jueves, 7 de marzo de 2024

70 VIAJEROS DE LA ETERNIDAD: Somnium

 

Último planeta...

L había hecho lo correcto, eso no era M, o no solo M, y si lo fuera, ¿acaso no lo había abandonado a él? Lo esperaba su destino junto al Thecnetos a lo divino… debía dejar de ser L… Pero en la oscuridad, por última vez, sin dominio de sí mismo, L viajo en secreto de nuevo a aquella cueva a ver a aquel impostor. No se dejó seguir por Thalos, del que sospechaba era solo su conciencia materializada en un animal mecánico. Y no quería enfrentarla.

—Si eres M ¿recuerdas un viaje fuera del universo? —dijo acusador.

—Sí.

—¿Qué paso en ese universo, a cuál fueron? —dijo el otro lado de L.

—No lo sé. Nada vale más que vivir, ni siquiera el amor, ni siquiera tu amor —dijo el Emisario equivocándose absolutamente— … ¿Salimos del universo? No lo recuerdo… Solo recuerdo este universo, ni el Thecnetos puede ver fuera de él, y eso lo vivió M, yo solo tengo los recuerdos de M, y también de otro… Eme…y sé que no fue alguien bueno para ti, no sé si soy él, solo he conocido este mundo. Soy solo un Emisario de un dios muerto. El Thecnetos ya nada tiene que decirle al mundo. Así que ya no debo ser. Soy una copia, un golem. Tú también… Ayer que viniste y te lo dije.

Sacó la lengua velozmente con un gesto nervioso detestable.

—Sé que decidí abandonarte. O M lo decidió. Yo solo soy lo que ves.  Pero no soy nada de lo que soñaste. Ni en esta vida ni en las otras.

—Volveré mañana por ti, debo buscar un modo de curarte— dijo Herakón en L; mintiendo a la perfección.

—Gracias —dijo M y abrazó a L con su huesudo cuerpo de olor punzante.

L sintió en su abrazo un incómodo deseo carnal y la sospecha de que no volvería.

—Te espero —dijo desahuciado y sintiéndose perdido M.

       L se apresuró a salir de ahí. Rumbo la inmortalidad que lo esperaba. El precio de esa inmortalidad era dejar a M.

       En ese momento empezó a revivir Herakón, solo la enfermedad atávica, el amor, hizo a L ser distinto al Thaumasios y ahora que esta había desaparecido, no había modo de distinguirlos.

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