Trillones de trillones de años después…
—Vámonos —le dije a Thalos que miraba aterrado, pero con
piedad a M.
—¡Pero él es el
Emisario del que le hable! A él viniste a buscar, ¡Por él volviste a nacer!
—No —dije, no deseaba
creerlo.
—Yo he sabido de su
larga enfermedad, por ti, ¡pero sé que no puede morir! Tú ya no eres tú. Tú
quieres ser otro. Has desviado tu camino.
—Yo sé que viniste ayer
—dijo insoportablemente el personaje.
—Quizás sea el Emisario,
pero no es M.
—¿Y sabes quién eres tú
ahora? —dijo Thalos amargo.
Fue entonces que
dude de ser yo mismo. Herakón nacía
en mí ahora y reía en silencio, espantosamente, ya era en parte él. ¿Quién
revivió realmente cuando renací?
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