13,8 billones de años después del inicio del
universo…
Otra madrugada y eracom
esperaba a Eme en los alrededores del
Jardín Extraño, esperaba acabara la orgía, dominado por la ansiedad, que lo
hacía respirar como un animal atrapado. Pero al último minuto quiso salvarse de
esa pulsión que lo destruía. En su desesperación hizo algo increíble, algo
ilógico: se arrodilló y rezo al dios contra el que luchaba para que lo liberara
del amor. No sabía que el dios no tenía piedad y había inventado al amor tal y
como era. Que él mismo ere el dios, pue no
hay vida sino en cada ser vivo. Es más, el dios moriría si eracom se
curara de la enfermedad atávica, si la humanidad se curara de la vida. Cerca
del edificio, llegada la hora, vio venir una figura como la de una fiera
buscando a su víctima, su corazón salto en dolorosas palpitaciones, mezcla de
miedo y esperanza, y también de arrepentimiento, era ya un adicto.
Pero descubrió que la forma que veía era
escueta y alta. Sorprendentemente, la figura que se dibujó a sus ojos rojos de
desvelo, era la de un joven polvoriento y racional: Ahelos. Y lo acompañaba un hombre grandote pero manso y casto: Milo, y también el pequeño androide Dag. Ya cerca se miraron con ojos
iguales de hombres que en su corazón eran semejantes. Ahelos apoyo su elegante brazo sobre el hombro del joven sin
nombre.
—¿Por qué has dejado la secta? Tenemos problemas, algo
nos está atacando.
—Por qué solo un hombre feliz puede luchar por la
felicidad de los otros. Yo ya no lo soy.
—Aunque no seas feliz hoy, debes luchar por tu felicidad
de mañana.
—Yo no lo seré nunca.
Ahelos se llenó de compasión impotente.
—Este es mi nuevo graduado, Milo, es casi mudo y sordo, pero sabe leer los textos antiguos y
escribir. Por su fuerza física le pedí que me ayude a venir a este lugar tan
peligroso. Sé que has enfermado. Debes detenerte.
eracom se conmovió, le parecía tan patético ese grupo de subversivos que querían
cambiar ese mundo con gente así de simple como Milo. Ese grupo quería sublevar, independizar al hombre de la vida.
Pero eracon había sentido toda la fuerza que esta tenía.
—Transhumano. Ser. Es no. Querer vivir. Volver. Nosotros.
Amigos —dijo Dag todo lleno de tierra.
—¿De qué estoy enfermo?
—De biología. Eres ahora más creyente que Anthonio y los sacerdotes de la doctrina
del dios. Creo que en ti, se libra la batalla que esperábamos, y a ti, mi mejor
pupilo, es a quien ataca con más fiereza el dios, eres un siervo de la vida.
Domina tu mente. La vida esclaviza al hombre. Sálvate de la vida —dijo Ahelos fraternalmente, el torvo Milo parecía no entender nada, pero miró
triste a eracom.
—No sé qué me pasa. Solo deseo salvarlo. —Ahelos quedó atónito al escuchar algo tan
absurdo.
—Dime que sientes en lo más profundo de tu mente.
—Deseo.
—¿De qué?
—De una persona, no solo de su cuerpo. Quiero ser parte
de él y que él sea enteramente mío.
—¿Que estás dispuesto a sacrificar por obtenerlo?
—Todo.
—Te diré que no deseas su mente, ni él la tuya, para él
eres solo una cosa. Y también él para ti es una cosa. Te ayudaré a salvarte. Y
creo que, a salvarnos, hay frente a ti dos caminos, uno es entregarte a ese
deseo orgánico, el otro salvarte con nosotros siendo libre de tu carne. Ya te enseñé
que puedes hacerlo. Este camino te llevará a la muerte y a la de nuestra raza
—con estas palabras Milo parecía
aguzar sus sentidos para entender siquiera algo—. El otro a la vida, a la vida
eterna, no del dios, la nuestra, a dejar de ser un organismo dominado por un
programa. Abandona todo deseo.
—¿Esa es nuestra raza?
—Sí, ahora lo sabes. Es prematuro, pero no veo otro modo
de salvarte que revelártelo —agrego Ahelos
mientras Milo los miraba con sus ojos
algo extraviados pero inocentes.
—Mi mente ya ha muerto. Solo tengo sentimientos. ¿Eso es
ser un nuevo hombre?
—Aún no debería decírtelo, pero estás en grave peligro.
Hace tiempo naciste como un miembro una especie que debe sustituir al Homo sapiens sapiens, tú y yo ya no
somos parte de esta humanidad. Ni de la vida. Y si vas a amar a alguien debe
ser igual a ti. Eres un Homo sapiesn
thecnesies, un transhumano.
