domingo, 7 de agosto de 2022

6 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: La genética de dios.

 


 


Un trillón de años antes, 13.8 billones de años luego del origen del ser…

Un año más de la subterránea guerra, por unos escombros aparece eracom, (el más remoto ancestro de n), no sabe hablar, ni de dónde viene. Los que sí hablan usan solo pocas palabras. El idioma sirve básicamente para callar.

—Me rodea el absurdo —piensa— nadie en esta ciudad sabe que es de verdad el mundo, pero ahora sé que no siempre fue así. ¡Somos una especie degenerada!

Estas criaturas subterráneas del planeta Tierha acaso se habrían matado entre ellas si no hubieran sido atacadas por un oscuro enemigo, ahora este actuaba en la oscuridad, infiltrados en la misma ciudad, eran acaso emisarios de alguna raza extraterrestre o el primer boceto de una nueva forma de conciencia. El silencio y la invisibilidad eran el arma de ese enemigo. 

La ciudad eran varios núcleos subterráneos comunicados por angostos túneles. Los más estaban bloqueados y en cualquier momento estallaban, lo que precedía siempre a una pequeña invasión local, si no, los heréticos trataban siempre de incomunicar la ciudad. Se escucha permanentemente como sus viejas máquinas perforaban o taponan desde el otro lado.

       ¿La superficie? Nadie la ha visto e incluso algunos conjeturan que no existe y que es ociosa metafísica hablar de ella. Tengo un vano recuerdo que nunca termina de materializarse de que estuve una vez ahí o acaso es un sueño. Uno de esos raros sueños. En todo caso todo movimiento por una ley no escrita es horizontal, solo se sube o baja por escaleras siempre truncas de edificios huecos, pero no son nunca más que 3 o 4 pisos que es grosor de nuestro mundo profundo.

 

Los humanos son por lo general tontos o fingen serlo, silenciosos, no hay un solo hombre íntegro, caminan como hipnotizados, lentos, como si estuvieran a oscuras y fingen no ver a los demás, la luz es tan escasa además. Todos son errantes, nómades que se refugian hoy en una zona de Limma y luego deben emigrar a otra para salvarse. Lo intolerable es que hay zonas muy calientes y hay que aguantar sudando en esos sitios, otros son nebulosos y la humedad se condensa en las paredes creando hilos de agua sucia. Los hombres se miran y a veces se tocan impúdicamente, pero nunca se hablan. Casi no hay nada que decir… Si hay vida inteligente en el universo, no somos nosotros.

Viejas plantas construidas hace milenios, y que nadie entiende, funcionan proporcionando energía para sintetizar lo mínimamente necesario. De vez en vez se apaga alguna, para siempre, es a causa del sabotaje herético, y entonces hay que vivir con menos y vivir menos. De ahí parte el egoísmo tan exacerbado, tanto de los poderosos como del pueblo llano. No son muchas tampoco. Algún día lejano se apagará la última y será el fin. Nadie sabe quién o como las construyó. Se dice que hay instrucciones de como repararlas. Pero eso está prohibido. Hay en las destrozadas ruinas del centro pedazos de libros, libros que hablan sobre esas plantas de energía y otras cosas. Algunos han intentado descifrar esos manuales, pero pronto esos textos son confiscados por la policía del dogma y no es raro que los investigadores desaparezcan, sin violencia e invisiblemente un día cualquiera. El pueblo rumorea que hay bibliotecas enteras secuestradas y acaso sometidas a tortura. Ellas podrían salvar a la humanidad de la cercana extinción, pero nadie puede leerlas. El dios, es decir la vida, es omnisciente, pero sus siervos debemos ser ignorantes, querer conocer implica ya una herejía, también querer vivir más de los usual que son unos 30 años, por eso está prohibida toda medicina, pero el dios es eterno, es decir, inmortal, pues dicen nace de todos nosotros, hacemos al dios día a día, de nuestra conducta depende su existir, morimos pero si hemos vivido según las leyes ortodoxas el continuara, es inmortal, pues desde que apareció en la remota Thierra, cuando había superficie habitable no deja de renacer, en cada cosa que nace. El dios ha cambiado de forma, pero nunca de esencia, no se ha extinguido y un día se hará inmortal, aunque ya no quede ninguno de nosotros. Y durará más que el universo mismo.

