domingo, 25 de febrero de 2024

60 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: Dos huérfanos conversan

 

13,8 billones de años después del inicio del universo y un trillón de años antes…

Sí, esa noche conocí el significado de la palabra de aquel texto. Pero empecé a perder el significado de las demás palabras. Luego de aquella sagrada visión de soledad, me acerqué a él y me convertí poco apoco en una de esas personas que Eme usaba y que lo usaban.

       Rotos mis votos de castidad, hablé con Eme esos minutos que la dopamina nos hacía sentir unidos, antes de que se esfumara esa magia química y cada quien tomara su rumbo.

—¿De dónde vienes? —dijo el robusto Eme, con la ronquera de alguien poco inteligente, ambos echados mirándonos de cerca. Cansado, pero vigorizado del ritual atávico que lo volvía frágilmente feliz y confiado. Hominen est animal triste post coitum.

—No lo sé, he tratado toda mi vida de saberlo. Un día aparecí caminando por las ruinas de una plaza de Limma sin recordar nada antes de ese momento, dicen que demoré unos días en aprender a hablar ¿tú? —concluyó eracom con su púber rostro atravesado de una triste belleza, como la de un hermoso esquizofrénico.

—Yo soy un mestizo, soy hijo de una unión anti-natural (Eme mostraba una cínica desvergüenza de su origen en la nefanda unión). Mi madre quedó naturalmente sola, se deshizo de mí a los pocos días. Nacimos dos, uno fue vendido al cuerpo religioso, a mí no pudo venderme, a diferencia de mi gemelo, algo me hizo nacer imperfecto, al no conseguir ningún provecho, intentó matarme varias veces, pero descubrió que no es tan fácil matar un niño como se cree, así un día me llevó lejos y se fue. Pero tampoco morí, crecí y los busqué a ambos toda mi infancia. Pero lo peor fue encontrarlos, poco a poco aprendí que debía dejar de buscar. No me perdieron, me desecharon al notar en mí algo malo, mi padre me repudió inmediatamente, pero decidí vivir un tiempo cerca de él, en algún recoveco, él tenía una familia normal, homofílica, pero nunca me hablaba, luego de unos años entendí que eso no cambiaría y me fui. Entonces busqué a mi madre, ella al verme más grande notó que ya podría servir de algo, cobró su “amor de madre” bastante caro, trabajé de modos abyectos y extenuantes, ella me vendió como pornoi muy joven, finalmente me vendió al Leno Hans Han cuando empezó mi pubertad, sé que ya murió ¿Tú no sabes nada de tus padres no? —dijo desde su terrible desnudez obscena.

—No, pero me buscan.

—¿Cómo lo sabes? —dijo con ojos niños Eme. Una vida usando a los demás lo hacía maestro de la manipulación.

—No, pero creo —y le dolió usar ese término religioso— que me perdieron y me están buscando. No sé si fueron dos hombres o dos mujeres o una unión nefanda como la tuya.

—Debieron ser dos hombres, sino serías parte del submundo ¿Por qué crees que te buscan? —dijo con ojos verdaderamente niños Eme.

—No lo sé. Pero sé que no pude aprender a hablar en esos pocos días, deben haberme criado antes de aparecer en esa plaza. Y luego me extravié y perdí la memoria.

       Eme supo que eracom se equivocaba. Sintió que eracom estaba tan perdido como él y le entristeció. La biología es una doctrina cruel, los padres son el primer instrumento de la selección natural, al notar algo equivocado en eracom sus padres también habían decidido descartarlo y él había elegido olvidarlo. Eme, se llenó de compasión por el incauto eracom y lo abrazó como a un cachorro herido. Elegiste no recordar... —pensó. Y soñó que salvándolo se salvaría también él.

—Poco a poco recordaré y sabré quién soy. ¡Si solo pudiera recordar que hacía yo un día antes! —dijo con prístina inocencia.

Eme, suponía la verdad, pero no quiso desilusionarlo, vio esa ternura anhelante como aquella que siempre hubiera querido él tener. Por un segundo creyó en ella y quiso ayudarlo. Y quería ser dueño de esa inocencia para sí, para su mundo, tan vacío de ternura. Como quien encuentra un diamante y lo desea como a un tesoro y se promete nunca venderlo. Pero otra parte de su mente sintió que podría usar esa ternura si lograba sembrar en él la esperanza. Una vida usando a los demás y siendo usado por los demás, lo hacía infalible en las manipulaciones del alma. Era obvio que eracom comprendía la causalidad natural muy agudamente, había nacido para lo cognitivo como nace la raza de los hombres, pero él conocía la causalidad emocional, arte supremo de las mujeres, él había heredado la mitad de sus genes de la otra especie, con esa herramienta podía jugar con eracom. Y esa parte de él no sintió remordimiento, aquel que ha sufrido mucho y solo ha recibido indiferencia de lo que amaba al empezar su vida, ya no siente ni sabe lo que es el sufrimiento ajeno. Y muerta en la infancia esa sensibilidad como protección al desamor, tampoco podía ver ya el amor que necesitaba. 

Pero antes, pasaron unas horas de felicidad. Como la breve conexión íntima, casi cómplice, que hay brevemente entre un lobo y su presa recién atrapada, con la que, por un momento, juega sin malicia.

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