—Hablas con toda seguridad, pero tú mismo harías lo que
yo hago si vivieras lo que yo vivo.
—Es verdad, estoy en un lugar que me permite ayudarte.
Permítemelo.
—¿Cómo sabes que es realmente lo bueno para mí o para la
humanidad? Por qué hablas con tanta certeza de todo. Yo no estoy seguro de
nada.
—Por qué la gente nace como si ya hubiera vivido muchas
vidas y es así. Es la memoria evolutiva que han aprendido las generaciones, ese
saber ya está en los nuevos hombres que nacen, y aún más, te diré que todos nacemos
de nuevo, pero olvidamos siempre quienes fuimos. Pero lo que aprendimos en esas
otras vidas lo conservamos. Nadie nace ignorante. Pero tú pareces realmente
haber olvidado todas tus otras vidas. Y por eso eres tan incompetente en esta,
en algún momento deseaste dejar de ser tú. Hay dos personas en ti, luchando por
ser.
—Pero yo no recuerdo nada, ni nada de lo que aprendí me
sirve ahora. ¿Quién soy?
—Nadie mejor que tú lo sabe, pero quieres olvidarlo.
—Quienes son Uds. realmente.
—Somos el futuro.
—Yo soy solo el presente.
—El presente es minúsculo, somos seres de la eternidad y
así debemos vivir, debes suprimir esas emociones atávicas en ti. Son fuertes,
lo sé. Mientras más primitivas más fuertes. Nuestro deber es ser subversivos
contra la vida.
—Si arranco el más profundo motor de mi vida, ¿seguiré
siendo yo? temo que la libertad es nada. Un pájaro por ser pájaro desea la
libertad solo para ser pájaro, es decir, es esclavo de su naturaleza. Si deja
de desear ser pájaro no tendría un norte. Sería nada. Yo solo deseo amar a Eme.
—El amor, como la sciesia
es una relación entre 2 cosas.
No de una cosa a solas. Deseas algo imposible. No eres eso que él desea.
Morirás en este camino. Dejar de ser humano es dejar de temer morir, la
humanidad no está preparada para esa verdad, pero sí la trans-humanidad, un día
lo seremos y extinguiremos a los humanos. Seremos eternos, no la vida, esa cosa
abstracta, sino nosotros, los individuos. Para ser eternos debemos matar la
vida.
—Tus sueños parecen una pesadilla.
—Pesadilla es tu vida actual querido muchacho, atado a un
cuerpo, al tuyo y al suyo, odiado por una mente, pero el cuerpo es un medio, no
un fin. Amor y deseo son lo mismo: una triste enfermedad incurable y mortal.
—¿Y la humanidad es una enfermedad incurable también
verdad?
—Sí— dijo Ahelos—,
pero nosotros la curaremos y haremos que el hombre sea perfecto. Hay una guerra
entre la razón y el instinto, entre el hombre y el mono y el vencedor debe
pasar a cuchillo al vencido o morirá eventualmente, luego hade volar a las
estrellas. Tú ahora estás en las filas enemigas. Enemigas de ti mismo. El
verdadero enemigo son los genes. Nuestro contrincante es la vida.
El tosco y
alto Milo no pudo contener una minúscula sonrisa, luego siguió mirando la nada como
si no notara esa extraña conversación. El joven eracom sea abalanzó sobre Ahelos
y abrazó su delgada y elegante figura.
—Llévame con Uds. Deseo ser libre. Sálvame.
—No, debes liberarte solo o no sería verdadera libertad.
Sería un secuestro.
—No me dejen, por favor, no podré salvarme a solas.
—Serás libre. Podrás escapar a tu libertad, confía.
—Soy más ser vivo que nunca.
—Si es así, debe comprometerte con eso. Y luchar contra
nosotros.
—¿Quiénes son Uds.?
—Una especie artificial nacida de la vida y enemiga de
ella. Los trans-humanos. Tú eres uno de nosotros. Yo soy solo un pastor y tú,
dado que eres ahora más fervoroso que Anthonio
deberás unirte a él, antes de volver con nosotros.
Ahí eracom
abrazó con cariño a su antiguo amigo, ahora su enemigo.
—Nos volveremos a ver. Te dejo a Dag. Sé que no te es
posible entenderlo, pero él me contará de ti —dijo Ahelos y se fue lentamente con Milo,
cuya robusta espalda se encorvaba mirando al suelo, eracom gustó en su corazón las palabras de su amigo. Empezaba su
lucha por ser libre ese día. El dios empezó de nuevo a enfermar dentro de él. Eso
tomaría tiempo, por ahora podría permitirse pensar días y noches en Eme. Pero pasaron las semanas y este no
aparecía.
—Amor.
Este. Conocer. Lengua de dios. Milo
no est amicus. —dijo Dag.