Trillones de años después…
L regresó a ser Herakón o simplemente era un L
desilusionado, no lo podemos saber bien. Lejos y a salvo de M se perdonó de
dejarlo morir. Él también lo había decidido así hace millones de años, y más
antes, se alimentó de su dolor, gota a gota, y no por odio, sino por algo peor,
por indiferencia, así que esta no era una injusticia. Somos nuestra mente y la
de M estaba carcomida de una enfermedad, quizás ni siquiera era ya el Emisario.
O acaso lo único que había perdido era su belleza. Acaso el amor no es la
comunicación de dos mentes afines, sino el vulgar deseo de un cuerpo por otro
cuerpo. La vida es antientropía, orden, estructura, y la mejor señal de ella es
la belleza, por eso la vida es bella y fea la muerte, es natural en los seres
vivos amar la vida y la hermosura, está ya no estaba en M. Si era eso, no había
necesidad de rescatarlo, y acaso ni lo hubo antes, pues no es justo querer a lo
bello y desamar lo feo. El amor era superficial e injusto como toda la
biología. Por ello L debía y deseaba matar la vida. L detestó a la enfermedad
atávica. El amor era una enfermedad perjudicial, lo mejor estaba en dejar de
amar. Sería libre y podría ser uno con Thecnetos. Pero sería un ser triste, ya
se había resignado a eso. Su misión ahora era una, acudir a la muerte de la
humanidad. Impedir que siquiera una oportunidad de que la humanidad detestable
continúe. Debía matar la vida de una vez. Ese mismo día.
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