Créditos ilustración: Modificación de Gears of Wars.
Un trillón de años antes…
—Dijo el otro ejecutado que eres un nuevo tipo de
enemigo, te veo ordinario —dijo Padre.
—Son una especie ciega.
Sus ojos han degenerado, y más su mente, son menos que humanos, ¿Quién los
salvara?
—¿Quién eres?
—Soy cualquiera, un
hombre como todos, somos más parecidos de lo que cree, es un horror saber que
tu enemigo es igual ti ¿verdad? Es un poco ser enemigo de ti mismo. Y en lo
profundo, siempre el enemigo somos nosotros mismos ¿Quién más si no nos puede
hacer tanto daño?
Padre escupió al suelo y escucho inquieto frunciendo las
cejas.
—Puede matarme. La vida
no importa realmente para mí. ¿Cuánto tiempo tengo?
—Solo esta tarde.
—Me basta una hora. No
quiero más. Me conforta charlar de temas abstractos… Es lo único real.
— ¿Crees en la vida
después de la muerte? —preguntó Phratede.
—No. Ni siquiera creo en
la vida antes de la muerte.
—¿Crees como los
heréticos solo en la vida del individuo?
—Tampoco. Creo en algo
mejor. Mejor dicho, más verdadero. No hace falta ni que me ejecuten, tengo en
mi cerebro una capsula de veneno, la puedo hacer efectiva a voluntad, una vez
termine la charla me suicidaré, y ni siquiera necesito la capsula.
—No habrá tal charla,
—dijo Phratede a Padre, el diacono
Anthonio ordeno capturarlo, pero una
vez inmovilizado llevarlo a la central de dogma y no hablar con él. Debemos
impedir también que se suicide.
—¿Porque no usaste tu
capsula al ser capturado? —dijo Padre
—Mi misión es hablarle a
Ud. vengo a salvarlo de Ud. mismo, pero no permitiré que el diácono Anthonio me escuche, él es el que los
pierde. Antes de mi suicido tenía curiosidad de verlo. No exactamente por Ud,
que no importa mucho, pero si por su hijo. Por eso esperé. Ud. es no es quien
me interroga, sino yo a Ud.
Padre estaba
reventando de cólera, pero se confundió, él no tenía más parientes que Phratede que no era exactamente un
pariente sanguíneo.
—No es humano, déjelo
—dijo Phratede hastiado y abrumado.
—No. Ni siquiera soy un
ser vivo. Por eso no pueden matarme en estricto senso. Soy un organismo
abiótico. Y Uds. son una especie tan degenerada que tampoco son seres vivos.
Estamos en los dos extremos opuestos de la vida y enemigos de ella. Por eso la
vida es su dios, para esconder cuan vacíos están de ella.
—Mátelo, las órdenes
eran no interactuar con él —
dijo Phratede
que sabía que Padre si tenía un pariente. ¿Cómo aquel personaje lo sabía
también?
—No podemos —dijo Padre.
—Lo haré yo mismo. Al
acabar la hora. No pueden ganar la guerra entre otras cosas porque temen a la
muerte. No es mi caso, nadie puede vencerme con lo que no temo.
—Salgan todos —dijo Padre.
—Los sacerdotes
prohibieron que lo interrogara —dijo Phratede.
—Ellos no pelean esta
guerra, déjenme con él.
Todos
salieron, afuera Phratede releyó el
informe de estadísticos, sobre una redada en sector norte. Eso podía explicar
eso del pariente de Padre. ¿Pero cómo el contra-espía lo supo? Los estadísticos
recién lo habían descubierto. Se lo comunicaría después. La familia que Phratede nunca pudo completar con Padre
ahora era posible. Dentro, Padre quedo a solas con el prisionero y lo
escuchó toda esa tarde. Nadie supo que se dijeron. Solo quedaba callar. No
quiso compartir ni con su eromenos
todo lo que supo ese día. Solo que era cierto lo que rumoreaban ambos ejércitos:
el dios se moría.
Terminada la
conversación el prisionero se sentó delante de Padre. Ambos se miraron como
unidos por una causa común o la conciencia común de una gran tragedia. Así se
supieron mutuamente por varios minutos uno al otro, como dos espejos
enfrentados.
Revelada su verdad, el
prisionero se acomodó con calma y tranquilidad, como si hiciera algo doméstico
e intrascendente. Luego el prisionero hizo un gesto con su mandíbula, cerrando
los ojos por el esfuerzo. Había mordido su lengua desde la base, un chorro
generoso y rojo broto dejándolo pálido en pocos segundos. Padre lo dejo hacer.
La sangre salió de su cuerpo toscamente hasta dejarlo casi vacío. Cambio de
color y su cuerpo se paralizó, pero aún sus dedos se movían algo. Luego
suavemente su cuerpo se enfrió totalmente.
Sus últimas palabras,
que no comentó a Phratede, habían
horrorizado a Padre:
—Su hijo tampoco es un
ser vivo…
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