesto ahí —pensó.
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