jueves, 11 de agosto de 2022

8 LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS: El otro enemigo.

 


Créditos ilustración: Modificación de Gears of Wars.

 

Un trillón de años antes…

 

—Dijo el otro ejecutado que eres un nuevo tipo de enemigo, te veo ordinario —dijo Padre.

—Son una especie ciega. Sus ojos han degenerado, y más su mente, son menos que humanos, ¿Quién los salvara?

—¿Quién eres?

—Soy cualquiera, un hombre como todos, somos más parecidos de lo que cree, es un horror saber que tu enemigo es igual ti ¿verdad? Es un poco ser enemigo de ti mismo. Y en lo profundo, siempre el enemigo somos nosotros mismos ¿Quién más si no nos puede hacer tanto daño?

Padre escupió al suelo y escucho inquieto frunciendo las cejas.

—Puede matarme. La vida no importa realmente para mí. ¿Cuánto tiempo tengo?

—Solo esta tarde.

—Me basta una hora. No quiero más. Me conforta charlar de temas abstractos… Es lo único real.

— ¿Crees en la vida después de la muerte? —preguntó Phratede.

—No. Ni siquiera creo en la vida antes de la muerte.

—¿Crees como los heréticos solo en la vida del individuo?

—Tampoco. Creo en algo mejor. Mejor dicho, más verdadero. No hace falta ni que me ejecuten, tengo en mi cerebro una capsula de veneno, la puedo hacer efectiva a voluntad, una vez termine la charla me suicidaré, y ni siquiera necesito la capsula.

—No habrá tal charla, —dijo Phratede a Padre, el diacono Anthonio ordeno capturarlo, pero una vez inmovilizado llevarlo a la central de dogma y no hablar con él. Debemos impedir también que se suicide.

—¿Porque no usaste tu capsula al ser capturado? —dijo Padre

—Mi misión es hablarle a Ud. vengo a salvarlo de Ud. mismo, pero no permitiré que el diácono Anthonio me escuche, él es el que los pierde. Antes de mi suicido tenía curiosidad de verlo. No exactamente por Ud, que no importa mucho, pero si por su hijo. Por eso esperé. Ud. es no es quien me interroga, sino yo a Ud.

       Padre estaba reventando de cólera, pero se confundió, él no tenía más parientes que Phratede que no era exactamente un pariente sanguíneo. 

—No es humano, déjelo —dijo Phratede hastiado y abrumado.

—No. Ni siquiera soy un ser vivo. Por eso no pueden matarme en estricto senso. Soy un organismo abiótico. Y Uds. son una especie tan degenerada que tampoco son seres vivos. Estamos en los dos extremos opuestos de la vida y enemigos de ella. Por eso la vida es su dios, para esconder cuan vacíos están de ella.

—Mátelo, las órdenes eran no interactuar con él —

dijo Phratede que sabía que Padre si tenía un pariente. ¿Cómo aquel personaje lo sabía también?

—No podemos —dijo Padre.

—Lo haré yo mismo. Al acabar la hora. No pueden ganar la guerra entre otras cosas porque temen a la muerte. No es mi caso, nadie puede vencerme con lo que no temo.

—Salgan todos —dijo Padre.

—Los sacerdotes prohibieron que lo interrogara —dijo Phratede.

—Ellos no pelean esta guerra, déjenme con él.

       Todos salieron, afuera Phratede releyó el informe de estadísticos, sobre una redada en sector norte. Eso podía explicar eso del pariente de Padre. ¿Pero cómo el contra-espía lo supo? Los estadísticos recién lo habían descubierto. Se lo comunicaría después. La familia que Phratede nunca pudo completar con Padre ahora era posible. Dentro, Padre quedo a solas con el prisionero y lo escuchó toda esa tarde. Nadie supo que se dijeron. Solo quedaba callar. No quiso compartir ni con su eromenos todo lo que supo ese día. Solo que era cierto lo que rumoreaban ambos ejércitos: el dios se moría.

Terminada la conversación el prisionero se sentó delante de Padre. Ambos se miraron como unidos por una causa común o la conciencia común de una gran tragedia. Así se supieron mutuamente por varios minutos uno al otro, como dos espejos enfrentados.

Revelada su verdad, el prisionero se acomodó con calma y tranquilidad, como si hiciera algo doméstico e intrascendente. Luego el prisionero hizo un gesto con su mandíbula, cerrando los ojos por el esfuerzo. Había mordido su lengua desde la base, un chorro generoso y rojo broto dejándolo pálido en pocos segundos. Padre lo dejo hacer. La sangre salió de su cuerpo toscamente hasta dejarlo casi vacío. Cambio de color y su cuerpo se paralizó, pero aún sus dedos se movían algo. Luego suavemente su cuerpo se enfrió totalmente. 

Sus últimas palabras, que no comentó a Phratede, habían horrorizado a Padre:

—Su hijo tampoco es un ser vivo…



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