       Y yo, eracom, soy un simple errante, un explorador de la memoria, somos considerados inofensivos extravagantes y se nos permiten errados escrutinios de viejos textos, pero no se puede pasar de 2 o 3 páginas, muchas de nuestras tesis más famosas corresponden a 1 o 2 párrafos, casi siempre malinterpretados, esta tarea es entretenimiento de neuróticos y obsesivos. Hay un mercado negro de aquellas reliquias, una mafia imposible de controlar por las centrales de dogma, pero siempre es vigilada por la doctrina del dios. También hay un secreto comercio de pobres maquinas reparadas ilegalmente. Ya se sabe, un conocer lleva siempre a un hacer, y nosotros, los de la secta de la memoria, somos los únicos que conocemos algo en esta humanidad amnésica.

       Toneladas de roca muerta aplastan la ciudad de Limma y la ha rodeado de una campana de silencio que la petrifica. Yo solo quiero recobrar la memoria, saber mi origen, mi nombre verdadero, no me interesan las doctrinas del dios herético ni del ortodoxo, dudo de ellas. Insatisfecho siempre, busco no solo mi memoria sino la memoria de la humanidad, que tampoco sabe de dónde vino. Incluso las teorías sobre el origen de la otra especie son solo conjeturas.

Solo estoy seguro de mis sueños, pero en ellos parezco ser otra persona… Y no estar solo.

En mis primeras investigaciones deduje que hace siglos la gente con una razón para vivir había abandonado la ciudad luego del desmoronamiento de los estados y las organizaciones sociales, una especie de peste de irracionalidad cada vez más tosca hizo surgir los dos gobiernos bio-teocráticos que inmediatamente empezaron a matarse.

La población local que huyo fue atrapada y ejecutada en las fronteras lejanas por los fusiles de la doctrina herética. Ellos no creen que un dios hecho de multitud de mortalidades sea inmortal, “100 platas no hacen un oro” dice uno de sus impíos aforismos, tampoco creen en nuestra doctrina de que el dios es perfecto por la misma razón, ignoran que a diferencia de las cosas inertes que acumulan entropía y caos, los seres vivos se hacen cada vez más y más anti-entrópicos, o sea perfectos, y que en un tiempo infinito el dios se volverá perfecto absolutamente, la entropía aumenta en todo menos en los seres vivos, en ellos se reduce y reduce, en un tiempo infinito de evolución infinita quedará un ser cuya perfección será total.

Yo acaso no tenía nadie a quien perder, ni sabía si pertenecía a la nación herética o a la doctrina ortodoxa del dios y solo me dedicaba a buscar por las ruinas retazos y pobres objetos arqueológicos de aquello que me permitiría volver a saber quién era. Y así fui descubriendo en secreto la historia del mundo pasado. De esa humanidad miles de veces superior a la nuestra, ahí supe que la vida humana no progresa, no evoluciona, parece más bien declinar siglo a siglo, lo que debe llevar a la muerte del dios un día, contra lo que cree nuestra doctrina ortodoxa, pero nada lograba ubicar sobre mí mismo. Ahora solo quedan por todos lados los locos, los tontos, los enajenados, los que no hace falta matar. Los heréticos no perdonaban a los normales, yo fui considerado también un idiota y por ello sobreviví. Solo quedan los que no comprenden que pasó con el mundo…

       Extraviado como ellos, el púber eracom oculta su inmisericorde lucidez.

       La vida, como el agua de un río, tiene curso, pero no sentido —piensa.

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